¿Estuvo El Cid, en Costa Rica? |
La
lectura del Maestro Roberto Brenes Mesén me
ha despertado inquietudes.
Uno de sus textos fechado en setiembre de 1900, y recogido por Faustino
Chamorro González,[1]
es un ensayo de crítica literaria respecto al Mio Cid del cual este
comentario es una mera glosa.
El
ensayo lo fecha después de su regreso de la beca para estudiar en Chile.
Brenes Mesén fue la avanzada de ese grupo de intelectuales
costarricenses, maestros casi en su totalidad, conocidos como los “chilenoides”,
quienes trajeron las ideas educativas, políticas y de otras ramas de las ciencias sociales,
más avanzadas de la época. El
perfil psicológico del Cid hecho por don Roberto con
rigor histórico y antropológico, resulta paradigmático de un
segmento de los conquistadores españoles y de alguna manera es el retrato
de hombres como: Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Pedrarias Dávila y
Pizarro. El
Cid de Brenes Mesén es un militar cuyo corazón se adormeció, es: cruel,
ambicioso, deshonesto, grosero y ruin.
Es, también: fuerte, hermoso y soberbio.
Veamos la imagen: “Su
fisonomía debió de ser simpática, su mirada penetrante y expresiva,
porque con frecuencia se lee que las mujeres lo admiraban, y aun los
hombres a quienes comandaba le dieron muestras de adhesión que siempre
solicitó el temor. Ya entrado en años conservaba todavía la apostura de su
juventud pero el ceño era adusto, la barba poblada y “bellida”,
vigorosa la voz, anchas espaldas y brazos robustos…
“Fue
precoz, a los diez años tenía concepto de la justicia, de la semibarbara
justicia de la Edad Media; a los dies años también tenida abolido el
sentido moral, ya en él no había ni amor ni misericordia… “A
la edad en que hoy los niños hacen su primera comunión ya el Cid había
hecho ahorcar a un desgraciado. Fue
la precocidad de los criminales la del Campeador Ruy Díaz…
“es
en verdad muy extraño el concepto del honor en la época del Campeador
Ruy Díaz; puédese continuar siendo cumplido caballero después de
amenzar con la infamia a una mujer, de injuriar a un rey, de descomedirse
con el Papa. Es un donaire
faltar a la palabra empeñada cuando un judío es el engañado; es acto
heroico asaltar un castillo para recoger pingüe botín; combatir a
cristianos en defensa de moros es una acción de paladín cristiano. “En
presencia de tan diversos hechos, el observador contemporáneo se ve
obligado a considerar al Cid como un salteador de caminos, cuyo nombre
pone espanto en los pueblos; cuya espada, siempre tinta en sangre, está
presta a demarrar la de moros y cristianos.
Es un ave de rapiña, temida en los contornos y de la cual los
pueblos se deshacen saciándole la voracidad con tributos enormes.” Para
completar el esbozo, don Roberto dice: “El
sentimiento que llamamos humanidad, sobre el cual tiene fundamento la
caridad cristiana, ni siquiera fue sospechado por el matador del conde
Lozano. Cortar la cabeza a
los vencidos en combates singulares fue para el Cid lo regular.
Arrojar sus prisioneros a las llamas no fue rareza.
En la Crónica se lee que teniendo cercada estrechamente la
ciudad de Valencia, a los que salían de ella obligados del hambre los hacía
quemar a la vista de los de Valencia, si eran mujeres o niños; porque si
eran hombres despedazaba a los unos para dar de comer a los demás.
Sólo se hacía excepción de quienes poseían riquezas, porque a
estos se les colgaba de las torres y se les apedreaba con el fin de que
sus allegados pagasen un rescate.” [2] El
personaje literario, al igual que los autores si seguimos los criterios de
Edmond Cros no es sólo una figura individual sino también un ente trans-individual.
Don Rodrigo representa a los guerreros españoles que lograron
expulsar a los moros de España después de ocho
siglos de luchas
cruentas. Durante
los primeros años de la conquista, talvez los personajes Son
producto de la España medieval que nos descubre en los inicios del
Renacimiento Pedrarias,
cuando vino a gobernar Nicaragua (donde es fama que su mujer administró
un prostíbulo para los soldados) hizo una incursión en Costa Rica para
domeñar los indios refugiados en Talamanca.
La
expedición fue un rotundo fracaso militar y económico, y la “Ira de
Dios” -apodo de Pedrarias- se retiró arrojando maldiciones,
vomitando blasfemias y regurgitando las vísceras. Dichosamente,
esa visita del Cid colonial fue breve para los costarricenses, aunque
larga para nuestros vecinos los nicaragüenses.
En
contraste surge otro personaje del pueblo español, probablemente
emparentado con el señor Quijano o Quijada: el clérigo dominico Fray
Bartolomé de las Casas, hijo de un próspero comerciante, Licenciado en
Teología y Leyes, quien asumirá el apostolado de luchar contra la
barbarie de los encomenderos y los esclavistas.
Fray
Bartolomé es el iluminado, quien sufre el Síndrome del Camino a Damasco
luego de escuchar a Fray Antón Montesinos en su sermón: Ego
vox clamintis in deserto. ...”Esta
voz, dijo él, que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís
por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.
Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel
y horrible servidumbre aquestos indios?
