Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!! |
La cruz del celibato |
“El celibato no es un dogma” (Ecos vaticanos) |
La cruz de celibato, pesa, pesa en el santo varón de clerecía sin que fuese esa cruz de teología sino canon papal para quien reza con voto fiel de casta fortaleza la oración del eunuco en su agonía mientras la cruz pesada se desploma con la alarma ecuménica de Roma.
El pastor desde el uno al siglo doce no se privó jamás de aquel consuelo de amar y ser amado, y ganó el cielo con la oveja elegida para el goce tan natural, tan libre sin acose, tan religiosamente con anhelo de coger la manzana apetecida que no fue del papado prohibida
Fue Calixto segundo en siglo raro el que apagó la llama enamorada de la humana natura ya inclinada a procrear reflejos bajo el faro de la luz germinal, en cuyo halo se refleja el fulgor de una mirada creadora del amor a lo divino y a lo humano, a la par, como destino.
Fue Calixto en Letrán en su conclave jubilado de urgencias masculinas el que implantó la cruz con las espinas del celibato heroico, y se sabe que resurgieron héroes de alma grave del santoral con metas cristalinas divorciados del sexo y de sus trucos con vocación de santos o de eunucos.
La historia de los papas y papisas ya está escrita, la escribe Federico Pastor con escritura de alto pico para cantar verdades con premisas, y se rezan, se cantan muchas misas, pero se sabe aquí como en Tampico que hay historias que van de viento a viento y no se traga nadie el nuevo cuento.
¡Demonios! Hubo un papa que fue amante de procrear su prole con boato y con tanta ardentía, sin recato como Alejandro sexto, y que se cante lo que la historia reza en el instante de darlo a conocer, sin celibato, con nueve hijos que dejaron huella, y una hija fue su gran doncella.
Desde Alejandro VI en sus anales la Historia de los papas tiene tiza, y no se diga más. Dígase misa por su gran santoral y sus fanales con destellos de amor bajo triunfales columnas de firmeza, y se precisa que la Iglesia se funda en piedra santa, mas, su ruptura humana, espanta, espanta.
En el nombre del padre me confieso, yo Fray Pascual, y paso a mi relato que se ha roto de amor mi celibato como pesada cruz de duro peso, y fue tal la tentación que el sólo rezo no sofocó mi fuego y arrebato bajo esa cruz pesada hecha pedazos, pues sé que tuve débiles mis pasos.
En el nombre del hijo me hago cruces yo el enfermo de amor, el que procura curarse de ese mal y no hallo cura bajo el sol germinal con tantas luces que incendiaron mi ser, y voy de bruces de caída en caída, con locura, bajo el fuego que envuelve mis pasiones de célibe con fe, mas sin razones.
Y en nombre del espíritu me rijo a darme al celibato del papado, y, aunque estoy del amor enamorado, me abrazo tiernamente al crucifijo; después no sé lo que hago ni me fijo cuando siento crecer, ya sofocado, el fuego pasional de sacristía que aumento con la dulce compañía.
Yo, Fray Pascual, devoto de manjares, no dudo de comerme el mejor plato que se me brinda sin que pague el pato y entonando el Cantar de los cantares con el manjar de amor entre azahares de la antigua Escritura a que me acato, y de perlas que venga el himeneo sin la célibe cruz en que me veo.
¡Ay, la célibe cruz que tanto, tanto da que decir y murmurar con duda! La castidad en esa cruz se anuda y ese nudo se rompe con espanto de ser demonio y querer ser santo bajo esa dualidad en que se escuda el célibe rompiendo la sotana mientras llama a su misa, la campana.
Hay que ver difundidas las noticias del pastor que se sale con las suyas cantando con pasión sus aleluyas. Hay que ver El jardín de las delicias al disfrute de lúbricas primicias del pastor que desata las cabuyas del campanal badajo, y ya se nota hecha jirones la sotana rota.
Bajo un palio de sombras como chopo se esconde el diablo de apariencia buena, pero es el violador de la azucena y violando a los lirios me lo topo frescamente en su palio con su hisopo sin que pague diabólica condena; y denuncio con voz de monaguillo, que hubo un pastor que se paso de pillo.
Cuelga el habito el moje y se declara libre de la utopía del momento y se une tan fiel al sacramento que da hijos a Dios y Él los ampara como en la Iglesia antigua de otra tiara, y si comulga así y halla tormento por extender su idea cual la hiedra, que se le tire la primera piedra. |
Ramiro Lagos
r_lagos45@hotmail.com
Ir a índice de poesía |
Ir a índice de Lagos, Ramiro |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |