Relación existente entre las virosis cutáneas recidivantes y el estado inmune de los pacientes afectados |
Resumen: En
nuestros días los virus cobran un importante papel dentro de la sociedad,
debido a que cada vez las mutaciones que se presentan en los mismos les
permiten perpetuarse y continuar siendo huéspedes indeseables en los
humanos, causando múltiples enfermedades. Dentro
de ellas las virosis cutáneas que en ocasiones pueden recidivar, convirtiéndose
en un problema de salud y de estética a la vez, y que por lo general
afecta a poblaciones jóvenes. Es por ello que se quiso demostrar la
relación existente entre las virosis cutáneas recidivantes y el estado
inmune de los pacientes afectados. El
mismo se realizó en el hospital Dr. ″Salvador
Allende″,
con casos vistos en la consulta de Inmunología, en el periodo comprendido
de enero 2005 a diciembre 2007. Se
pudo comprobar que alrededor del 50 % de los pacientes presentaron estados
de inmunodeficiencia celular, también se llegó a la conclusión que más
del 50 % de estos pacientes afectados por virosis cutáneas recidivantes
su sistema inmune se encontraba deprimido por los resultados obtenidos en
la prueba cutánea demorada, presentando una hipoergia. Palabras
claves
Recidiva:
reaparición de una enfermedad después de haber transcurrido un tiempo IgS:
inmunoglobulinas IgG:
Inmunoglobulina G RE:
roseta espontánea RA:
roseta activa IDS:
Inmunodeficiencia secundaria IDP:
Inmunodeficiencia primaria PCR:
prueba cutánea retardada o demorada SI:
sistema inmunológico Introducción Virus
(en latín, veneno), entidades orgánicas compuestas tan solo de material
genético, rodeado de una envoltura protectora. El
termino virus se utilizó en la última década del siglo XIX para
describir a los agentes causantes de enfermedades más pequeñas que las
bacterias. Ellos carecen de vida independiente, pero se pueden replicaren
en el interior de las células vivas, perjudicando en muchos casos a su huésped
en este proceso. La
existencia de los virus se estableció en 1982, cuando el científico ruso
Dimitri I. Ivanovsky descubrió unas partículas microscópicas, conocida
más tarde como el virus del mosaico del tabaco. En 1898 el botánico
holandés Martimes W. Beijerinck denominó virus a estas partículas
infecciosas. Pocos
años más tarde, se descubrieron virus que crecían en bacterias, a las
que se denominó bacteriófagos. En
1935, el bioquímico estadounidense Wendell Meredith Stantey cristalizó
el virus del mosaico del tabaco, demostrando que estaba compuesto sólo
del material genético llamado ácido ribonucleico (ARN) y de su envoltura
proteica. En
la década de 1940 el desarrollo del microscopio electrónico posibilitó
la visualización de los virus por primera vez. Los
virus representan un reto importante para la ciencia médica en su combate
contra enfermedades infecciosas. Y
las infecciones virales en humanos por lo general dan como resultado una
respuesta inmune. La
función principal del sistema inmunológico (SI)
es proteger al organismo de la agresión de agentes extraños de cualquier
índole, como virus, bacterias o moléculas no reconocidas como propias,
es decir, que no integren su estructura biológica. Es
por ello que se quiso demostrar la relación existente entre la virosis
cutánea recidivante y el estado inmune de los pacientes afectados. El
sistema inmunológico es extraordinariamente complejo y está integrado
por diferentes órganos, tejidos, células y moléculas que tienen
relaciones interdependientes muy estrechas para poder responder
adecuadamente a los agentes extraños. De manera comprensible y esquemática
se puede clasificar la inmunidad en natural, con la que nacemos, y específica,
que se adquiere durante el crecimiento y adaptación al medio. Sus
componentes más importantes son: la piel y mucosas, los órganos
linfoides como las amígdalas, las adenoides, el bazo, el timo, los
ganglios linfáticos existentes en el tejido pulmonar e intestinal; proteínas
que están presentes en la sangre, como las inmunoglobulinas, que son los
anticuerpos, y numerosas células leucocitarias, dentro de las cuales
tienen una participación muy especial los linfocitos, además de
numerosas sustancias producidas por estos órganos y células; por último,
la estructura génica del sistema principal de histocompatibilidad (SMH).
La
inmunodeficiencia se produce cuando existe un defecto congénito de algún
componente del sistema o cuando este se encuentra afectado por causas
externas cuantitativas o cualitativas, por lo que respectivamente se
denominan inmunodeficiencias primarias (IDP) o secundarias (IDS).
