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Epicuro: ¿Un
marxista de la antigüedad? |
"Si los hombres de antes no estaban tan bien dotados como nosotros lo
estamos de las artes, tampoco lo estaban para la guerra. Una guerra que
ahora devora tierra y mar, y es más, también consume la vida interna de
cada ciudad, donde, a título de actividades legales y luchas de
partidos, los hombres procuran de palabra y de hecho hacerse daños unos
a otros. Sí, aquellos hombres de la antigüedad eran más sencillos pero
eran también más hombres, más justos en todos los terrenos." |
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Luego la muerte de Alejandro de Macedonia en 323 a.C., los atenienses que se opusieron a sus políticas consideraron que ya era tiempo de recuperar la hegemonía perdida e incitaron a todos los griegos a la sublevación. El resultado fue desastroso y la guerra terminó rápidamente con los rebeldes. Antípatro se presentó victorioso y la calidad democrática ateniense sufrió uno de sus más duros golpes: sólo 9.000 de 30.000 ciudadanos libres conservarían sus derechos cívicos. El carácter oligárquico de la ciudad estrangulaba a la organización social misma[1].
Es este contexto donde va a intervenir Epicuro, allí disputará contra
las reaccionarios planteos de la Academia (escuela fundada por Platón) y
el Liceo (escuela fundada por Aristóteles). A los esfuerzos de sus
oponentes por afirmar la prioridad del alma en el universo, de las
causas finales o formales, sobre las causas eficientes, Epicuro y, más
tarde, Lucrecio enfrentarán la explicación de todas las cosas por el
solo juego de fuerzas materiales.
Según la concepción medieval de Aristóteles, la materia
estaba compuesta por cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra) y era
estática. Para el atomismo jónico, sin embargo, desarrolló, de la mano
de filósofos como Leucipo y Demócrito, una visión de la naturaleza
radicalmente distinta, conformada por átomos que se encontraban en
continuo movimiento[3]. Adoptando este atomismo, Epicuro se opondrá tanto
a las concepciones aristocráticas de la Academia y del Liceo, como al
determinismo físico de los primeros atomistas. Contra estos últimos
defenderá la
posibilidad de la libertad humana. De esta encrucijada de atomismo y
libertad, surgió una de las teorías más originales, pero a la vez más
extrañas, de la antigüedad: la teoría de la "desviación espontánea" de
los átomos, conocida en latín (gracias a Lucrecio) como clínamen, el
tercer movimiento de los átomos[4]. Los átomos tienen tres tipos de
movimiento: el vertical, producto del peso; el choque que produce
cambios en la dirección del átomo; la desviación espontánea. El Estagirita dedica los libros VIII y IX de su Ética a Nicómaco al estudio de la amistad. Afirma, desde el principio, que se trata de una virtud o que va acompañada de virtud, y estima que es lo más necesario para la vida. Sin amigos nadie querría vivir -sostiene, aunque poseyera los demás bienes, porque la prosperidad no sirve de nada si se está privado de la posibilidad de hacer el bien, la cual se ejercita, sobre todo, respecto de los amigos. Asimismo, en los infortunios se considera a los amigos como único refugio[5].
Según Aristóteles, los hombres, aún siendo
justos, necesitan la amistad; y los hombres justos son los más capaces
de amistad. La amistad es, además de necesaria, bella. A continuación,
Aristóteles expone tres clases de amistad. En cada una de ellas se da la
reciprocidad; sin algún tipo de reciprocidad, la amistad es imposible. La
primera es la amistad perfecta o virtuosa, que se da entre los hombres
buenos e iguales en virtud, ya que éstos quieren el bien el uno del otro
en cuanto que son buenos, y son buenos en sí mismos. La segunda clase de
amistad es la de aquellos que se quieren por interés. La tercera
corresponde a la amistad de los que se quieren por el placer. Tanto en
los que se quieren por interés, la amistad obedece al propio bien; y en
los que se quieren por el placer, a su propio gusto. En estos casos, la
amistad se subordina a los bienes inmediatos, materiales y mezquinos de
los individuos. En cuanto a la amistad y la sociedad, los epicúreos sostenían que una sociedad de amigos no necesitaría de justicia, leyes e imposiciones morales cualesquiera. Ésta es la alternativa que postulaban ante la completa falta de escrúpulos que representaban de hecho los funcionarios públicos de su momento. En este sentido, cabe señalar que la noción de Aristóteles sobre la amistad debía estar fundada en la "igualdad" o "semejanza" entre los amigos: claro está que los esclavos y las mujeres, bajo ningún punto de vista eran "semejantes" y mucho menos "iguales".
La potencia revolucionaria de
Epicuro es notable en este aspecto, puesto que no existía ningún
"requisito" previo para ser amigo, fuera éste esclavo, mujer o niño. El
construir una ética sobre la base de relaciones reales es un
descubrimiento fabuloso de Epicuro. Esto, a su vez, marcará su opción de
construir una sociedad fuera del ámbito de la "política" ateniense. En
su Jardín (así era llamada su escuela), la ética debía estar fundada en
una sociedad sin clases; he ahí la hazaña del "ascetismo", el retirarse
de la vida política aristocratizante de los atenienses era oponerse la
dictadura de cualquier tirano o filosofo de turno. Era recrear una
sociedad sobre la cual la clase ya no signifique más nada más que un mal
recuerdo de la humanidad.
Notas
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Pablo Lucero
Club de Amigos de la Dialéctica - CEICSE
Gentileza de Razón y Revolución - Organización
Cultural
http://www.razonyrevolucion.org
Publicado, originalmente, en El Aromo Nº 39
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