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Dialogar de participación en los procesos culturales. |
1- Para los guaimareños es un acontecimiento tener aquí a Jesús Guanche. ¿Después de impartir este curso creé usted que el imaginario simbólico de Guáimaro se mueve sobre bases sólidas? Este es un curso de postgrado que por lo regular se encuentra limitado a un conjunto de personas interesadas en el tema, si bien por lo regular deben asistir hasta veinte, para ser manejable a nivel de diálogo y debate, este superó el medio centenar y hubo que emplear un procedimiento más participativo mediante temas muy específicos para dar cabida a todas las voces. |
El imaginario simbólico fue uno de ellos y los guaimareños tienen mucho que contar, pero también mucho que reflexionar sobre los valores culturales añadidos a la historia local, regional y nacional. Por eso este tema fue abordado con ejemplos e ideas sobre Guáimaro que es mucho más que un necesario plan de leche y carne; es sobre todo la vida cotidiana de las personas que tienen ese espacio del territorio nacional como su sentido de pertenencia y cuánto se debe y puede hacer para progresar de manera sostenible. No olvidemos que Martí decía que para ser bueno hay que ser próspero. Si la bondad como valor no va acompañada del desarrollo humano sostenible todo se viene abajo. El ambiente que se respiró en postgrado fue muy positivo y favorable. 2- En Guáimaro tenemos varios sitios de valor histórico para toda la isla, aquí nació la República y la nación cubana, ¿cree que los guaimareños debemos emprender nuevos proyectos para honrar esta porción de tierra por la que somos reconocidos? La visibilidad de Guáimaro para la cultura nacional y en el área latinoamericana y caribeña aun sigue siendo una asignatura pendiente. Eso no solo depende de los guaimareños ni de sus autoridades, depende también de la voluntad política provincial y nacional. Guáimaro por lo regular no aparece en las propuestas de circuitos de turismo histórico, ni de amistad con Cuba, ni de sitios de memoria. Por ejemplo, agencias como Amistur, Cubatur, Habanatur, Gaviota, Paradiso, San Cristobal… desconocen o subestiman las potencialidades que podría tener Guáimaro como destino o como tránsito o como concurrencia a las actividades que se realizan o se podrían revitalizar, como la Feria Ganadera y el evento Espuelas de Oro, por ejemplo; todo depende de ejecutar una gestión que involucre a los actores locales y a los potenciales visitantes. Otro ejemplo, el turismo cultural de base comunitaria todavía es en Cuba otra asignatura pendiente, aunque ya se realiza con éxito por otros países del área, como Bolivia, Ecuador, Venezuela. Esa es una experiencia que pude transmitir el año pasado en Santa Clara mediante un postgrado sobre Turismo cultural auspiciado por el Centro de Superación y los especialistas de turismo de esa provincia expusieron experiencias sumamente interesantes y muy preocupantes, especialmente lo que ocurre con la cultura cubana en la cayería al norte de esa provincia. 3- En esta ciudad simbólica, Ana Betancourt de Mora, proclamó la emancipación de la mujer, aquí en el Mausoleo descansan sus retos ¿qué sintió usted al estar frente a este monumento? Uno de los pensamientos de esa insigne patriota se encuentra presente en su monumento y creo que dice: Ciudadanos, aquí todo era esclavo, la cuna, el color y el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de libertar a la mujer. La idea se inicia con un término que hay que vitalizar, como ya lo ha hecho Venezuela: CIUDADANOS. La mayoría de la población cubana es citadina y una parte grande de la población rural tiene condiciones de vida relativamente cercana a la ciudad, excepto quienes viven en zonas de muy difícil acceso. Ciudadano no puede ser el término despectivo con que el policía califica al potencial delincuente, tiene que ser un término relacionado con la capacidad civilizatoria de las personas que viven en la ciudad. Debe ser un signo de respeto y orgullo nacional. La liberación de la mujer en Cuba ha dado pasos muy importantes