|
Cantares de juglaría
enmarcan la efigie enhiesta
de Jerónimo, el apache,
legendario por sus gestas.
Luchando contra injusticias
colonialistas de afrenta,
ya se ve fruncir su ceño
a la invasión de su tierra.
¡No! y ¡no!, grita Jerónimo
indio apache de protesta
indio que aprieta el fusil
con su pueblo y va la guerra.
Contra el sur y contra el norte,
Jerónimo se rebela
contra el cruel colonialismo
que lo sufrió en su época.
Enfrentado a dos ejércitos
de Méjico en la frontera
y el de la América blanca,
cincuenta mil, eran, eran.
Quiso ser libre Jerónimo
con su pueblo, de cadenas,
y de las reservaciones,
mazmorras crueles impuestas.
Su lucha pasó a la historia
y coronó la leyenda
con eco en los amerindios
del sur y norte de América.
Largos años fue su lucha,
largos años él guerrea
y aún mi rima lo ve
con su fusil y su tea.
En Sierra Madre se canta
al indio como profeta,
como shamán, como líder
de la tenáz resistencia
Valga el ritmo de Jerónimo
gesticulado en sorpresas:
¡Jerónimo!, grita el pueblo
al final de mi poema |