La esfinge de Giza interroga al mundo y se deja interrogar |
Un mes en Egipto, invitado por la Universidad del Cairo a un Congreso de Civilización Andalusí, no fue suficiente, pero sí beneficioso, para observar someramente algunos aspectos de la vida egipcia en relación con sus costumbres, su cultura y su Islamismo a flor de labio. A estas altura del siglo XXI el tema islámico ha seguido siendo tema de inquietud internacional. Por eso se ha impuesto como una necesidad el revisar la exégesis del Islamismo predominante en países como Egipto en donde El Corán ha sido su Biblia difundida y practicada por la inmensa mayoría de su pueblo. De los textos coránicos proceden todas sus creencias, su conducta moral y social y acaso su actuación política. Meca y Sorbona de los estudios islámicos en El Cairo es la universidad Al Aznar. donde se enseña, basado en la alta teología islámica, que el espíritu de El Corán es fundamentalmente pacifista. Sólo que una ocupación territorial en violación de su soberanía quizás cambie ese espíritu pacifista. Por cierto disfruté allí de tranquilidad y paz religiosa, leyendo El Corán en español. Disfrute de la armonía de su poesía religiosa, sensible al dolor humano y difusiva del amor entre las criaturas de Dios. Salvo casos de explosivos nacionalismos anticolonialistas, los árabes islámicos de Egipto son tolerantes, conciliatorios y defensores de la libertad religiosa. El espíritu de El Corán es un dechado de libertad pacífica, según sus exegetas. Cito al profesor Abdallah Al-Shurkuy que explica: "El Islam desde el. principio establecía la libertad religiosa para toda la gente. Si una persona optara por quedarse en su religión distinto al Islam, como el Judaísmo o el Cristianismo, el Estado Islámico defendería su libre elección y su derecho a no creer en el Islam y vivir en dicho estado y en su sociedad disfrutando de todos los derechos concedidos por el Islam sin imposición ni coacción. Los versículos alcoránicos en este sentido son muy tajantes y claros. Superada a estas alturas las históricas épocas de las cruzadas, en que los infieles eran los musulmanes para los cristianos y éstos también infieles para los mahometanos, sólo se puede concebir tal fanatismo intolerante entre quienes han querido retroceder a la Edad Media, dando una interpretación errónea y retrógrada al espíritu del Islam, entremezclándolo con planes políticos siniestros con el objetivo de apuntar a determinadas políticas occidentales. Pero en Egipto, sede de la Liga Árabe, las criticas a tales políticas han sido canalizadas por la voz de un gobierno moderado dispuesto al debate diplomático sobre los principios de paz y justicia entre hermandad musulmana... De todas maneras este país ha dado pruebas de ser un país moderado. En este baluarte de la cultura árabe islámica, conviven en su territorio pacíficamente los cristianos y los musulmanes.. En el el extenso barrio capto-cristiano de El Cairo se abren amplios horizontes de libertad religiosa que abarca a los judíos, cuyas sinagogas contribuyen a ejemplarizar el ideal de tolerancia que existió en el Toledo español en épocas de predominio islámico. En El Cairo las torres coptas elevan sus cruces de cara al firmamento cristiano, mientras los altos minaretes imponen su mensaje bajo los cielos de Alah, que es el mismo Dios del universo oriental y occidental.. Bajo el mismo Dios universal, la hermandad espiritual no acusa divergencias en la vida diaria. En Aswan un nubio me invitó, a almorzar y al sorprenderme de que él no seguía el ayuno del Ramadán, me enseñó su muñeca tatuada con la cruz cristiana del copto, como signo de que era cristiano y por lo tanto no estaba obligado a seguir el ayuno del Ramadán. Su ayuno era durante la cuaresma de los cristianos. En mi hotel de el Cairo dos recepcionistas pertenecían cada una a las religiones convivientes: la musulmana y la copta cristiana. Aquella con su velo negro se hincaba a rezar con El Corán abierto: la otra de cabellera suelta, hincaba el diente al dorado