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Esbozada toda de
estameña negra
como si vistiese crespones de cuervo
de pies a cabeza, se planta con burka
y surge su sombra como oscuro espectro.
Entre las beldades vestida de blanco,
vi a la musulmana vestida de negro.
No le vi sus rostro, no le vi sus manos,
ni su ardiente boca, no le vi el caballo.
Tan acarbonada pensé que llegaba
de apagar tizones con llanto de infierno,
o con la lluviosa tristeza del alma,
que dejan cenizas de muertos recuerdos.
Reina de los cuervos por su veste bruno,
su color oscuro, revela misterios:
si es fea, se cubre, si bella se esboza
negramente el cuerpo con traje de celos.
Que nadie te mire, diráį tu marido,
y tu le haces caso: " soy bella y me debo
solo a sus miradas, y no a las de otro;
por eso me cubro con mis siete velos"
Y nada le importa que le digan bruja,
sólo hechiza al hombre que le da el sustento
y ama a su marido con pasión hambrienta
y le guarda luto aunque no este muerto.
De apariencia oscura, es acaso buena,
fundamentalista de cristal sereno;
con sus gafas negras me mira y la miro
para descubirle su lunar secreto.
!Ay!, si se quitara por magia de un sueño
las sensuales sedas de sus siete velos,
para ver con guiños su lunar de noche,
para ver de día que el lunar es bello.
Tan negra de brillos, le descubro el alma
bajo el plenilunio de sus dos luceros,
y, al fin, la descubro de luz y de sombra,
la mitad de noche, la mitad de cielo.
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