respecto de la historia anterior y en relación con América Latina y el Caribe, pero aun queda la resaca del color y del sexo. El color se encuentra muy relacionado con la desigualdad social generada desde la esclavitud y con el estigma del racismo como ideología y de la discriminación racial como ejecución de esa ideología. La destrucción de la esclavitud a la que se refiere Ana Betancourt no estuvo acompañada de la eliminación del racismo, al contrario, durante la República dependiente se exacerbó mucho más. El sexo, no el género, también está marcado por el estigma de la patrialcalidad y la homofobia, que de cualquier modo restringe la libertad electiva de las personas. Una sociedad que se autoproclama democrática no puede tener ese lastre medieval o precapitalista en la conducta y en el pensamiento de sus ciudadanos. Un patriarca homófobo, machista y racista no tiene nada que ver con el socialismo, aunque tenga en su bolsillo un carné que indique todo lo contrario. Sin embargo, la presencia en Guáimaro de ese monumento es razón suficiente para que muchas personas relacionadas con los derechos de las mujeres, de Cuba y de otras partes del mundo, que efectúan reuniones en nuestro país, vengan a rendirle tributo de recordación. 4- Con usted hemos aprendido a interiorizar los enfoques de la Cultura desde diferentes contextos, qué siente Jesús Guanche en su labor de docente? En otras ocasiones, creo que una de ellas fue en una entrevista para un sitio Web de la Biblioteca Nacional José Martí, he señalado que para mí la actividad docente no es una dedicación a tiempo completo, sino un complemento de la actividad investigativa, porque en el contacto abierto con otros profesionales mediante un curso de postgrado o de un taller, se intercambian muchas ideas sobre la realidad del país o de otros países, según donde uno esté, que confirman, enriquecen, matizan o contradicen lo que uno piensa. Es la posibilidad, a través de la docencia, decirse uno mismo, estoy en lo cierto o, humildemente, me equivoqué. Cuando cerramos este curso dije que había venido a Guáimaro a aprender, pues no solo hubo personas de la cabecera municipal, sino de otras partes de la provincia y eso es sumamente útil para contrastar puntos de vista. Me refiero, por supuesto, al alto grado de participación que hubo en los seminarios, no a algunos, una exigua minoría, que se sentaban por las esquinas y trataban de desaparecer bajo el asiento, como si yo hubiera venido de otra galaxia. En este sentido, siempre es bueno discernir entre quienes vienen de buena fe a participar en las discusiones con sus puntos de vista, opiniones, debates; y quienes solo están por la asistencia y el certificado, como una tarea más en su plan. Por eso me he sentido muy motivado por los resultados de este curso y no solo pienso al decir de Calviño, que: vale la pena. Sino habría que decir mejor que vale el placer. La otra parte de tu pregunta es la complejidad de la cultura humana y su necesaria contextualización; cómo aun se le reduce a una visión estrictamente artístico-literaria, como si fuéramos iluministas del siglo XVIII y no personas del siglo XXI, de cara a los impactos de los medios de comunicación masiva y las TICs; entre otras cuestiones; y cómo la cultura popular tradicional es un tema de estrategia esencial para la sobrevivencia de la nación. Para revertir la tendencia a la uniformización globalizadora. Eso no siempre queda claro en los criterios de «la cultura» como recreación solo de la cintura para abajo. 