Fontanarrosa, un intelectual particular (1944-2007) |
El chiste y su relación
con el inconsciente (nacional) CEICS (Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales)
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Las andanzas del gaucho vago y sexista que supo ser la parodia del paradigma de la argentinidad, al menos en lo que al canon literario se refiere, han llegado a su fin. No habrá nuevos enfrentamientos con los desafiantes loros, ni peleas con la Eulogia, ni reflexiones sesudas en boca de su inefable y eterno compañero, el reconcentrado Mendieta. Roberto Fontanarrosa falleció el jueves 19 de julio en su Rosario natal. Nacido en el año 1944, este dibujante humorístico, apasionado del fútbol, fanático de Rosario Central, escribió, además de las "tiras" que lo consagraron (en particular, Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra), literatura "formal", bajo la forma de cuentos y novelas. Sin embargo, escritor y humorista, como veremos, eran uno solo.
Un poco de literatura Inodoro Pereyra, paradigma de la argentinidad
Este hijo del papel le había nacido a
Fontanarrosa allá por el año 1972 en Hortensia, la mítica revista
cordobesa. Como cualquier otra producción humana, Pereyra no salió de la
nada sino que establece una suerte de diálogo con textos y personajes
anteriores que forman parte de la literatura nacional. Según Mijail
Bajtin, un texto dialógico es un texto polifónico, pues incorpora en él
diversas voces. Por eso, una parodia (de un autor, de un texto o de un
género) es siempre un texto polifónico: aparecen allí dos voces. Parodia
de un autor: Conrado Nalé Roxlo escribe una Antología apócrifa
cuyos textos son homenajes a otros tantos escritores (Víctor Hugo, Conan
Doyle, Góngora, etc.), pues los escribe "A la manera de.". Parodia de un
texto: Todos los lectores recordarán el clásico ejemplo del Quijote
como parodia del género de caballerías. Ahora bien, Inodoro Pereyra,
el renegau es una parodia de la gauchesca, pero en particular, de
nuestro modelo de gaucho nacional: el Martín Fierro. Nada hay de
épico en Pereyra, no lo persigue (bien que psicológicamente) más que una
bandada de loros; ni siquiera la barbarie es tal, tan civilizados están
los indios comandados por el cacique Lloriqueo que sirven para cumplir
más una función ficcional que la histórica que les conocemos. Una
parodia, entonces, como homenaje o como burla, se caracteriza por
invertir o exagerar los elementos típicos del autor o género en
cuestión. De allí que la parodia tenga siempre un efecto humorístico. El
humor requiere una distancia y un juicio de valor respecto de lo que
causa risa: nos reímos de aquello con lo cual no estamos involucrados
afectivamente, o que consideramos errores o defectos que quizá alguna
vez hayamos cometido (o que no cometeremos nunca), algo que se cree
superado. Inodoro Pereyra puede ser pensado como un homenaje, habida
cuenta de que gran parte de la obra del autor expresa en forma
explícita, contenidos nacionalistas y populistas: la reivindicación del
barrio, la mística del fútbol, la barra de amigos en el café. Y sin
embargo, a despecho de las expresiones concientes del propio autor,
Inodoro Pereyra señala, en tanto parodia, que hay algo en ese núcleo
temático de la nacionalidad que está fallando. Que los modelos
nacionales y populares que la escuela, los medios y la ideología
burguesa nos han transmitido tienen algo que hace ruido, que no
todo lo que reluce es oro en ese mundo nac&pop. Como hemos dicho, el humor es una de las formas discursivas que expresa el distanciamiento, el desapego, la crítica. El chiste, como ya lo explicó Freud[2], es una de las formas de expresión que tienen las verdades ocultas a la vida y al pensamiento consciente. El inconsciente (freudiano) se exhibe en esos momentos en que brota el chiste y muestra por lo tanto aquellas verdades que no se observan a simple vista. Del mismo modo, un autor puede exponer, inconscientemente (sin hacerlo deliberadamente) ciertas ideas que no están necesariamente de acuerdo con las que expresa "concientemente". De la contradicción entre ambas expresiones, brotará entonces, una verdad. Podemos tomar entonces, las verdades de Pereyra no tanto como una oposición irreconciliable, no tanto como una antinomia nacionalismo-antinacionalismo, populismo-miserabilismo (visto a contraluz del resto de la producción de Fontanarrosa) sino más bien como el complemento necesario, la (auto)crítica del elogio, las limitaciones de una propuesta política que, tomado al autor en serio, no se entenderían. Por ese motivo, la lectura de la producción de Fontanarrosa como un bloque conscientemente monolítico, sin contradicciones, sería una interpretación inadecuada de su postura política. El humor de Fontanarrosa es el complemento que reformula y echa luz sobre la producción "políticamente correcta" o "conciente" (en términos de Freud): con ello expresa los límites del nacionalismo y del populismo que en sus otros textos reivindica. Pereyra es vago, es cierto. Si la Eulogia (y sus propios principios) lo permitieran, sería también malentretenido. Pero no es un mal tipo. Se justifica su vagancia porque en realidad, no hay demasiado para hacer. Claro, no hay demasiado para hacer en ese modelo de país que la burguesía nacional supo imponer política, económica y culturalmente (el Martín Fierro y la gauchesca son paradigmas literarios de ese esquema social). No hay demasiado para hacer en un país en el cual el nacionalismo y el populismo tienen límites y están puestos en cuestión. No hay demasiado para hacer en un país en el cual la burguesía nacional antes que representantes de un proyecto político serio, constituyen una comparsa que da risa. Podemos reírnos de Pereyra, pero también nos reímos con Pereyra de ese proyecto político que hace más de sesenta años ya es la parodia de sí mismo. Podemos cuestionar a Pereyra y preguntarnos cómo es posible que no tenga nada para hacer en la Argentina de los 70 o en la Argentina del Argentinazo. Pero ésa es harina de otro costal. Baste con saber que Pereyra ha sido, es y será un fiel representante de la crisis, de la agonía de la burguesía argentina y de su nacionalismo, que no puede ser otra cosa que ridículo. Trotskista inconsciente, Fontanarrosa descubrió, tal vez sin proponérselo, que de esta gente nada se puede esperar. ¡Que lo parió! |
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Notas [1] Véase el prólogo a La herencia. Cuentos piqueteros, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2006. [2] Lapsus, actos fallidos, sueños, son otras. |
DiFilm - Inédito! Entrevista a Roberto Fontanarrosa Parte 1 (1994) |
DiFilm - Inedito! Entrevista a Roberto Fontanarrosa Parte 2 (1994) |
Roberto Fontanarrosa en Los siete locos |
Rosana López Rodríguez
Gentileza de Razón y Revolución - Organización
Cultural
http://www.razonyrevolucion.org
Aromo Nº 38
Link http://www.razonyrevolucion.org/secciones/literatura/38rosana.pdf
La versión en pdf fue procesada, y editada, como htm, por Carlos Echinope, editor de Letras Uruguay
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