Como cada año, un
reguero
de brotes, aullidos, cánticos
y alas, anuncia la primavera.
Pobre vera, la prima mengua
de a poco sus colores y gime
entrelazada con el viento
que va barriendo ciudades
cocoteros y puentes
amontonando residuos
en las márgenes cansadas
de los ríos, mientras el hombre
ah! el hombre asno núbil
e insomne sonríe de espaldas
a la vida, tecleando
sin cesar, manejando
dígitos inmunes
al llanto y a la magia
perenne de ese cosmos
con destellos azules
giratorio, oblea de luz
y sombra, barco entre
nubes atónitas
con tanto desatino
y desparpajo. Vera
la prima igual de ingenua
va encendiendo los pétalos
coloreando los frutos
cimbreando las palmeras
y dejando en el alma
un reguero de estrellas. |