5- ¿Opina que hablar de participación en los procesos culturales más que un deseo es una necesidad actual? El tema de la participación ciudadana es una cuestión clave para el protagonismo social de los procesos culturales colectivos y de la responsabilidad individual. Todavía uno tiene que oír determinados discursos que hablan de «participación activa», una especie de redundancia innecesaria debido al desconocimiento mismo del concepto. La participación es activa por definición, sino sencillamente no es; lo que ocurre es que aun determinadas personas confunden participación con asistencia compulsiva, con la tarea de ir y no con la motivación de ser. Si la persona no se encuentra identificada, motivada ni cree en determinada actividad (política, recreativa, lúdicra u otra) podrá disciplinadamente asistir, pero jamás participar. La participación es protagónica, apropiativa y comprometedora. Recuerdo que por los años 80 del pasado siglo el sociólogo argentino Ezequiel Ander-Egg estuvo en Cuba en lo que fue el antecedente de los Congresos Cultura y Desarrollo e impartió un postgrado en Cárdenas y desde entonces se venía trabajando conceptualmente en la diferencia categorial entre asistencia y participación; entre democratización y democracia; entre el acceso y el protagonismo de la población en los procesos culturales. Después estuve con Ezequiel en Murcia y Alicante en un postgrado internacional sobre Promoción sociocultural donde, pese a los pruritos organizativos de la Universidad Alberto Colao de Cartagena (de Levante), invitó tanto a estudiantes y profesores latinoamericanos como a presos y sacerdotes españoles. Aquello fue una extraordinaria experiencia de vivir la multiculturalidad en dos semanas, conocer que en Cuba no estábamos tan mal, gracias a la Revolución, pero tampoco esa experiencia siempre se pudo multiplicar. Ezequiel se había dedicado desde Argentina y luego en el exilio en España, a desmontar el asistencialismo paternalista, generador de dependencia eterna, por los procesos de participación comunitaria en el autodesarrollo; o lo que se llama ahora desarrollo endógeno. Se burlaba incluso de lo que entonces definía como un sociólogo: es aquel que dice con palabras ininteligibles lo que todo el mundo sabe por sentido común. Pero aquella broma iba encaminada no solo a la explicación de los problemas sino a la implicación en la solución como parte de la responsabilidad social del científico. Sin embargo, la inmensa obra escrita por Ezequiel y de otros autores latinoamericanos como Carlos Núñez o el gran Paulo Freire jamás se tuvo en cuenta para una experiencia cubana con los muy mal llamados «Trabajadores sociales», dedicados precisamente al asistencialismo centralista y paralelamente a múltiples actividades delictivas. La participación es también empoderamiento, es capacidad de diálogo, de exigencia ante lo mal hecho y eso suena feo para determinados oídos acostumbrados a mandantes y mandados, para referirme a los versos de Guillen. 6- Creo que identidad y cultura deben ir por un mismo camino, usted ha revolucionado mi pensamiento con sus herramientas teóricas, cree que sería prudente que se emprendieran posgrados como este en otros sitios de Cuba por conocedores de la materia. Este esfuerzo se hace en diversos ámbitos, hay colegas en la Universidad Central de Las Villas, en las cátedras de antropología de la Universidad Oscar Lucero de Holguín y en la Universidad Carlos Rafael Rodríguez de Cienfuegos, en las maestrías que ha organizado la Universidad de La Habana, en otras del Instituto Superior de Arte. La cuestión es lo que se puede aprender en teoría y las posibilidades de ejercerlo en la práctica. Muchas de estas cuestiones pasan por la situación que muchos gobernantes locales no son de donde gobiernan ni conocen la historia, las tradiciones ni las costumbres locales. Pueden y deben ser buenas personas, preparadas y capaces; pero dependen de directivas, acuerdos, orientaciones, criterios de ahorro, planes de producción, muchas veces de carácter general que no siempre toma en cuenta las peculiaridades locales. Recientemente señalaba en una entrevista para un programa de Habana Radio que no es lo mismo la política cultural (escrita) que la aplicación correcta de la política cultural, que la evaluación sobre la certidumbre o no en la aplicación en determinado contexto local. Porque el país está signado por una inmensa diversidad cultural, esa es una gran fortaleza, es la capacidad de adaptación y transformación de determinados medios geográficos. No es lo mismo la Ciénaga de Zapata con su inmenso potencial de biodiversidad y de recursos naturales y humanos, muchas veces sin