No pierdas la fe
No ahogues el recuerdo
No engendres el olvido
No apartes mi silueta de tu mente
No marchites la luz de la confianza
No cobijes tu pena
No reprimas tus mágicas palabras
No sigas la razón y el sin sentido
No desmayes tu voluntad de espera
No extingas jamás
El fuego olímpico de nuestros corazones
Para que siempre sea
La llama eterna.