cordero, queriéndolo compartir con mis antojos epicúreos. Ha de observarse que después del largo ayuno de los musulmanes, las horas nocturnas del Ramadán que son a partir de las cinco de la tarde, se convierten en banquetes populares y en fiestas de pitanza y generosidad compartidas. Es cuando el pueblo unido por la religión disfruta el pan democráticamente, sin distinción de clases, y los platos abundan en los mesas gratuitamente. Me sorprendió ver desollar un camello para convertirlo en chuletones para el pueblo. Luego, los dátiles, la caña de azúcar y el mango,. fruto nacional. contribuían a endulzar las gargantas amargas de los menesterosos. Las personas acomodadas suelen ofrecer durante el Ramadán abundantes viandas para que el pueblo pueda disfrutar en el banquete de la convivencia comunitaria. Habrá de recordarle al pueblo, en ese momento. el hecho de que hubo un profeta llamado Cristo que realizó el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces y a esa multiplicación de bondad se puede contribuir con la sensibilidad justiciera de las dos religiones. Cristo, como profeta es reconocido y exaltado en El Corán, libro que vi leer devotamente durante el Ramadán en toda parte y que se me abrió oportunamente en sus páginas traducidas al castellano, donde trataba de descubrir con sus prosas salmódicas algún cantar de sus cantares sobre los dones de la naturaleza al alcance de todos las bocas. Lo que sí pude constatar es que El Corán es un libro escrito por un poeta: no sólo es una representación simbólica de la verdad sino la revelación bella de la palabra del Creador, y es allí donde la imaginación y la transparencia de la verdad concurren a la expresión lírica. La lectura de El Corán y mi aproximación a la filosofía árabe, inspiraron mi inquietud hacia el regocijo espiritual del cual disfruté con avidez y sed de sabiduría, los días de mi Redaman entre los egipcios amigos, en su mayoría profesores de cinco universidades de El Cairo. Uno de ellos hizo que me interesara en Al-Kindi, el primer filósofo de los árabes, pensador nacido probablemente en Bagdad, quien supo conjugar las irradiaciones de la filosofía griega con las luces de su cultura islámica de interpretación coránica. Como verdad teológica revelada, su filosofía eleva su objetivo a la creencia en la divinidad única. Al-Tarabi, otro filósofo musulmán, concibe la filosofía superior a la religión y en ese orden de ideas se presume que los pensadores musulmanes no se apartan del todo de ciertos razonamientos que se le plantean, para asentir o puntualizar distingos. Avicena, seguidor de Aristóteles, expone su filosofía desde dos perspectivas: una dilucidada para el común de la gente y otra reservada a pocos, para expresar los secretos de la filosofía oriental, como fuente del pensamiento revelado. No ha de creerse, por lo tanto, que los exegetas musulmanes sean ciegos para exponer una religión en que la verdad revelada se impone como luz divina y no choca con el claro razonar de la lógica. Ello quiere decir que el Islamismo razona también en aquellos puntos dogmáticos en que se aparta del pensamiento de la Escolástica. Se aparta, desde luego, en el punto silogístico de no concebir una trinidad centrada en un sólo ser supremo. Para ellos el Dios de todos, es Alah y con El se entiende el ecumenismo de la espiritualidad humana. Pero todos los caminos llevan al mismo Dios. Aceptando la tesis de la teología genética, todos somos sus hijos. En esta forma, cristianos y musulmanes estamos místicamente identificados a través del mismo Creador. Lo que nos separa es la divinización de Cristo, que para los musulmanes, el Mesías es un gran profeta que ascendió al cielo y es tan respetado como Mahoma. En este sentido, se puede observar la divergencia entre los dos credos y, por lo tanto, los más fanáticos como los talibanes consideran infieles a los cristianos y éstos consideran al Islam como una religión que hay que cristianizar. El punto divergente surge cuando se pone a Cristo de por medio, no