La décima tanática un camino recorrido por los poetas cubanos |
La
férvida contemplación que el oportuno Vincent Van Gogh pinta en su
autorretrato nos modela la avidez del virtuoso de absorber la
particularidad y excites humanos del retratado. Los explícitos trazos y
los colores palpitantes son privativos de la pintura de la última época
del artista. Jesús Orta Ruiz, poeta cubano, traza y sublima su cosmos
individual con los tintes intensos de la naturaleza que redescubre en los
versos octosílabos, que desgrana en la décima, los trazos del grito esotérico
de Van Gogh El
autorretrato romántico se identifica por el proceso psicológico
construido del supeditado: hechizado por la imagen morbosa, el artífice
registra de manera penetrante que su existencia está fraccionada entre lo
que expresa su yo (Eros) y el estremecimiento de su disociación (Tanatos).
Indaga, la costumbre final donde la veracidad de su entelequia se formula
con una luminiscencia incuestionable en el centro de un firmamento de
representaciones donde cada forma es la emanación natural del yo. Los
poetas cubanos que le cantan al amor e interiorizan los ocultos y
misteriosos sonidos de la muerte utilizan la décima como vehículo,
estrofa que recorre los saltos y nos imbrica en un discurso de
representaciones. Desde los orígenes y volviendo a ellos la décima cultivada con acierto por Juan de Mal Lara Mística Pasionaria, sigue aunando voluntades. El estudioso poeta y ensayista Virgilio López Lemus, en su libro La décima renacentista y barroca, hace un esquema donde delimita a los cultivadores de la décima en el siglo XV y XVI según su aparición en el universo creador. Me llamó a la atención que en el ciclo de la espínela como se le ha nombrado aparece en el año 1523 Juan Ángel con la estructura abba. accddc, luego Juan de Mal Lara en 1571 y posteriormente Vicente Espinel entre 1574 y 1587 con la misma estructura. Aunque enuncia Virgilio: |
Según
alusión directa de Gregorio Mayans y Siscar en el siglo XVIII, en su Vida de Cervantes (1737) y en Cartas
morales (1773); él halló esta misma fórmula en el poema Tratriunfo
de don Rodrigo Mendoza
Marques de Cenete, de 1523; mediante este dato, niega la paternidad de la
espinela a Vicente Espinel. Pero las décimas de Juán Ángel no tienen aún
el sentido musical que puede hallarse en las del poeta rondeño. Espinel
era conocedor de la música y disfrutó el ritmo del que se apoderó a su
gusto sin oficializar en ningún momento que el era su creador.
Sin embrago Mística
Pasionaria de Juan de Mal Lara si logra imponerse ante las décimas de
Espinel de un modo acertado y palpable a los ojos de los amantes de la décima
y seguidores de Vicente. Valora Virgilio: Si
seguimos los razonamientos antes aludidos de los estudiosos de los orígenes
de la espinela (Rodríguez Marín, Juan Millé y Jiménez, D. Clotelle
Clarke y Cossío), Espinel Escribió la suya perfectamente entre unos diez
o veinte años después que Mal Lara. La precedencia es muy evidente, y
abría que batallar duro o hacer muy gorda la vista para obviar este
argumento de Sánchez Escribano. (Un
ejemplo de la espinela anterior a 1571). Popularizada
por Vicente Espinel en el siglo de Oro español, aunque si de popularizar
se trata Lope de Vega, con un carácter muy emotivo formó una notable
cadena de seguidores y amantes de la estrofa bautizada posteriormente como
espinela. El
investigador mejicano Fredo Arias de la Canal, incitó al catedrático
cubano Virgilio López Lemus,
para que concentrara su exploración sobre la décima que le sirvió
como tesis en su doctorado, ya en forma de libro nos sirve de una atractiva y profunda
fuente de datos para conocer acerca de la evolución de la décima malara.
En
los prólogos a Glosas (FAH
2005) de Francisco Henríquez y Antología
tanática del refranero hispano (FAH 2007), se ha afiliado al sondeo y
defensa de la estrofa, rindiendo culto a los orígenes de la creación
decimistica en Hispanoamérica.
