Rigoberto y Yo |
La
luna llena estaba en su esplendor. Esa noche, me apetecía caminar por el
campo,a esa hora lleno de luciérnagas. Andaba
desvelada últimamente, tal vez por eso, dejé que el silencio me
impregnarala piel y los huesos hasta dolerme. Como un ritual nocturno, una
estrella se deslizó entre lasotras, nómade de lumbre, para perderse sin
dejar rastros. Sin
percibirlo siquiera, mis pasos me habían llevado hasta el estanque de
Rigoberto. Me
senté sobre un tronco cercano, buceando en la penumbra, en el intento de
vislumbrarlo. Nada. Más
lejos, en la laguna, croaban sus parientes en un discurrir monótono, como
en el principio de los tiempos. El
aire fresco me erizó la piel, mientras a cierta distancia una luciérnaga,
tal vez perdida, hacía titilar su luz verdosa en enigmático lenguaje. Me
puse de pie y emprendí el regreso. No había caminado cuatro pasos,
cuando oí Su
llamado. Debí aguzar la mirada para descubrirlo, despatarrado sobre uno
de los ángulos
del estanque. -Ya
me iba. – -¿No
te das cuenta que en las noches de luna llena es cuando hacemos el amor?
– -Lo
ignoraba – respondí, algo compungida. -La
verdad es que hoy estuve fenomenal. Me abracé a su espalda con tanta
fuerza quela Pepa casi se desvanece. – -¿La
Pepa es tu rana-pareja?- inquirí sonriendo. -Depende...
porque aquí donde me ves, gordinflo, feo y arrugado, suelo romper
corazones. - -Y
con eso, ¿qué quieres decir? - -Pues
que si el famoso don Juan me viera, se daría cuenta que soy un envidiable
sucesor, pero anfibio. – -No
te entiendo, argüí. – -Pues
que tengo a mi disposición, varias ranitas, algo así como un harén
anuro. – -¿Y
no te da vergüenza reconocerlo.?- -En absoluto, teniendo en cuenta que de ahora en adelante habrá, cada vez menos machos, me toca celebrarlo. ¡Y de qué manera!. Así que te dejo y me voy en busca de nuevas ranas para hacerlas felices.- |
Soledad López
Rigoberto y Yo
Conversaciones con mi sapo
Ir a página inicio |
Ir a índice de Crónica |
Ir a índice de López, Soledad |
Ir a mapa del sitio |