como Redentor sino como Dios. Pero en lo que sí están de acuerdo el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo es en el destino del alma inmortal que vuelve al creador. Para dar un ejemplo, la sura al-Fayr, no. 89, versículo 27-30, de El Corán afirma: “! Oh alma tranquila! Vuelve a tu Señor, satisfecha, complacida.!Entra con mis siervos!!Entra en mi paraíso!” En este sentido la fe supera a la filosofía y con la lógica del amor infundido por el Creador. éste nunca abandona a sus criaturas, a no ser que renieguen de El y se pasen al bando de Lucifer, cuya política es disociadora y malébola, generándose tantos luciferes en el Oriente como en Occidente. Se diría que algunos de ellos son los causantes de los problemas del mundo. En Egipto, lo he
escuchado en el murmullo popular, se. reprueba con el espíritu de El Corán toda
acción terrorista cometida en nombre de Dios, pero al mismo tiempo hay quienes debaten tales acciones situándolas no tanto en el terreno religioso sino político. Y de ninguna manera dentro del antagonismo religioso y menos dentro de la supuesta
confrontación entre Oriente y Occidente. En Egipto esta confrontación no ha
existido. Baste recordar que Alejandría, antigua capital de Egipto, fue considerada como puente cultural
histórico entre Oriente y Occidente ..... En El Cairo, la fascinación no acaba. Atraen, en primer lugar, sus imponentes pirámides habiendo sido la del faraón Kheops, una de las siete maravillas del mundo. Una hora montado en un camello alrededor de las pirámides fue una experiencia que me infundió cierta vocación de beduino, hasta que en el desierto deshidratado, me rendí ante el sol canicular. Fue una proeza que apenas respondía a los arrestos de mi veteranía de jubilado. Pero la proeza se repitió en Sakkara alrededor de esta primitiva pirámide escalonada, cuya histórico milagro consiste en mantenerse de pie después haber sido construida 3000 años antes de Cristo. !Ah. Sakkara, fogoso rey, fogueado, según la leyenda, por cuarenta y cuatro amantes que saciaban sus instintos! Y pensar que hoy por la influencia de El Corán los mozalbetes tensos de pasión tienen que refrenar su concupicencia instintiva, manteniédose vírgenes. Hay muchos sitios que visitar en El Cairo. Las agencias turísticas suelen prepararte con guías en tu idioma, una serie de actividades y visitas culturales. Y siempre hay algo que visitar. Lo primero que se aconseja es ir a las pirámides. Yo ya las había visitado. Pero hoy, por los avances técnicos, las pirámides audiovisualizadas hablan desde los lejanos ecos del imperio sobre su legendaria historia. Hablan en varios idiomas, incluyendo el español, sobre sus mitos, sobre sus dinastías y dioses. Y surgen esplendorosos e imponentes Tutankhamen, Amenotep, Anubis, Nefertiti y las Cleopatras faraónicas. Las pirámides hablan por la voz de la Esfinge, para poder apreciar la grandeza de todo un imperio cultural tan admirado. Así la Esfinge se impone ante el mundo como el simbolismo del poder cósmico e intelectual de Egipto. Diríase que ella interroga a Occidente en términos culturales y se deja interrogar para entablar un diálogo con todo el mundo representado en In multitud de turistas que han escuchando por años su elocuente voz escultórica bajo el esplendoroso sol cultural del oriente. Mientras tanto yo, dándole una gran vuelta a la metrópoli cairota, continúo mis paseos dialogados con tres estudiantes de la Universidad de El Cairo, los cuales se habían constituido en mis permanentes guías. Con ellos recorrí El Cairo varias veces, deteniéndonos en sitios de preferencia turística y cultural. Lo que nos interesó de inmediato, fue darnos una larga caminata por la Avenida de Las Pirámides hasta el metro de Guiza que nos condujo hasta Tahrer o plaza de la libertad en el centro capitalino. En las avenidas centrales de El Cairo, el espectáculo humano daba una visión fisonómica y costumbrista de que estás en una gran metrópoli donde circula gente de diferentes rasgos étnicos. Entre los árabes