La décima recibe más reconocimiento en nuestro país bajo la
pluma de Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé. La tradición de la décima
en nuestra isla tiene varias figuras imposibles de obviar en este estudio
dentro de ellas en el siglo XVIII Santiago Pita (1693- 1755) que fue un
capitán de milicia, autor de la obra teatral El
Príncipe Jardinero o Fingido
Cloridano, dicen que su nombre completo es Santiago Antonio Pita y
Borroto, nacido en La Habana. La
poesía escrita por mujeres también ha venido aparejada a la literatura
cultivada por los hombres, la Marquesa Jústiz de Santa Ana (1733- 1807),
es una poetisa que escribió muchísimas décimas, ella junto a Gertrudis
Gómez de Avellaneda, natural del Camaguey, impusieron sus nombres a los cánones
de la época, la tula feneció en España, lejos de la tierra que la vio
nacer. Este aliento poético se impregna de voces como: Julia Pérez
Montes de Oca (1839- 1875), Aurelia del Castillo, de Santa María del
Puerto del Príncipe, hoy Camaguey, la poetisa holguínera Adelaida de Mármol
(1838-1857) y Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922).
El perfil de la décima femenina –califiquemos
plácidamente así: décima femenina, al conjunto de las estrofas
escritas o improvisadas por mujeres, aunque un termino más extenso sea
preferible-, desde sus comienzos en la historia de la Cuba colonial hasta
el ahora posmoderno, se ha convertido en parte importante de la
literatura nacional. La
producción literaria en Puerto Príncipe, solamente no fue anchurosa
sino, desde muy precoz, objeto de estudios y búsquedas. El siglo XIX fue
exuberante y en casi toda la centuria excedieron los ardientes afanes por
las líneas románticas. Es Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873),
quien bautiza a Camagüey como la cuna de la poesía femenina cubana en el
siglo XIX, a partir de una lírica calada de ternura y sensibilidad. Y es
exactamente en Puerto Príncipe, donde Sofía Estévez (1848-1901) escribe
sus recordadas décimas “A Cuba”. Se identifica con la supervivencia
de los indios previamente al descubrimiento de la Isla por Cristóbal Colón.
Puso su pluma en defensa de la patria contra el dominio colonial español.
Sofía, cofundadora del Céfiro (periódico de la época), tuvo una
formación autodidacta. Martina
Pierra (1833-1900) es otra autora presente en este siglo. Se movió en las medidas de un romanticismo ecléctico al igual que las anteriores escritoras y
Aurelia Castillo de González (1842-1920), poeta que viajó por
numerosos países y soportó en carne propia el exilio, sin embargo fue
una amante de su tierra natal. Colaboró con revistas literarias de
Asturias y Andalucía, fue fundadora en Cuba, junto a otros artistas, de
la Academia Nacional de Artes y Letras. Hablar
sobre la historia de la literatura en Cuba necesitaría un ensayo especial
para ello; pero me sería desnaturalizado no hacer una mención de José
Martí Pérez (1853- 1895),- nuestro Héroe Nacional-, en el siglo
XIX, el junto a Julián del Casal (1863 – 1893), fueron precursores del
Modernismo al igual que Rubén Darío. Le dieron a su lírica un vuelo que
aún sigue siendo apreciado por las nuevas generaciones, no sólo de Cuba,
sino del mundo todo. Ya
en este siglo aparece de un modo más expandido el uso de la décima por
poetas como: Manuel de
Zequeira y Arango (1764- 1846), nació en La Habana
y murió en la misma ciudad, publicó sus poemas en papel periódico
de La Habana y es muy recordado por su “Oda a la piña”,
Manuel Justo de Rubalcava, Santiago
de Cuba (1769- 1805), él junto a Zequeira es de los precursores de la
poesía cubana, entre sus poemas más recordados está “La Silva
Cubana”, Gabriel de la Concepción Valdés (Placido) (1809- 1844),
Francisco Poveda (1796- 1881), José Jacinto Milanes (1814-1863), José
María Cárdenas Rodríguez
(1812- 1882), fue discípulo de José Antonio Saco, en 1834 viajó a los
Estados Unidos y allí hizo amistad con Félix Varela y lo ayuda a
corregir sus obras, colabora en decenas de periódicos, algunos de sus
poemas aparecieron en “América Poética” en 1854. Aunque su nombre lo
ganó como prosista satírico. Utilizó el seudónimo de Jeremías de
Docaransa. Otros literatos de elevada expresión fueron. Rafael María de
Mendive (1821- 1886), Joaquín Lorenzo Luaces (1826- 1867) y José
Fornaris (1827- 1890). El poeta que con más gracia y singularidad cultivó la décima
en el siglo XIX, fue el tunero Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé)
(1829 – 1862), -aunque su muerte y desaparición aún continua siendo un
enigma-. Fue la voz cumbre
que arrastró con su estilo a muchos poetas de su siglo y aún entrado el
siglo XXI, la décima campesina, tradicional o popular como pudiéramos
llamarla, aún mantiene los visos clorofilados. Aunque varios escritores
hayan ido rompiendo con los amarres temáticos y logren en su discurso la
infalible y culta poesía, orientando su timonel hacía lo novedoso donde
las interrogantes del yo se han superpuesto a los demás intereses del
hombre. Y un floreciente
postmodernismo viaje en el pecho de la décima.
