Claridad hecha pan |
Está visto Está sabido que Está sido que yo Está vivido que yo nunca Hubiera sido uno de esos solemnes o terribles señores con anteojos y joroba. De esos que se mueven por sus bibliotecas con la familiaridad de un pez solo en su escueta pecera. A veces creo que tienen algo de dromedario, que guardan litros de páginas en la joroba de la espalda y las de los dedos. Los infaltables juanetes. Porque casi todos tienen cabeza pequeña, tal vez para tener los ojos más juntos, —la nariz no es importante— nunca se muerden la boca; y las orejas a veces son alas deterioradas, grandes como paraguas, a veces un poco chamuscadas y otras veces se les caen por el mismo camino de la calva. No sé si hay alguno que se coma las uñas, ancestros de roedor no les faltan. Algunos chupan de la pipa con invertida frustración de flautistas y oyen una inédita música con los catacúmbicos bronquios. (espero que no hayan leído nunca la palabra catacúmbicos) ¡Qué volutas de abortadas melodías! Asunto corbatas = me abstengo; casi todos la tienen sucia y otros la dejan para marcar una página remota, donde el torturado trapo convive con las migas de un irrecuperable sandwich. (quién sabe cuánta sombra ha recorrido). No! definitivamente, porque yo no dejo migas ni tengo orejas migratorias porque sólo me como las uñas cuando espero en las estaciones ferroviarias; porque no sé nadar como el alegórico pez ni soporto el olor satánico de los libros añejos, porque entre una flauta y una pipa prefiero una guitarra y mucho más soplar en la caña innumerable de tu aliento y porque no uso tiradores, (olvidemos la boca que yo también me muerdo cuando quiero imaginarte) porque mi única joroba es un dolor de caminos y no recuerdo cuánto leo, sino tus cartas, por todo eso y un montón de otras razones, no soy uno de esos solemnes o terribles señores. Además, si lo fuera, cómo hubiera hecho para darme cuenta cuando pasabas y tenías la boca encinta de palomas. No! definitivamente no lo soy. Y si lo fuera me cortaría las manos y la boca y trituraría mis dientes y después me escondería con esa sucia corbata confundido entre las migas por haberte amado y profanado con derrota y otoño tu cuerpo de claridad hecha pan. |
Jorge Lemoine y
Bosshardt
De "Nave para todos los diluvios"
A María Mónica Collazo
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