se ven caras similares a los morenos latinoamericanos. Pero no todos los árabes son morenos o negroides. Los hay también blancos y de ojos ámbar y azulencos, aunque predominan los de grandes ojos negros y profundos. En cuanto a sus atavíos, los hay con chilabas y sandalias, con indumentaria burguesa o proletaria, tirando a veces la corbata al viento. Y la juventud femenina se veía más uniformada con pañoleta en la cabeza, trajes sin escotes, rara vez con burka. Y hay la tendencia a soltarse el pelo y a coquetearle discretamente a la cosmética. En cuanto los caballeros de alta y media clase, no gastan sombrero ni gorros. Y a diferencia de Marruecos o Arabia Saudita, pocos hombres llevan turbantes o las típicas vestiduras orientales. En los bazares y barrios tradicionales esta tipificación oriental es más ostensible. Con todo, El Cairo, metrópoli cosmopolita con una gran población flotante de turistas, tiende, en cierta forma, a accidentalizarse con la influencia europea. La televisión americana influye más en la juventud, para sus gustos y estilos a imitar. Muchos jóvenes deambulan prensados de pantalón vaquero. Las musulmanas, en cambio, se abstienen de ver su cuerpo marcado por esa publicitada moda extranjera a toda raya y a toda mirada de soslayo. El Cairo es una metrópoli de arquitectura antigua y moderna. ¿No se parece a Madrid?, me preguntaba el profesor Fattah Award quien me condujo una noche alrededor de sus clásicos edificios y restaurantes de lujo. Desde sus altas azoteas se puede dimensionar la magnitud de una fabulosa ciudad con 20 millones de habitantes. Su panorama deja ver amplias avenidas que extienden sus brazos de modernidad arquitectónica, pasando por la larga y elegante Avenida de la Liga Árabe. Desde la Torre de El Cairo se alcanzan a ver también los barrios más aristocráticos como el Zamalik y el l-Ieliopols. lo mismo que el barrio más popular y típico, Bulak-Shubra, el cual recoge a todo color el espíritu tradicional de los egipcios. Al bajar de la Torre, da gusto pasear por las terrazas del Nilo y seguir sus pasos fluviales hasta encontrar a sus mágicas ondinas. Por la noche, lo divertido es abordar el “Nile-King" turístico, para ver a la serpenteante bailarina sensual que sabe deleitar al extranjero con el espectáculo del “belly-dance”. En una tarde de plácido sol se me ocurrió navegar en una “feluca" (barco tradicional de vela), para seguirle el ritmo al Nilo, contemplando su paisaje hasta la hora crepuscular. Dos turistas nos invitaron a compartir el tour. Hablaban perfecto árabe y, claramente, perfecto ingles. Por su blanquitud racial se identificaron como turistas británicos.. Al darse cuenta de que mi guía árabe y yo hablábamos español, nos preguntaron de nuestra procedencia. Les respondimos por vacilar, que éramos españoles. "Bueno, comentaron: “con Uds. no hay problemas porque, nosotros también hablamos el español arcaico, y ahora les voy a decir la verdad: no somos británicos, somos judíos serfarditas".- Sorpresa!, pero también hablan árabe... por qué? Eso lo hacían, según ellos, para entenderse mejor con los egipcios y para que los trataran con su acostumbrada gentileza y no como a sospechosos judíos.. Después
del tour con los sefardíes, a mi se me ocurrió tomar una transportación popular acuática que me condujo, después de una hora, a una barriada de gente humilde pero orgullosa de ganarse la vida honestamente vendiendo algunas viandas, dátiles, bisutería típica y objetos de artesanía de cobre..Al
principio me entró el temor de estar entre sospechosos malandrines, temor que se desvanecía al comunicarme con ellos quienes al comprarles unos refrescos de frutas, me dijeron sonrientemente en
inglés: “Welcome, gentleman” Bienvenido señor. Al contestarles, por
guasa, gracias, en español, se mostraron más amistosos y dijeron: “Oh,
