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Mientras tanto

Del cuento de Saki a WikiLeaks
Juana Libedinsky

LA NACIÓN, Bs. As. (Arg.)

MADRID.- No hay nada nuevo bajo el sol. No hay nada nuevo en decirlo, pero se vuelve particularmente relevante cuando se advierte que una de las descripciones más pertinentes que circulan sobre un fenómeno tan del siglo XXI como las revelaciones de WikiLeaks, en realidad, se encuentra en un cuento de la Inglaterra de principios de siglo XX.

El punto central es el mismo: que sea en la diplomacia contemporánea, en una fiesta eduardiana o en un harén, hay una cuota de hipocresía que es necesaria para que las relaciones humanas puedan seguir adelante. Y que cuando se levanta del todo ese velo, surgen serias tensiones, no porque los líderes políticos, personajes de la sociedad inglesa o sultanes y concubinas no supieran que, detrás de la fachada de cordialidad, son detestados, sino porque la expresión pública de este desagrado es el insulto que no puede ser fácilmente ignorado.

En El efecto Tobermory, Saki narra la historia del gato de una familia de la alta sociedad británica que, para sorpresa de todos, aprende a hablar durante un fin de semana en que la mansión está llena de invitados. Hasta ese momento, todos habían hablado delante del gato Tobermory sin medir sus palabras, y el animal comienza a repetirlas.

Por ejemplo, cuenta a todos que Lord y Lady Blemley, los dueños de casa, sólo invitaron a una señora de alta alcurnia que creía ser su íntima amiga porque no entendía nada de mecánica y quieren venderle su coche defectuoso. Otro ilustre huésped encuentra a los Blemley insufribles, pero aceptó la invitación porque tienen un buen cocinero. Así el gato va contando lo que unos decían a espaldas de los otros, creando una situación insostenible. A la mañana siguiente, aparece muerto.

La explicación oficial es que se debió a una pelea con el gato del presbítero del pueblo. La hipocresía cotidiana inmediatamente se recupera y las relaciones sociales vuelven a florecer. Después del almuerzo -cuenta Saki-, Lady Blemley le escribe una agresiva carta al religioso por la pérdida de su adorada mascota.

El futuro de Julian Assange, claro, todavía es una incógnita, pero quienes le encuentran un paralelo marcado con Tobermory tienen razón para preocuparse.

por Juana Libedinsky

jil210@gmail.com
LA NACIÓN, Bs. As. (Arg.)
Domingo 12 de diciembre de 2010

Autorizado por la autora

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