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Sale el picador al ruedo,
lanza agresiva en el hombro,
vestido de luz de cobre.
ancho sombrero redondo.
Sobre el caballo montado,
y enceguecidos sus ojos,
reta el picador chulesco
la furia roja del toro:
‘mihura’ de raza bravía
bufa en la arena su encono,
salpicándose de estrellas
de sangre en capotes rojos.
Sobre el caballo domado,
hundiedo el estribo brioso,
hunde el picador su lanza
y salta la sangre a chorros.
Pero hay gente que lo mira
como bestia y con apodo
de bestia, le grita: !bestia!,
pára ya de herirlo, !coño!
El picador pintoresco
presume de veste de oro,
no es matador, pero hiere,
es torturador y, orondo
le pone saña a su lanza,
para ganarse mas odio.
Picador, picapedrero,
picarabia, picalomos,
ya se que picas con sangre
por tu papel oficioso
por mas picador que seas
con tu lanzón sanguinoso,
una cornada merecen
tus nervios que no están rotos.
La bestia lo ve a caballo
cual amenazante monstruo,
que creyéndose gigante,
es un enano demonio.
Del caballo hay que bajarlo,
como a cruel rey de su trono,
pues quien tortura con saña,
hay que hacerle tragar polvo.
Dos cuernos lo echan por tierra
con su caballo de aforo,
derribándolo a cornadas
por torturador monstruoso.
!Oh, picador, por tu imagen
de torturador me opongo
a que tortures mi verso,
a que tortures mis ojos.
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