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XXIV
Las líneas directrices se estrellan contra las razones
accidentales. ¿ Y el fundamento adecuado ?Has perdido
la solidez de tus puños y estás out del catálogo. Respondes
a una inserción imaginaria y tu tristeza es parte de los
trámites cotidianos. El último error da por tierra todo el
lenguaje anterior y sólo importarán las consecuencias
ulteriores.
XXV
¿ Tenías todo calculado ? Has partido de supuestos
conocimientos y ahora el territorio tiene forma de
cuadrilátero y la algarabía no te pertenece. La estruc-
tura profunda te ha socavado el espíritu de lucha y tu
exposición no es nada original. La sintaxis técnica está
del lado del adversario y no queda tiempo para interpre-
taciones. Apenas lejanos estímulos.
XXVI
Asistes a la transición de un cuadro dramático y
tu otrora refulgente altivez está groggy en un lugar
recóndito del ring. Ha sonado el gong para gestos
heroicos y sólo tendrás un hálito de gozo para recordar
la valentía de Los amantes de Kandahar. Sin embargo,
cuentas todavía con nueve segundos para reponerte y
recrear alguna situación amorosa.
XXVII
¿ Presentías el peligro ? Falta de entrenamiento para
triviales connotaciones y formales competencias. Te has
perdido en el bosque de los discursos ajenos y mientras
te acomete la vigilia de la frustración de tu ego, es conve-
niente que visites a la muchacha del café de otros tiempos.
Así demorarás los segundos de la cuenta final.
XXVIII
Extrañamiento de los momentos felices y anagnórisis
de un olvidado beso de despedida. No es que te falte espacio para correr y
bailotear en la infinitud del ring. Escuestión de apretar los dientes y odiar. Las
razones a priori no te han servido de mucho y ha llegado la hora de rezar e
ingeniártelas en el complejo infighting. La estrategia de la ambigüedad no
te será útil esta vez.
XXIX
¿ Djemyléh y Moshén se han levantado de su lecho de
amantes ? Ah, sí : sacude bien tu cabeza y espabílate.
Han comenzado a contar y el pleito continuará más allá de tu
derrota. Se han deformado las simetrías y lugar y tiempo
no te ofrecen el reparo de alguna metáfora. Y el ángel de
la guarda está ocupado en otra aventura. El diseño está
idealizado y no puedes zafar de esta virtualidad. Sigues
contra las cuerdas.
XXX
No habrá hechos ni pruebas ni evidencias definitivas,
muchacho. Algún que otro poeta temático pidiendo
auxilio por internet o escribiendo en la humareda sórdida
de algún café de camareras. El monstruo de sangre fría
morderá tanto la gramática primitiva como la más sofisticada.
Toda convención o ley será transgredida. Los acusados serán
siempre culpables.
XXXI
Los que están en el ring side continúan vociferando.
Que Dios esté contigo hasta el último recuerdo de la
Infancia feliz. Hasta el primer beso mejilla a mejilla de
Tu confidente de secundaria. Está en juego la corona
del barrio de Lanas Este y debes salir airoso para ir al
baile del sábado. Persígnate por enésima vez y sal de las
cuerdas de una vez y para siempre.
XXXII
¿ Has vivido una vida equivocada ? Vamos, sonríe : no
eres el único y no serás el último. ¿ Hay rastros de amor en
tu tránsito apocalíptico sobre las barricadas y las calles en-
sangrentadas ? No te contradigas ni temas a los malignos,
que, después de todo, hacen su trabajo. Arrodíllate y pide
perdón por tus ilusiones. Formula otro deseo y arroja las
monedas en las esquinas de tu infancia.
XXXIII
El argumento de la tragedia ya no es lado al cuadrado.
Ni las diagonales se cruzan marcando el punto de Inter—
sección. Ya no manipulas tramas ni trazas crónicas ni
lucubras cuentos de hadas. Escuchas aullidos, no voces.
Homo homini lupus. Las apuestas no te favorecen y de
Nada vale que mires el reloj gigante del estadio especulando
con la campana. El gong es una ilusoria oportunidad.
XXXIV
¿ Piensas aún en ella ? La luz de la luna no alumbra ya
el bosque encantado y la muchacha se ha ido para siempre.
Sólo iluminan las luces del estadio y vas de un lado al otro
del ring y sabes que todo fue mentira. La ironía ha tejido
una historieta de tu vida máscara a máscara en carnavales
ruidosos y mugrientas comparsas. Eso : ponte de pie para
trompear la Paradoja.
XXXV
Juramentos, torturas, testigos : acusaciones múltiples recibes en el
banquillo. La esponja esparce el agua bendita y te invita a seguir
la pelea. O la sentencia será cadena perpetua por cobardía
injustificada. El abogado defensor está en tus guantes. Y las tarjetas
de los jueces aún siguen intactas.
XXXVI
¿ Has amado como debías ? Aún estás a tiempo como
Ayax de ponerte la luciente armadura e ir al combate. Ya
el acaso no permite recapitulaciones. La cuenta ha comen-
zado. El encordado no es el refugio natural. Audacia. Tu
suerte está echada. Mitiga el castigo.
XXXVII
Un manager desesperado con la toalla en la mano vacilará
En tu caída. No tienes agallas para decirle : no la tires aún.
¿ Habrá otro escenario posible para reciclar nuevos idilios ?
Vas y vienes, de un lado al otro del encordado, trompeado
hasta el cansancio por el monstruo. Claro : no eres Bonavena
ni Monzón ni Sugar Ray Leonard.
XXXVIII
¿ Alas de niños despojados de su hoy de juegos ? ¿Se ve
un cielo de tristes mortales que huelen el aroma caliente
de tu pocillo de café ? ¿ Lees una historia de muchachas
dispuestas al deseo continuo ? Es sólo una novela de Pedro
Mata. Esquiva el gancho del monstruo y regresa
por esos niños impávidos indefensos de guardas angelicales.
XXXIX
¿ Tienes las rodillas laceradas y ardidas de tantos altares
visitados ? No será más que la repetida sensación de agonía
y del desespero tuyo de cada día. Ponte a la sombra de la
higuera de tu casa natal. Mójate en el pìletón bajo la parra
y apresúrate a salir corriendo hacia la esquina para jugar otro
picado.
XL
El ocaso en sepia contempla tu caída de bruces.
No hay paradigmas ecuánimes ni pìadosas presunciones.
La esquina está cercada de fantasmas y el léxico es irre—
conocible. La luz languidece y un circo de energúmenos
aplaude tu humanidad tirada en la lona. Te insultan y con
los ojos entreabiertos, alcanzas a ver la luna en cuarto
menguante.
XLI
No hay recovecos para la nostalgia. Es todo penumbra y
la música de un tango clásico es tenue. La higuera y la parra
anunciaban acaso la noche de un boxeador groggy,
que continuará la pelea hasta el final . Has invitado a tus amigos,
ya que especulas un lucimiento. Paso atrás, al costado, uno-dos
y aprieta los puños, izquierda al hígado.Ahora negrito -- te grita
Zaccaría. Y sonríes feliz : has regresado a los rings
de tu barrio de Lanús Este. Sé valiente por una vez.
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