españolo, viva el “Real Madrid“. Quien haya pensado que el Cairo es una ciudad sombría, primitiva, maloliente y tercermundista se equivoca. Nada de eso, comparada con algunas ciudades accidentales, pienso que hay allí un primermundismo histórico-cultural, aparte de que secunmundismo o tercermundismo pueda observarse en razón de la solvencia económica de sus clases sociales.. De todas maneras la urbanidad de la gente acerca mas al turista a sus inolvidables bienvenidas. El Cairo tan grande como la ciudad de Méjico, tiene de todo lo antiguo y de todo lo
moderno. Recoge todo lo que representa una maravilla urbana por donde quiera que se le mire: por su arquitectura, por la
belleza artística de sus mezquitas, por sus barrios aristocráticos y populares, por sus típicos bazares, por sus museos, por la alta cultura de sus universidades y por la educación gentil de la clase media que te habla en varios Siempre dialogando con los musulmanes sobre sus costumbres. no se pasó por alto el tema del amor, que para los egipcios, es un tema sagrado, ya que la mayoría de los jóvenes, son vírgenes y se sientes orgullosos de mantenerse en este estado hasta el matrimonio.. Se descubre fácilmente en los jóvenes árabes un fogoso deseo pasional contenido o reprimido por sus principios morales dictados por El Corán. Los novios que se besan públicamente, se exponen a que la policía moral los lleve a la comisaría y el galán sobrepasado pague una noche de cárcel. Por el contrario, los chicos acostumbran a besarse en las mejillas para saludarse y se les ve bailar entre ellos e ir de gancho, sin ser afeminados. Al no poderse casar por razones económicas, algunas parejas, hartas de tanto rigor moral, se las arreglan para firmar unos papeles de farsa, los que al menos, les legaliza por algún tiempo su intimidad sexual. A veces hay casorios de emergencia privada por falta de recursos. Es que para casarse en Egipto con todo el ceremonial tradicional hay que asegurarle a la novia casa y un porvenir próspero. De lo contrario no es un compromiso que los padres de la prometida puedan aceptar. Por lo visto la solvencia económica del novio tiene más importancia que el amor, el cual sólo se incuba bajo las sábanas calientes. Las prácticas del amor libre como en Occidente, no existen en Egipto. La homosexualidad es drásticamente sancionada hasta por sospecha. Lo mismo la prostitución. Sin embargo algunos turistas la practican discretamente en los hoteles lujosos, donde también disfrutan del placer de levantar la copa de placer. Pero los musulmanes suelen privarse de estos placeres occidentales, y son anti-alcohólicos, a pesar de que se dice que los faraones inventaron la cerveza. Tampoco toman vino; eso que uno de sus filósofos y médicos famosos, Avicena, lo aconsejaba para alentar la mente y alegrar el espíritu. Este es el contraste que se puede observar entre Oriente y Occidente. Otro contraste sería el de la libertad de pensar y el de ser obligado a pensar, el de expresar libremente las opiniones y el de tener cuidado en expresarlas, el de una libertad a todo volumen y de una libertad vigilada, el de una libertad silenciosa o moderada. La libertad en Egipto cuando es política parece estar armonizada por cierto disfrute democrático entre los diferentes partidos. En el parlamento están representados diferentes tendencias políticas, inclusive las más extremas de la oposicíon, y se dice que a sus voceros se les concede ciertos privilegios y prebendas, siempre que no atenten con desestabilizar al régimen. Las mayorías gubernamentales hacen pensar a través de los medios informativos en el supuesto logro satisfactorio de su democracia ideal. Mas un continuado control del poder por dos décadas acarrea, sin embargo, dudas a la opinión internacional. Con todo, hay la impresión de que el régimen goza de prestigio en les calles, gracias a la habilidad política del primer mandatario y a su gestión de gobierno. Nadie públicamente critica al régimen, aunque se dice que hay núcleos disidentes clandestinos que quisieran el cambio. En El Cairo la tranquilidad y la seguridad se viven hasta el amanecer. Varías noches me sorprendió la luna bohemia de la medía noche compartiendo la shicha con Jazmín y mis amigos cairotas en el medieval barrio Khan el-Kalili. Allí