La
respuesta del sistema puede ser insuficiente según el tipo y grado de
agresión, pero también puede ser anárquica y dirigida a lo propio, lo
que ocasiona otros tipos de enfermedades como las autoinmunes y las
alergias. La
respuesta inmune normal requiere de un equilibrio o balance biológico muy
sensible, que puede alterarse por muchas causas internas o no dependientes
del organismo, sino del medio y de la sociedad. Es lo más frecuente que
estas alteraciones estén relacionadas con el padecimiento reiterado de
enfermedades mayoritariamente infecciosas. En
las inmunodeficiencias primaras, predomina las infecciones a repetición
que pueden afectar cualquier órgano del individuo. Las infecciones
recurrentes como la furunculosis en piel y eczemas cutáneos, herpes de
cualquier localización, se logran conocerse con un interrogatorio
adecuado al paciente o familiar y un examen físico minucioso, que permite
el diagnóstico presuntivo de una IDP.
Los
exámenes de laboratorio para confirmar el diagnóstico pueden dividirse
en 2 niveles: el primero, que nos permite el diagnóstico de las
inmunodeficiencias más frecuentes, incluye el hemograma, la cuantificación
de las inmunoglobulinas (IgS) y
de los anticuerpos, el estudio de los linfocitos y sus subpoblaciones, la
respuesta cutánea retardada y otras pruebas funcionales. El
segundo nivel requiere del estudio de subpoblaciones leucocitarias y de
las moléculas de adhesión por métodos de citometría de flujo, de la
presencia en cantidad y calidad de varias enzimas y de métodos de biología
molecular para el estudio del sistema principal de histocompatibilidad (SPH).
En general, el diagnóstico definitivo de las inmunodeficiencias requiere
de métodos de laboratorio muy especializados. Para
este estudio se utilizaron los siguientes métodos:
Cuantificación
de la Inmunoglobulina G (IgG)
En
esta técnica el antígeno (Ag) forma un complejo precipitante con el antisuero monoespecífico
en el punto de equivalencia de las concentraciones del antígeno y del
anticuerpo (Ac), y se hace
visible el anillo resultante de la precipitación. El diámetro del halo
de precipitación se relaciona directamente con la concentración del antígeno.
Y atendiendo a los rangos de referencia, se determina el incremento o
disminución de las concentraciones de la inmunoglobulina, donde el tiempo
de difusión del antígeno es de 24 horas (en el caso de la IgG). Esta
prueba resulta de interés especial en las inmunodeficiencias primarias y
secundarias, así como en las enfermedades autoinmunes. Prueba
de formación de Rosetas: Espontáneas (RE) y Activas (RA)
Ella
se basa en la característica que tiene el linfocito T de presentar en su
membrana un receptor específico para hematíes de carnero (el cual
corresponde con la molécula CD2 o T11) que le
permite que los mismos se asocien a su membrana formando rosetas en
condiciones apropiadas Las
rosetas espontáneas se incuban 18 horas a 4° C en baño de hielo, y las
rosetas activas 5 minutos.
Si
evaluamos la formación de RE, estamos cuantificando los linfocitos T
periféricos totales, mientras que si evaluamos la RA, estamos
cuantificando linfocitos T funcionalmente activos en periferia. Valores de referencias RE
(64 – 85 %) RA
(35 – 47 %) Prueba
cutánea retardada (PCR) Se
basa en la aplicación de antígenos al individuo, con los cuales el
organismo ya estuvo en contacto previamente por los esquemas de inmunización
o por frecuencia en el medio. La
misma se hace inyectando el antígeno justo debajo de la piel, por lo
general en el antebrazo, de modo que una pequeña protuberancia levante la
piel. La protuberancia indica que el antígeno se ha inyectado a la
profundidad correcta. Generalmente se indica el sitio con un marcador de
tinta. Esperando una reacción normal de induración a las 48 horas. Sí
el sistema inmune es capaz de reaccionar ante los antígenos, la piel se
verá roja o irritada en el lugar donde se inyectó el antígeno. El tamaño
y grado de la irritación determinará si el paciente está respondiendo
al antígeno, el sitio de inyección de la prueba mostrará una zona
inflamada de más de 5 mm. Una
zona inflamada de menos de 5 mm indica la posibilidad de que el sistema
inmunológico no es capaz de reaccionar a cualquier antígeno. Hipoergia:
Disminución de la intensidad de la reacción inmunitaria. Anergia:
Incapacidad para
reaccionar a una batería de antígenos comunes con pruebas cutáneas. Se
realizó un estudio descriptivo longitudinal retrospectivo.
Universo
de muestra Todos
los casos vistos en la consulta de
Inmunología en el período de enero
2005 hasta diciembre del 2007. Muestra 62
pacientes aquejados de virosis cutánea
recidivante. Fuente
de recolección de los datos: Primaria Técnica
de recogida de la información: Por
registro Método
de muestreo: Por
selección de un experto (el médico) Resultados Tabla
# 1: Principales afecciones y cantidad de casos atendidos por virosis cutánea
persistente.
|
Lic. Yornaika Llano González
yornaika@infomed.sld.cu
Licenciada en Tecnología de la Salud, especialidad: Laboratorio Clínico.
Profesora Instructora de la Facultadad de Ciencias Médicas Dr. Salvador Allende
Hospital Dr. Salvador Allende
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