Regreso cristalino |
He vuelto al camino con opacidades de quien vibra, respondo a la boda de los cisnes, a cánticos que etéreos me apresan, sostienen el huevo de la danza, umbral de maravillas, símbolo que en la madurez me sopla la cara. Monótona es el aria, esfuerzo de la orquesta en inmovilidad de las vírgenes, se creen veneradas. No conocen que el mar es cántaro turbulento. El brote de palmeras trasmite señales y el mar continua impasible, disfraza la gelatina de los océanos, ángeles trasnochados e ignominiosos no conocen los ojos de sus muertos, táctica de marineros sin escrúpulo. Aquéllos que se creen danzarines y adoran al diablo. La sal no es libre, es atadura de todos los muertos del mundo, los que sufren el agua y adornan los platos porque la sal es un hijo que ha muerto y regresa en comidas desertoras, el hambre no nos deja ver que la sal está adornada de fiebre como patrimonio venera los ánimos, donde la luz perdona sus difuntos por penetrar en nuestra mesa y brindarnos una gota de su dicha |
Odalys Leyva Rosabal
odalysleyva@pprincipe.cult.cu
Del libro "Dialogo sagrado de las vírgenes"
editorial Ácana de Camaguey, Cuba (2008)
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