Me niego a soñar |
Me niego a soñar. Me niego a esperar el ocaso fugitivo en la intemperie Llevo apretado los pulmones, encerrando tus pedazos que se esparcen en el espacio en una paciente soledad anhelante. Tengo las manos frías sin sentido. Manos, que solo responden a la circulación con tu imagen. No encuentro sentido al caminar y me pierdo evocando tus ojos Van muriendo las horas, así como mueren mis sentidos cansados de no admitir las sensaciones forjadas en miedo, sensaciones graduadas en despertar remordimientos, pero que pone el hombro para que se recueste tu mirada inextinguible en mi camino Me muevo lentamente imaginando no quebrar tu corazón con esa necesidad de verte sucumbo a las presiones y a cada instante para respirarte tengo que sumergirme en la introspección, tratando de enhebrar la caravana de fragmentos que forjan mi miseria en los recuerdos He volteado mi rostro inventando una manera de escapar a esas sensaciones de fluir y riqueza que me niego a admitir, mientras planeo no cerrar mis alas en el vuelo. Quiero volar y dirigir mi rumbo lejos de tus latidos como imágenes que se superponen a mi aire y exigen inhalar detenidamente tu aroma a hierba fresca Sigo en pie, al borde del abismo descifrando los colores que encarnan tu rostro perfecto He querido cortar el tramado que teje la ilusión y transferir mis sueños por donde la luna no escuche las sordas suplicas que solo beben su aliento Dibujo las líneas de tu rostro oblicuas, para que los ojos escrutadores no filtren una denuncia mientras acaricio mi verdad que se abre a mi tacto. Allí he forjado un puente nocturno protegido por un jardín de estrellas secretas que desemboca en la mar navegando sobre un llamado inaudible, únicamente decodificable para un alma que se niega a soñar tropezando con sus silencios. |
“La Condesa de P de Monte”
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