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Pinta la virgen del ruedo,
mano maestra del óleo,
y la pinta reluciente
con resplandores de oro.
Los rayos del sol le nimban
su sien virgen, y en el rostro
el rosal de luz del cielo
le pinta rosas de asombro .
Reluce en el palco bella
la virgen, y ocupa el trono
y es reina de los toreros
y del taurino jolgorio.
La gente al verla sonriente
la colma de mil piropos:
Y el publico grita !Guapa!
desde sus gradas de entorno
y de Sevilla manojos
le traen de claveles rojos.
!Ole! con !ole!, la plaza
se colma de miles tonos
con "pasodobles" y murgas,
y es alegre el episodio.
Mas, su sonrisa se opaca
y se desmaya de pronto
cuando el picador le saca
al "miura", de sangre chorros.
El matador en la arena
se arrodilla con su corro
de novilleros , y pide
perdón por si muere el toro.
Pero se muere el torero,
y a Manolete yo evoco
y "La sangre derramada"
de Lorca, es de sangre un pozo.
!Ay, Virgen de los Remedios
y del Perpetuo Socorro!
! Cuanta sangre se derrama
con dolor, con sana y dolo!
La virgen del ruedo baja
a celebrar el velorio
cubriendo el cuerpo presente
con su estrellado rebozo.
La virgen ya no sonríe,
ni en el ruedo hay alborozo,
y sus mejillas rosadas,
pálidas son ya en el oleo.
!Ay virgen de las angustias,
no llores por el, por todos.
!Oh, virgen de los toreros!,
desde mi verso te imploro,
que no haya sangre en la arena,
que no nos sangren los ojos.
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