Divagando... |
Divagando... En las tardes sonoras, cuyos ecos destilan un piadoso letargo, escribo "pensando" y miro pasar el largo desfile de las horas. Es como si una danza de ideal argumento construyera la vida y acompasara el viento, desarrollara un ciclo de escenas misteriosas en el vasto escenario de las cosas. Un recato divino insinúa el corazón, un celoso recato ocupa el alma y la mente. Y sigue la serena hora de los crepúsculos y la reminiscencia insinúa un rumor profundo, la piedad humana ante el dolor del mundo llueve sobre la tierra al caer de las hojas en un volar risueño de nubecillas rojas. Más alto que la vida va el ensueño, sobre la enhiesta cima aparece la noble hora otoñal y cauta que ciñe en la frente el lauro, despliega en los brazos el roble y en la planta la vastedad de abrojos. La musa se ofrece como un fecundo suelo, florece un himno solemne y de reposado vuelo, un repicar de campanas vibra cual un augurio en la torres lejanas. La estrella furtiva lucha con la penumbra pensativa. Hay un compás de espera en la alucinación de la pradera y el espíritu augura la llegada imprecisa de la hora futura. En las tardes sonoras cuyos ecos destilan un piadoso letargo, miro pasar el largo desfile de las horas. |
Mario Andino López
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