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Robo con asalto y
alevosía |
Completando
el epilogo de nuestra pobreza adquirida de tiempos inmemoriales, y ahora
en guerra civil, había que agotar no sólo munición, sino almas, víctimas
de la negación social. Aprovechaban
también, iglesieros improvisados al buscar entre escombros, rescatar
pruebas de desobediencia divina y terminaran aquellos miedos y demás
castigos recibidos, y pedir a dios perdón y rogarle su regreso.- Por
el lado de la iglesia "Dios Perdona", habia voluntad de ofrecer
un plato de comida a los buenos fieles. Tuvo corto éxito porque a medida
que aumentaban los fieles, disminuían los platos de comida. En guerra
nadie salia, sin el temor de no regresar.-El miedo dominaba los
tiempos, siendo la criminalidad la noticia del dia que junto al
hambre y a la inseguridad, ensombrecía toda forma de vida escencial.- Los
robos cosa normal, obligaba a instalar rejas metálicas en cada casa
conocida como "cultura de las rejas". Cierta dia muy temprano
una pequeña tienda, dedicada a la venta de especias para la comida fue
asaltada. El delincuente acercándose a la reja, portando una bolsa de plástico
en la que escondía una bomba, llamó a su dueña para que lo atendiera : -Qué
se le ofrecía...(?) -El delincuente, ni corto ni perezoso le exigió diera todo el dinero que tenía, sino le tiraba la bomba que traía. Claro
que en tiempos de guerra, ante semejante premura, había que actuar rápido
y la dueña ya sin voz del miedo pudo responder que no tenia mucho sino
dos colones y treinta y cinco centavos, recaudados en las primeras dos
horas de la mañana; el individuo insistió que le diera diez colones
amenazándola de nuevo; ella rezaba las últimas oraciones, aprendidas
para casos de peligro, por cierto de un iglesiero que le prometió
llevarla al cielo en UFO, que pronto aterrizaría y escogería los
buenitos de su iglesia llevándoselos, sin embargo quedó en vida junto a
los suyos.-Mire pues.- El
delincuente pidió: Páseme aquellas cebollas que tiene encima del
mostrador, los dos tomates, la bolsa de perejil que cuelga allí y ponga también
una coca cola. Métalo todo junto con los colones dentro de la bolsa y me
lo trae, exigió, y ella ni corta ni perezosa obedeció dándole la bolsa
a través de las rejas y a cambio la bolsa, con la bomba,
al tiempo que le decía: que no la sacuda mucho,
ella cautelosa la puso así, a un ladito. Logrado
el robo, el ladrón se fue, calle abajo y desapareció. Ella
aprovechó para buscar refugio en un rincón y taparse los oídos
esperando la explosión, pasó media hora y nada.
Luego sonó de nuevo la reja de protección; ella angustiada, ahora
más, creyendo que el ladrón regresaba, preguntó: y ahora qué quiere
...?
De
repente oyó la voz de su vecina :
-..yo
soy, niña Tina, quiero aceite !..y mire, aquí han dejado una bolsa para
Usté.-
-La
dueña contestó gritando horrorizada : Cuidado!!...cuidado!!!
.... es una bomba...!!!! -No
niña Tina, esto es un ladrillo. -Mire, que ladrones .......acaban de robarme!. |
Guillermo Luna y Meléndez
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