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Carlos Rodolfo no sé qué girasoles
De espanto y agonía
Se abrieron en el alba,
La insomne primavera
De tu rosal herido
cavó las ilusiones
tronchando tu esperanza
y tú latías quedo, las nueve madreselvas
en la matriz dolida de rejas y venganza
qué locos atavismos
de sangre y de locura
estremeció las horas
del reloj disparado
girando sin destino
las manecillas rotas
de un tiempo oscurecido
de un cielo ensangrentado.
Espúreas violaciones,
jirones del espanto
de nieblas y alaridos
de cuerpos masacrados
mientras en el océano
del útero materno
latía ingenuamente
tu corazón amado.
Carlos Rodolfo, hoy siento
vergüenza de mí misma
al ver la estupefacta
mirada conque miras
el universo insomne
de muerte y pesadilla
indiferente al odio.
Un toro enfurecido
golpea tu mejilla
y vas llorando sangre
en lunas de ceniza
agobiado de sombras
te parece la vida
una mentira inmensa
doblegando la risa.
Y sin embargo, puedo
llorosa y compungida
decirte de los soles
ardiendo al mediodía
de la boca que besa
y la mano extendida
para decirte SIEMPRE
con la prieta caricia
de un joven corazón
asomado a tu vida.
Carlos Rodolfo, deja
en la noche el estigma
siniestro del pasado
el odio, la agonía
abre tus ojos, hijo
y vuelve hacia la vida. |
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