hormigueaba nocturnalmente un multi-étnico conglomerado de turistas. Y es un placer fumar una shicha de tabaco liquescente mezclado con esencias frutales y otras aromas para el logro de las frecuentes bocanadas de epicureismo relajante al estilo árabe, quemando las horas al calor de una espontánea tertulia. Allí estuve con mis amigos cairotas en el tertuliadero del famoso Premio
Nóbel Naguib Mahfouz, autor de Hiios de nuestro barrio. Ya pasando a un salón nocturno de música y canciones
populares, me di cuenta de que era paradero de artistas bohemios o alocados. Pues allí me metí una noche con el estudiante Saladino a oír cantar a la juglaresa
Doninia. Ella hacia su debut esa noche ante el público del barrio islámico, interpretando canciones populares,
campesinas y folclóricas. Se acompañaba de crótalos o castañuelas metálicas al ritmo del tambor oriental y el
laúd. Su auditorio era el pueblo bajo y medio, no el de la alta burguesía Sin embargo, allí brillaba el oro de dos extrañas mujeres que lucían sus brazaletes,
collares, prendedores y anillos de 24 kilates, sin temor de que alguien se los robara. !Que curioso!, dije a
Saladino, y le añadí: pregúntale a esas “pobres mujeres”, cuánto vale el tesoro que cada una ostenta como si fueran damiselas ricas. Pues me dicen que las joyas de cada una se estiman más o menos en diez mil libras”, lo que equivale a unos cuatro mil dólares. Y en seguida me explica: “Esas joyas son como su caja de ahorros". Entonces salta a la vista otra pregunta: es que no hay tanta
pobreza? La
gente es pobre pero no miserable. Contra lo que el extranjero supone, Egipto es potencialmente un país rico, pues tiene muchas fuentes de desarrollo económico. La comida parece abundar en plazas y calles. Ciertamente el pueblo es pobre en algunas
barriadas, pero no se muere de hambre. En las calles el polvoso "pan de pita" está al alcance de la mano. Y si el pan no se
multiplica del todo. la bondad musulmana se multiplica más. Quizás el gobierno
sociializante en cierta medida, haya logrado combatir la miseria, ya que
pueblo con hambre sólo piensa en la justificada reivindicación violenta. Eso cuando los potentados viven como dioses sin la solidaridad hacia un pueblo que, creyendo en Alah aspira a una diminuta parcela del
paraíso acá en la tierra. El interés de salir de la miseria para llevar una vida con
pobreza dignificada se ve hasta en los niños que prefieren trabajar en algo antes que mendigar. Vi a muchos
niños, jóvenes y ancianos vendiendo bisutería y objetos típicos a los turistas para ganarse la vida. Me sorprendió ver por la noche a una niña de seis años vendiendo periódicos. Y a un niño de la misma edad vendiendo calcetines. Le compré al chaval dos pares y después lo invité a que compartiera conmigo una tortilla de carne y un jugo de mango. No aceptó nada, diciendo: "comida tengo en
casa, para eso trabajo". !Ah. los hijos de nuestro pueblo con su historia de escoria!, diría Mahfoug. Es que Egipto con su pueblo, tiene
ciertamente su historia de oro, su historia de plata, su historia de cobre, su historia de chatarra y sobre todo su historia de orgullo. Y esa historia hay que leerla, vivirla y evaluarla para
comprenderla. Dios salve a Egipto de la ignorancia de quienes no conocen su historia, su cultura y la desbordante amabilidad de su pueblo.
Invitado a Egipto en 2002 y en 2003, la última vez pasé un mes dictando conferencias en varias universidades de El Cairo sobre la literatura hispanoamericana, experiencia que me acercó más la cultura egipcia y a las costumbres de su pueblo. Desde entonces me he acercado a personalidades jóvenes egipcias como la de la licenciada Ghada Khalit, vocera hoy de la Alianza de Civilizaciones con sede en Madrid, España. Con ella la alianza latino-árabe está dejando huellas de intercambio cultural. |
Ramiro Lagos
Tomado del libro de Ramiro Lagos,
"Vanguardia de Pluma errante".
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