¿con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas
gentes que estaban en sus tierras mansas y pacificas, donde tan infinitas
dellas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido?
¿cómo los tenéis tan
opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades,
que de los excesivos trabajos que les dáis incurren y se os mueren, y por
mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día?
¿Y qué cuidado tenés de quien los doctrine, y cognozcan a su
Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y
domingos? “Estos,
¿no son hombres? ¿No
tienen ánimas racionales? ¿No
sois obligados a amallos como a vosotros mismos?
¿Esto no entendéis? ¿Esto
no sentís? ¿Cómo estáis
en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?
Tened por cierto, que en el estado que estáis no os podéis más
salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de
Jesucristo.” ...”Finalmente,
de tal manera explicó la voz que antes había muy encarecido, que los dejó
atónitos, a muchos como
fuera de sentido, a otros más empedernidos y algunos más compugidos,
pero a ninguno, a lo que después entendí, convertido.” [3]
En discurso Montesinos citó el siguiente texto bíblico: |
Sacrificios
Sacrificar cosa
injusta es hacer ofrenda rechazada, No logran
complacencia los presentes de los sin ley, No se complace el
Altísimo en ofrendas de impíos, Ni por el cúmulo
de victimas perdona los pecados, Inmola a un hijo a
los ojos de su padre Quien ofrece
victimas a costa de los bienes de los humildes, Pan de indigentes
es la vida de los pobres, Quien se lo quita
es un hombre sanguinario, Mata a su prójimo
quien le arrebata su sustento, Vierte sangre
quien quita el jornal al jornalero. Uno edifica, el
otro destruye, ¿qué ganan con
ello más que fatigas? Uno bendice, el
otro maldice, ¿ quién de los
dos escuchará el amo? Quien se purifica
del contacto de un muerto y le vuelve a tocar, ¿qué ha ganado
con su baño de purificación? Así el hombre que
ayuna por sus pecados Y que vuelve otra
vez a hacer lo mismo; Su oración ¿quién
la escuchará? ¿de qué le ha servido humillarse?[4] |
Referencia
que cobra actualidad para nosotros, cuando los políticos angurrientos
hacen ostentación de su catolicismo inquebrantable, de sus largos
rosarios y sus limosnas para
los pobres vergonzantes. De
Las Casas llegó a Nuestra América con el afán de enriquecerse
ejerciendo como encomendero, pero a partir de ese momento adquirió
conciencia de su papel como evangelizador, ofreciendo su retiro del mundo
a la lucha por lo que hoy conocemos como los
Derechos Humanos Ese
tipo de humanista aparece en
nuestra Costa Rica colonial en la persona de don Florencio del Castillo,
distinguido intelectual cuya lucha por la libertad de los pueblos abarcó
Nuestra América. Entre
sus principales preocupaciones estaban la libertad de los pueblos indígenas
y los negros, además del afán por difundir la educación.
Consecuencia
de las Cortes de Cádiz donde nuestro don Florencio tuvo una destacada
participación, fue la fundación de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás
en 1814. Habiendo sido
Costa Rica dependiente de Nicaragua en materia de Educación, los dos
siglos que siguieron marcaron la diferencia entre nuestros pueblos.
Mientras los descendientes de los conquistadores y comuneros, o sea
los Cid o señores, en el resto de Centroamérica alentaron los conflictos
internos sumiendo sus pueblos en la ignorancia, en Costa Rica los sectores
más sensibles y las luchas populares privilegiaron la educación, el
derecho y la opinión pública. La
apuesta por la solidaridad social, por la paz y la justicia permitieron el
progreso de la Nación. Por
ello nuestro país se ha convertido en la Meca para sus vecinos, y hasta
los malhechores consideran preferible estar en nuestras cárceles y no en
las de sus países, aunque no se les otorgue la casa como prisión. Costa
Rica ha luchado por la soberanía de su pueblo y hace ciento cincuenta años
selló con sangre su voluntad de nación libre.
Libertad comprometida
por las oligarquías tiránicas que esclavizan y masacran a los nicaragüenses. Nuestras
reflexiones nos inducen a preguntarnos:
¿Serán los herederos de don Rodrigo y Alvar Fañez la dinastía
de los genocidas que han poblado Nuestra América desde la Patagonia hasta
el Río Bravo? Sin
embargo Costa Rica no ha estado libre de las ambiciones y tiranía de la
Plutocracia gobernante, parte de la Dinastía de los Conquistadores,
quienes le entran a saco al Erario Público y propician la entrega de
nuestras instituciones a las grandes transnacionales.
Ellos
han oprimido a nuestro pueblo y lo han hundido con su demagogia.
Pero
eso es tema para tratar en otra oportunidad.
Referencias:
[1] CHAMORRO
GONZÁLEZ, Faustino. Brenes
Mesén, Caballero de la Enseña Escarlata. Tomo I 1893-1900. [2] BRENES
MESÉN, Roberto. El Cid.
En: CHAMORRO GONZÁLEZ, Faustino. Opus cit. Págs. 326 a 379. [3] BATAILLON, Marcel; Saint-Lu, André. El padre De Las Casas y la defensa de los indios. Pág. 80-81 [4] Eclesiástico 34-l8/26. |
Mario
León (Los Filtros, 21 de
Noviembre de 2005)
Revista Tópicos del Humanismo
Universidad Nacional de Costa Rica - 2008
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