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Los tacos de Don Camilo
por Ramiro Lagos
ramir36@hotmail.com

 

Esos tacos de quien fuera
Celador del casticismo
con sus palabras groseras,
fue en la España de los coños,
Don Camilo José Cela.
Su ¡coño! estaba en su boca
y en su Real Academia,
cual una expresión de enfado,
cual expresión de sorpresa.
¡Coño!, grita sorprendido
al darle un Nóbel en Suecia.
Mas déjame orinar, ¡coño!,
le dice a quien se lo entrega.
Critica al Premio Cervantes
Don Camilo: “Es una mierda”,
pero después lo recibe,
ganándose sus pesetas.
En el Congreso durmiendo,
su voz así parlamenta:
“No es lo mismo estar jodido,
que estar jodiendo”, y despierta.


Los vocablos de sus textos,
verdes son en La colmena
con tacos que son palabras,
irreverentes y obscenas.
Los tacos de Don Camilo,
son “la hostia”, no de iglesias.
Dar una hostia en los ojos
es puñetazo que entuerta.
“De coña”, hablando ,es de broma;
de coña habla su excelencia,
y nadie le toma el pelo
a Don Camilo en sus fiestas.
Los tacos de Don Camilo
son tacos que se defecan
hasta en su madre sagrada,
hasta en Dios, con sus blasfemias.
Tacos son su diccionario
secreto, palabras feas
de sexo y sexomanía,
como tacos de jodienda.
¡Hostias! ¡Coño!, es sorprendente
de Don Camilo su lengua,
lengua sucia de los tacos
tan soeces que ya aterran.


Los tacos tan españoles,
hasta el rey sus ¡coños! echa.
¡Qué mal se habla en España!,
San Camilo lo confiesa.
Es un coñazo, Camilo,
y tan latoso, que enerva.
Tan repulsivos sus tacos
hablan mal de sus novelas.
Pero, ¡alto!, que Don Camilo
es premio Nobel, lo premia,
la lengua de Sancho Panza,
la del Quijote en las letras.

Apostilla:

El autor de estos versos trató personalmente a Camilo José Cela en los años cincuenta. Lo entrevistó para la prensa colombiana, acompañado por la poeta cubanoperuana Dora Varona de Alegría. Al entrevistarlo en su casa, y a sabiendas de que su acompañante era una escritora del Caribe, dijo: “Me perdonáis que os reciba empiyamado, pues me anima recibir así a una bella mulata”. Un poco ofensivo su piropo pero, como se trataba de tan respetuoso escritor, lo pasamos por alto. Y a continuación le hicimos una pregunta:

“Díganos, Don Camilo, ¿por qué tiene tantos libros tirados en la alfombra de su sala?” “Pues los he leído y me han parecido una mierda”. Y con los tacos de personajes, esperpénticos como él, de algunas de sus novelas, se terminó el mencionado reportaje con Don Camilo, allá en el año de 1954, en Madrid.

 

Ramiro Lagos
ramir36@hotmail.com

 

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