Aunque más de un poeta de los que ha transitado por la décima con
un sinnúmero de experimentaciones hoy se van levantando con una nueva óptica
con la pretensión de volver a la estructura original de la décima
defendiendo el fervor de los orígenes, se busca un discurso renovador y
culto, manteniendo la estructura clásica de la décima Malara
Estos
poetas antes mencionados marcaron una firmeza intelectual que más tarde
fue seguida por verdaderos amantes de la décima Carlos Pío, Federico
Urbach, Dulce María Borrero, Nieves Xenes, Ramón Gil, Felipe Pichardo,
Agustín Acosta (1886- 1979) de Matanzas entre otros. La
décima Malara, se extendió por todo el territorio nacional gracias a los
repentistas y al asentamiento de canarios en Cuba, las décimas con temas
campesinos, criollos y décimas humorísticas sobre todo en los lugares
rurales. Hubo un pulular del romanticismo, siboneyismo y criollismo. Ulterior
a la primera década del siglo XX, varios poetas sobresalen en su andar poético
en varias provincias de Cuba dentro de ellos Regino Boti (1878- 1958), de
Guantánamo, José Manuel Poveda (1886- 1979) de Santiago de Cuba, entre
otros. Luego se levanta una
nueva generación de poetas, que hace más palpable la ebullición
literaria en el país: Regino Pedroso (1896- 1983), Nicolás Guillen
(1902- 1989) de Camaguey, Manuel Navarro Luna, poeta matancero-
manzanillero (1894- 1966), José Zacarías Tallet; Emilio Ballagas
(1908-1954) de Camagüey, Mariano Brull (1891- 1936), Ramón Guirao,
Eugenio Florit, Rubén Martínez Villena. Momento crucial es la entrada de Jesús Orta Ruiz, con el don
de la improvisación, de él brotaron maravillosas décimas amadas por los
seguidores de esta estrofa. Alcanzó
elevada resonancia en El Camaguey desde la voz de Nicolás Guillen,
y en otras partes del país con el atuendo galante de poetas como
Florit, Navarro Luna, Samuel Feijóo, Ballagas y Brull; pero la décima
tiene un momento floreciente cuando el grupo “Orígenes”, le brinda la
singularidad de cada uno de sus cultivadores y le aportan sus valores
ideotemáticos, desde plumas que vertieron su exquisitez como: Eliseo
Diego (La Habana, 1920- México 1994), José Lezama Lima (La Habana 1910-
1976); Ángel Gastezlú, Fina
García Marruz y Cintio Vitier. Todos con un valor autentico y culto en el
cultivo de la décima, Lezama fue poeta, ensayista y novelista dentro de
sus libros de poemas se encuentran “Muerte de Narciso”, (1937),
“Enemigo Rumor”, (1941), Aventuras Sigilosas” (1945), La Fijeza
(1949), Dador (1960), fue el líder del “Grupo Orígenes” en sus décimas
se observa el uso de un lenguaje diferente.