explotar o insuficientemente usados, que el semidesierto del sur de Guantánamo respecto de la feracidad de Baracoa, por ejemplo. La diversidad geográfica necesariamente condiciona los modos de adaptación al medio y muchas veces se hace tabula rasa con directivas y orientaciones que nada tienen que ver con la realidad a nivel local. Recuerdo que cuando José Martí escribía en Patria (25 de enero de 1895) sobre la “LA REVISTA LITERARIA DOMINICENSE” señalaba: Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria. Levantando a la vez las partes todas, mejor, y al fin, quedará en alto todo: y no es manera de alzar el conjunto el negarse a ir alzando una de las partes. Luego decía la frase que más ha sido objeto de manipulación descontextualizada para defender el valor de lo local: Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer. Es algo así como lo que ustedes tienen en el escudo de Guáimaro: Cuique- suum, un latinismo que debe divulgarse más pues concuerda con ideario martiano. 7- La Cultura tiene por objeto la creación de valores que le den sentido trascendente a la existencia humana, a la historia y a los pueblos, Cuba es una fuente viva de creación, ¿piensa que los estudios culturales y antropológicos se están desarrollando actualmente con una base sólida? Cuba tiene una historia de estudios antropológicos de mucho más de un siglo con un fuerte sentido liberador y anticolonial; desde los primeros médicos que se ocuparon de la antropología física y de diversas patologías, hasta la obra magna de Fernando Ortiz para vernos por dentro. Eso que ahora denominamos antropología ontológica que hace posible estudiar el ser nacional desde la mismidad es toda una tendencia que sustituye las miradas interpretativas del otro según sus referentes culturales no coincidentes con los nuestros. Sin embargo, considero de interés un cruce de miradas, pues si bien es importante la mirada propia para identificar fortalezas y debilidades del ser cubano en su contexto; también resulta valiosa la mirada ajena donde sale a la luz, en otros ángulos, fortalezas y debilidades u otras cualidades, que pasan inadvertidas por obvias. Recuerdo con afecto, en este sentido, cuando se publicó en 1999 el libro España en la savia de Cuba, sobre la presencia hispánica en la cultura cubana, que el Dr. José Antonio Portuondo dijo con la elocuencia que le caracterizaba que eso no se había estudiado por obvio. Pero no por obvio pueden salir a la luz nuevas aristas y enfoques de lo nacional. Hoy día los estudios culturales, entre muchas tareas deben conducir, tal como se propuso en un pasado Congreso Cultura y Desarrollo hacia un Observatorio cultural, tal como lo hay aquí en la ciencia, o como ya lo tiene el Caribe colombiano, que sirva para acompañar sistemáticamente la aplicación y el constante perfeccionamiento de la política cultural, a la vez que sirva para estudios comparativos globales y/o del área. Eso sería de una retroalimentación permanente para el Ministerio de Cultura y de otras instituciones con múltiples implicaciones culturales en el país. Eso es otra asignatura pendiente que debería utilizar al máximo las posibilidades de las TICs. 8- ¿Le dejaría, Jesús Guanche, un mensaje a los guaimareños? Mi principal mensaje es de respeto por los valores culturales de Guáimaro y su pueblo. Pero los intelectuales guaimareños saben muy bien, según me han demostrado, que muchas cosas no andan bien y es necesario luchar por recuperar valores y tradiciones que con la mejor de las intenciones de quienes desconocen la historia local pueden o ya están haciéndolas desaparecer. Un territorio que es cuna de la Primera República en Armas y por tanto cuna de la nación cubana no puede renunciar a sus propios valores identitarios forjados durante muchas generaciones. Ustedes son depositarios de la memoria colectiva y caer en la amnesia es sencillamente un suicidio cultural. En circunstancias como esta no se puede ejercer el derecho a olvidar.
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Odalys Leyva Rosabal
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