-Oye, Rigoberto, ¿como definirías este nuevo siglo? -
-Pues, tengo la idea que más allá de este estanque, todo se mueve a velocidad de vértigo. Mas bien me parece un semáforo desincronizado donde las luces van cambiando sin ningún orden ni sensatez. –
-Oye: antes de ser sapo, ¿quien eras?. -
-Ya te dije que lo sabrás a su debido tiempo. -
-Está bien, pero ten en cuenta mi curiosidad. De todos modos, aguardaré el momento que tú creas oportuno para hacerlo. Sin embargo, y mientras eso no sucede, seguiré dialogando contigo sobre algunos temas que me inquietan.-
-Sabes que te espero cada anochecer, deseoso de compartir tus dudas y las mías, por supuesto. -
-Entonces, oye lo que me intriga. Crecí en otro tiempo, tal vez por ello me sorprenda algunas actitudes de las criaturas de este nuevo siglo.-
-¿En relación a qué? -
-A muchas cosas, pero sobretodo, a la relación de pareja. Y mira que no soy ninguna puritana ni mogigata, pero no dejo de asombrarme ante cierto....diría, desapego amoroso. -
-Explícate mejor, mujer...-
-Te confieso que antes, cuando yo era joven, y de eso no hace tantos años, el amor se vivía de manera apasionada, con el corazón en llamas, y solo queríamos estar al lado de nuestro elegido. Contábamos las horas, minutos y hasta segundos de su ausencia, deseando con fervor, el reencuentro para estar juntos, los ojos en los ojos y la boca entre sus labios. -
-¿Qué te asombra, entonces?-
-Me asombra comprobar que hoy, se hace un enfoque diferente. No se trata solo que la mujer es más independiente, cosa que me parece estupenda, sino que su actitud ha cambiado y mucho. –
-Lo dices por las madres solteras... –
-Nada de eso; lo digo por el número cada vez más creciente de mujeres jóvenes y no tan jóvenes, que han decidido tener pareja, incluso hijos, pero viven separadas.-
-¿Y ello te preocupa? –
-Me llama poderosamente la atención, ya que pertenezco a una generación que amaba tan profundamente a su pareja, que si fuera posible, no estaría ni un solo minuto lejos. Algo así como un rabioso sentido de posesión, pero en el buen sentido. -
-Digo yo, ¿no estaría involucrada la educación que recibían ustedes de la familia, antes tan conservadora? –
-Puede ser, pero sigo pensando que el concepto del amor compartido, ha cambiado bastante, como si la vorágine de este mundo loco, fuera diezmando la pasión y la ternura en el corazón femenino, y eso no solo me preocupa, sino que me entristece, querido amigo. -
-Recuerda mujer, que todo se transforma, tal vez el amor no escape a ese precepto. -
-Oye, Rigoberto, ¿ quienes crees que eran más felices, las mujeres de antes o las de ahora? –
-No olvides que la felicidad es un estado emocional y tratándose de mujeres, ¿quien puede asegurar nada? Mejor, déjame vivir en mi universo, donde para cada sapo existen varias ranas y ninguna te exige matrimonio o pensión alimenticia para criar a sus renacuajos, compartiendo juntas, un único macho.-
-Ya veo que no obtendré de ti la respuesta que esperaba. Así que te dejo con tus observaciones machistas. -
-¡Hasta mañana!
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