Eliseo Diego con: “versos
al túmulo de la señora la muerte. A. D 1836- 1967”, dentro de sus
libros de poemas se encuentran: “En la Calzada de Jesús del Monte”
(1949), Por los extraños pueblos (1958), “Oscuro esplendor” (1966),
“Muestrario del mundo o las maravillas de Boloña” (1967) y su último
libro de poesía fue “Cuadro de Oro” en (1990), Y Fina García Marruz
(1923), escribe recordadas décimas como las que dedica a Samuel entre
otras. En la
primera mitad del siglo XX y a comienzos de la segunda mitad del mismo
siglo. En el siglo XX gozamos con la gracia de un poeta como Jesús
Orta Ruiz, Premio Nacional de Literatura y uno de los poetas decimistas más
publicados en Cuba y en el mundo. Famoso improvisador, poeta que escribió
recordadas décimas humorísticas y un poema dedicado a la muerte de su
hijo, que ha sido musicalizado y repetido de memoria por varias
generaciones de amantes de la décima. Posteriormente al triunfo de la
revolución Naborí le canta a las conquistas del pueblo y es seguido por
poetas como Ángel Augier, Ricardo Riverón, Samuel Feijoo, quien aportó
sus aguas octosílabas, y el aire auténtico de la investigación. Luego
de los años 70 la décima ofrece un salto que marcó el comienzo de una
nueva etapa de búsqueda constante tanto en los temas como en rupturas en
las medidas de los versos, era el comienzo de una experimentación que
hasta nuestro días mantiene la décima en efervescencia y es Adolfo Martí
Fuentes poeta español radicado en Cuba con su libro “Alrededor del Punto” , ya la renovación temática se hace
palpable en las décimas dedicadas a la Guerra de Angola del poeta
radicado en Camagüey Benito Estrada
Fernández (Holguín 1945) y de otros seguidores como Carilda
Oliver Labra (Matanzas, 1922), (ambos premiados en el concurso “26 de
Julio de décimas), Serafina Núñez (La Habana 1913- 2006), Santos Hernández,
(La Habana, 1914), Luis Martínez Gómez (Cienfuegos 1918- 2001), Rafaela Chacón
Nardi (1926), Nieves Rodríguez Gómez (San Juan y Martínez, Pinar del Río,
1934), Renael González Batista (Holguín 1994), Gilberto Cruz Rodríguez
(Gibara Holguín, 1937), Pedro Pèglez (La Habana, 1945), Waldo Gonzáles López (Puerto Padre, Las Tunas,1946),
Virgilio López Lemus (Fomento, Santa Clara 1946), Roberto Manzano (Ciego
de Ávila), Luis Toledo Sande (Holguín), Raúl Hernández Novas,
Osvaldo Navarro (Santa
Clara, 1946), Alberto Serret (Santiago de Cuba, 1947- Ecuador, 2001), Sergio Morales Vera (Buenaventura, Holguín,
1954), José Luis Rodríguez
Alba, Rodolfo de la Fuente, Luis Beiro Álvarez, Raul Ferrer, Leoncio
Yanes, Justo Vega, Agustín
Serrano Santiesteban (Velasco Holguín, 1958). Estas fueron las
principales figuras que en su generación le aportaron un sabor
trascendente a la décima. Aunque
sobresalen poetas que nacen posterior a los años 60 como:
Arístides Valdés Guillermo (Coralillo, Villa Clara, 1960),
Jorge Luis Mederos, Alpidio
Alonso Grau, Alexis Díaz
Pimienta (La Habana, 1966), José Manuel Espino,
David Mitrani Arenal (La Habana, 1966),
Carlos Téllez Espino, Domingo Mesa, Carlos Esquivel Guerra
(Colombia, Las Tunas, 1968), Alberto Garrido Rodríguez (Santiago de Cuba,
1966), Ronel González Sánchez, (Holguín, 1971), Daniel Laguna Labrada
(Las Tunas, 1961), Alberto Peraza (Pinar del Río, 1961), Antonio
Borrego Aguilera (Las Tunas, 1962), Argel Fernández Granados (Puerto
padre, las Tunas, 1963), Jesús David Curbelo (Camaguey 1965),
María de las Nieves Morales, (La Habana, 1969), Norge Espinosa
(Santa Clara, 1971), Yamil Díaz Gómez , (Santa Clara, 1971),
Nuvia Inés Estévez Machado (Puerto Padre, Las Tunas, 1971), Ana
Rosa Díaz Naranjo (Las Tunas, 1973),
que le tributaron a la décima un verdadero caudal de experimentación
y dominio en los diferentes metros y rimas, surgieron necesidades de
nuevas búsquedas ideo temáticas volcadas hacia el mundo del arte, una
fusión de la plástica, la arquitectura, la escultura, las matemáticas,
la danza, la religión, la filosofía. La décima alcanzó un valor lírico
e intelectual sorprendente, aunque por momentos se cayó en un disloque
experimental en cuanto a la forma se refiere; pero con una fuerza estética
inconmensurable y provista de una carga de pensamientos filosóficos y
conceptuales que nos ofrecen un universo artístico sobre todo a partir de
la década de los 90. En
este momento considero que este tipo de décima está tratando de volver a
sus orígenes en cuanto a forma se refiere; pero aún son múltiples los
libros que han descargado todo ese juego experimental y que se encuentran
inéditos, debido a la política editorial que se lleva a cabo con este género,
por lo que resulta incómodo establecer un termómetro a la hora de hacer
una consideración sobre el tema. No me considero una voz autorizada en
esta cuestión donde han abundado destacados estudiosos de la décima en
nuestro país; pero mi lugar de poeta y de investigadora establece un
maridaje que me permite estar cerca de los creadores cubanos. Me atrevo a
decir que la décima tiene proyecciones y es una verdadera descarga de
buena poesía con un lenguaje que dialoga y explora con hondura y de este
modo sacudir, construir y desconstruir desde el verso y hasta el verso. Varios son los libros que han marcado esta agudeza intelectual
y la exploración innovadora de lenguaje, el cambio de la forma y de la métrica
con décimas escritas en prosa, en forma de telegramas, de cartas, y la
mixtura de décimas asonantadas y consonantes.
