Diario del infierno |
Recuperé la voz. Ya no tengo olor a ceniceros astronómicos, ya no sueno a coagulación de luz lunar, a detención, a ola demorada, a rota espuela lunar en un mar emancipado. Pero sobre todo, lo más sonar, lo más aliento, lo más torre, lo más andanada de campanas, bayonetas de flores, lo más miel al acecho, es que puedo olvidarme y venir a tu nombre, venir a esta ceremonia del amor a poner en pie mi sangre, a desenvainar relámpagos, a desterrar tinieblas, a derrotar diamantes, a tomarme una copa de delirios y acarrear tus amapolas, los naranjales insondables de tu pelo, hasta los atracaderos finales de mi boca. |
Jorge Lemoine y Bosshardt
De "Te acorralaré hasta matarte"
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