En Praga y en primavera |
Estos días azules y este sol de la infancia |
1. En Praga y en primavera donde visto de luto y uso sombrero y camino las calles en un sentido y en otro aparentando normalidad como todas las gentes y juego a los naipes con mi sombra y hablo conmigo frente al espejo y trato de no avergonzar a mi hermana por tanta tristeza en Praga digo y en primavera el sol de estos días es el mismo que el de la infancia como el aire celeste de cada tarde será el mismo aún después de la muerte. 2. Esta ciudad como todas las ciudades tiene avenidas y tiene parques tiene puentes y tiene lámparas tiene zaguanes y subterráneos y alcantarillas y tabernas y herrerías y hospitales Esta ciudad como todas las ciudades está poblada de mujeres desnudas (que no saben que están desnudas) y de fantasmas (que no saben que son fantasmas). 3. Cada día despierto en la oscuridad con lágrimas en los ojos me levanto y saludo a los objetos de mi cuarto abro las ventanas para constatar que al otro lado el mundo aún existe y me baño como Heráclito en el agua que fluye y que no se repite Yo también existo y amo y soy irrepetible a pesar del sol y la rutina gris de los días de la tristeza que escondo en mis bolsillos de la nostalgia que camina con sombrero y con zapatos de las cartas que te escribo y no te envío de Praga y su primavera y sus amantes. 4. En Praga hay un bosque donde siempre es otoño con bancas pardas para los ausentes y un lago de aguas hondas e imprecisas A las seis tañe una campana con la cadencia de una hoja que se desprende de su rama y a las siete las sombras de los amantes se adelgazan y se aprietan contra los árboles. En Praga hay un bosque donde cada tarde frente al lago un hombre espera sentado en una banca y nunca nadie llega a su encuentro. 5. Tal vez no estoy en Praga ni en Lisboa ni en ninguna otra ciudad, tal vez nunca salí de mí mismo ansioso como vivo del tibio sol matutino y de la claridad de las persianas. Tal vez no he viajado ni he visto nada, ni conocí a ninguna muchacha extranjera ni me hospedé en ningún hotel de provincia con un patio solariego y con geranios. Tal vez todo no es más que un sueño de esta declinante edad que así resiste lo que parece un inacabable tiempo nublado. |
Juan Carlos Lázaro
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