Dentro
de los muchos de incuestionable calidad se encuentran : Perros
ladrándole a Dios, (1999) de Carlos Esquivel, Furiosa eternidad de Ronel González, El mundo tiene la razón de José Luis Serrano y Ronel González, Robinsón
Crusoe al fin regresa de Alexis Díaz Pimienta y David Mitrani Arenal,
Bufón de Dios de José Luis Serrano, Caída del ángel a la gloria de Diusmel Machado, Techo
infinito, (2007) de Pedro Juan Medina, Otra
vez la nave de los locos de María de las Nieves, Esta
leve oscilación del péndulo de Yunior Felipe Figueroa, Toque de queda de Carlos Ezquivel, Cantaro Inverso, (2004)
e Invocación por el
paria, (2001) de Pedro Peglez, Toque
de queda, (2006) de Carlos Esquivel Guerra, Atormentado de sentido, (2007)
de Ronel González, Confesiones de
la mano zurda, de Alexis Díaz Pimienta, Soldado
desconocido de Yamil Díaz, Aneurisma
de José Luis Serrano entre otros. Veamos
un texto de Ronel Gonzáles Sánchez (Premio Iberoamericano Cucalambé
2006), dedicado al tema de la muerte: |
Panegírico del asesino Hijo:
yo no soy culpable. A
veces la muerte cansa y
la vida no te alcanza para
comprender que amable puede
ser cortar el cable terrenal
que nos mantiene. Siempre
la piedad conviene (cuando
no es Dios quien la enjuicia) Pero
sólo la justicia decide
de dónde viene. No
permitas que te asalte la
filicida sospecha. Para
ti no habrá una flecha eleática.
No falte en
tu mano el gerifalte de
la duda, mas deroga tu
devoción por la soga y
no me pidas que otorgue también
tu rostro a la morgue porque
complacerte ahoga. Recuerda
que él fue un tropiezo luctuoso,
una sepultura errante,
una prematura hiperestesia,
un exceso. Haber
sostenido el peso de
su erial desde la infancia, soportar
su necromancia, su
exánime pie mortuorio, ¿No
convirtió en un velorio mi
vida, por ignorancia? Hijo:
ten piedad. No es burdo transformar
al Homo faber en
la eversión de un cadáver fiduciario
de lo absurdo. Justificaciones
urdo como
el que sostiene un báculo a
través del infernáculo donde
un salto es el envite, pero,
por favor, permite que
yo elimine el obstáculo. Expulsados
del parterre original,
proferimos insultos
a Dios y abrimos viejos
frascos. Quien no cierre los
ojos, morirá. Yerre o
no la paz del arsénico, con
disimulo ecuménico perpetrará
su aquelarre como
un tósigo que barre para
siempre de lo edénico. |
Este
texto es una verdadera escuela de buena poesía donde lo experimental para
nada es un puente al entendimiento, sino una audacia que lo valida como
poeta de vanguardia, la proyección del arte contemporáneo con dominio de
la décima que se estiliza y dialoga con los predios literarios,
postmodernismo desde un discernimiento estético hábil. Veamos
como Carlos Esquivel Guerra trata el tema de la muerte de un modo
interesante y además hace juegos estructurales |
Obituario La
escuela se llamará y
juran
mi nombre largo ante
el corazón amargo de
la madre
Llorará algún
niño y mentirá a
la historia
Mi mujer se
irá jugando a coser su
recuerdo
y una vela pondrá
mi nombre a la escuela para
no volverme a ver (Termina el jefe su culto) Calueque,
un 8 de Mayo (sin
arboledas sin huesos) te
escribo madre e ilesos mis
puntos abren un rayo peregrino,
ya sin rezos sin
pórticos, sin un muro para
servirme el apuro de
la escudilla maldigo que
mi nombre sea abrigo que
