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La mascota del pesebre
con el niño pobre juega,
y se deja divertir
el torito de la tienta.
El toro recién nacido
nace sin cuernos y sueña
que en el portal del pesebre
ya brilla su azul estrella.
Buena suerte, buenos piensos,
doradas pajas y frescas
espigas de blancas hostias,
pan del cielo en su foresta.
Los niños juegan al toro
y banderillas se inventan
con flores blancas, moradas
y rosas que espinas llevan.
El torito las recibe,
cual flores de Noche Buena,
y no se asoman sus cuernos,
aunque la espina lo hiera.
Cuatro cirios le florecen
como simbólicas prendas
y del párpado del niño
se desprenden cuatro perlas.
Jugando al toro los niños
no le torean su paciencia,
porque comprenden que el toro
no tiene cuernos de fiesta.
Ellos se inventan los cuernos
y al torito lo torean:
¡Olé! con ¡Olé! La murga
del villancico resuena.
Tilín, tilín, campanillas,
que el Niño Dios juguetea,
y al torito le sonríe
sin picador de trastienda.
Mas, el torito presiente
el futuro que le espera
con banderillas de rosas
y moradas azucenas.
¡Ay torito! Ya lo sabe
el niño de Noche Buena:
que a los dos se les clavaron
las espinas de la tierra. |