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En una Cuba invadida
de esclavizado Changó,
marca un hito la protesta
de una mujer con honor.
La marquesa de Santa Ana,
Beatriz Jústiz, la voz fue
de las voces invadidas
y esclavizados en red.
Al ver la patria invadida,
le lanza un clamor al rey
con las mujeres anónimas,
blancas y negras de ver.
Agraviadas las mujeres
se unen a su sentir,
y su voz es colectiva
y no se deja invadir.
Fue clarín de las mujeres
Blancas y negras al par,
Pregonando los derechos,
Pregonando libertad.
La mujer esclavizada
tuvo en ella ilustre luz,
que se extiende a libertarla
de su negra esclavitud
En las décimas latentes
que le dio por escribir,
se ve la protesta en verso
de la marquesa Beatriz.
Ella se sube de tono
cuando entona sus cantiga.:
No hay que creer, lo cantara
en ningún hombre mandinga,
Un vate esclavo describe
su libertario perfil,
liberando a las doncellasl
liberando su magín.
Se cuenta que la marquesa
se quita el “de” que la ata
Y alega que no es de nadie
Y su libertad rescata.
Su feminismo de reto
como mujer liberal,
fue un feminismo activista
de justiciera igualdad.
En la isla del caimán
barbudo, sin santería,
resurge Jústiz Beatriz
cantando su rebeldía.
Allá en el siglo diez y ocho
su palabra armó su lid,
que tuvo y que tiene el eco
como el himno de Martí
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