mi nombre sea oscuro como
la nieve en la Habana En
mi tempestad por linde hay
un hombre que se rinde y
hay un hombre que mañana dibujará
una campana en
su bandera. Otro rayo me
volverá si no estallo ante
las piedras, lo exijo Guárdate
en mi sombra tu hijo Calueque,
un 8 de mayo Hoy
morirá Guz Fernández Todos
esperan que se hunda esta
balanza fecunda para
el naufragio, no mandes Dios
el alma, no desandes este
ovillo indiferente del
que cae y no presiente volver,
alguien morirá y
la patria estrenará un
olvido diferente Yo
no estoy en el retrato madre
(miente) no es mi cara la
que simula y ampara ese
papel. En tu plato se
quema país y trato que
no oscurezca. No ciño a
la verdad de este guiño de
oberturas. No respira mi
retrato y es mentira todo lo que llora un niño. |
Este
texto es una mixtura de décimas asonantes y consonantes, pero una buena
lectura demuestra que el poeta se mantiene dentro del patrón de la décima
tradicional abbaaccddc, aunque escritos de forma diferente y usando
espacios por los signos de puntuación. A
todo este fulgor decimístico le sigue una nueva generación de poetas
nacidos después de mediados de los 70, que mantienen el ímpetu creador
como son: Diusmel Machado Estrada (Guáimaro, Camaguey, 1975), Karen
Leyva Ferrert (Ciudad de la Habana, 1975), Yordanka Haramboures Zaldívar,
(Mayarí, Holguín (1975), Pedro Juan Medina (Trinidad, Sancti Spíritus),
Osmany Oduardo Guerra (Colombia, Las Tunas, 1975),
Ray Faxas (Las Tunas 1975), Frank Castell González (Las Tunas,
1976), Isbel Díaz Torres
(Ciudad de la Habana, 1976), Yunior
Felipe Figueroa (Cacocúm, Holguín, 1977), Yuslenis Molina (Las Tunas,
1980), Osmel de la Cruz Amador (Cruce de Mir, Calixto García, Holguín,
1983), Karina Mora Sánchez ( Nicaro Holguín 1985), Ana Ivis Juan Espinosa (Camagüey, 1986),
Legna Rodríguez Iglesias (Camaguey, 1984) ,
Giraldo Segura (Ciudad de la Habana), Frank Upierre (Ciudad de la
Habana), Freddy Laffita
(Guantánamo, 1971), Wencier
Pérez Ricardo (Delicias, las Tunas) y Annaliet Fradraga (Chambas, Ciego de Ávila, 1988)
entre otros. La
décima oral y escrita en Cuba desbordó sus manantiales en cuanto a décimas
tanáticas se refiere, el tema de la muerte recurre y a pesar de que todas
las sociedades han reflexionado concerniente a la muerte, su disertación
obstinada es naciente. Incluso hace poco en la sabiduría occidental existía
un tabú contra el estudio de una cosa tan temible y subjetiva como ella.
Profusas personas piensan que el estudio del tema es delicado, pero los
tanatólogos discurren que su débito beneficia a la humanidad, ya que la
penetración de los problemas de la muerte puede hacer que esta
experiencia sea menos sufrida. Aquí
la décima excede su fragor desde lo más genuino de nuestros cultivadores
esos que salvan su voz de los derrumbes, porque como dijera Nicolás
Guillen: Los grandes muertos son inmortales: no mueren nunca. Parece que se
marchan; parece que se los llevan, que se pudren, que se deshacen.
Pensamos que la última tierra que se les llena la boca va a enmudecerlos
para siempre. Pero la lengua se les hincha, les crece; la lengua se les
abre como una semilla bárbara y expulsa un árbol gigantesco…
Guáimaro, Camaguey, Cuba, Julio de 2007. |
Odalys Leyva Rosabal
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