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No, la soledad no es cosa tan terrible.
Sucede que, lentamente
suplicas un número comunicante
y nadie, nadie te responde.
Pero no es cosa tan terrible la soledad:
en ella has escuchado la música más límpida,
la propia serenidad de la tristeza.
Quién sabe si has sentido, incluso,
la felicidad por aquel verso que señala
el pasaje aún no revelado
o, más simple, la palabra
haya alcanzado a expresar la idea
que te hace permanecer
callada, ausente,
a punto de la huída o el escape.
Tan terrible cosa no es la soledad.
No puede ser, por su través
has vislumbrado la paz
de una vida, la tuya,
en perfecta tensión, casi estallando.
La soledad te salva.
La soledad no es cosa tan terrible.
Sólo que exiges el retorno a lo concreto.
Sólo que no puedes añorar
el carrusel del poeta loco, loco.
Sólo que deseas
La risa y la acción.
Sólo que únicamente preguntas
cómo has llegado hasta aquí
y escuchas las frases
de un día lejano.
Sólo que murmuras
dentro de la muerte:
y sonríes. |