Dossier de Edna Iturralde |
Edna
Iturralde está considerada una de las escritoras más importantes, y
definitivamente la más fecunda, de la literatura infantil y juvenil en el
Ecuador. Si existe un “boom” de la literatura de este género en el
Ecuador, una gran parte de esa alegría debemos atribuírsele a Iturralde.
Es ella quien encendió la mecha y la ha mantenido encendida con
una capacidad de comunicación fuera de lo común y una imaginación a
prueba de la imaginación de los niños y niñas, que es infinita, llena
siempre de porqués y reflexiones. Durante más de veinticinco años, ha
producido un continuo flujo de cuentos cortos y novelas de diversos
estilos y temas. Su obra ha acompañado a casi dos generaciones de niños
y niñas ecuatorianos desbordando las fronteras hasta España, Perú,
Bolivia, México, Colombia y los Estados Unidos, y continúa expandiéndose
a otros países. Iturralde no es historiadora y, sin embargo, mediante sus
obras los niños y jóvenes se asoman al pasado.
No es antropóloga, pero sus escritos irradian un componente étnico
y humano. No es maga.
No obstante, crea mundos mágicos en los que es posible habitar con
la imaginación. Es una
escritora, que cual investigador, viaja por los territorios de los cuales
escribe, se documenta en archivos, habla con la gente y sobre esa base
ficciona. Para hablar sobre su obra, por su diversidad, hace falta dividirla en tres bloques literarios. El primer bloque consiste de obras para los más pequeños. Edna Iturralde publicó desde 1979 hasta 1981, un cuento infantil semanal en la Revista Panorama, del Diario El Comercio, de Quito. Luego, en 1982, Iturralde utilizó hábilmente piezas literarias – de su propia creación – dentro de un contexto periodístico para el cual se acogió a la vieja tradición inglesa de la novela por entregas, que cada semana aparecía en la Revista Infantil La Cometa, del Periódico Hoy, de Quito, de la cual fue su fundadora y directora durante once años. Con este recurso mantuvo el interés de alrededor doscientos diez mil niños y niñas semanalmente, formando ávidos lectores. En su primer libro “Desde el jardín de las arañas doradas”, que reúne veintisiete cuentos, Iturralde muestra la más auténtica veta de creación dirigida a la primera infancia: con lenguaje directo y juguetón, en la justa medida para comprender y aprender palabras nuevas, explota múltiples líneas temáticas: el cruce habitual de la realidad y la fantasía con que la mirada infantil quiebra lo cotidiano, la amplia gama de actitudes humanas representada por animales en la más directa herencia de la fábula, como el cuento “Noche de gatos” donde el tradicional bullicio gatuno nocturno se convierte en música y alegría o el maravilloso “Trapito, el perrito vagabundo”, que es una muestra de agudeza y amistad desde el desamparo entre un perro sin dueño y un viejo león de circo. En esta obra no hay cuento infantil sin magia, por eso las cometas hablan, los espantapájaros se sienten solos, y un robot, que se enamora de una tostadora, necesita que le celebren su cumpleaños. Una necesaria revisión de los roles tradicionales también tiene puesto en este libro: el cuento “La bombera”, por ejemplo, le permite a una niña aspirar a una profesión “no femenina” y “Cosas de hombres” valora la agilidad y el arrojo de otra. Edna
Iturralde puso su imaginación al servicio de una petición de UNICEF, con
tres libros sobre valores, y
creó ochenta y dos cuentos ingeniosos, llenos de humor pero muy precisos,
en las que figuran personajes dentro de acciones reprochables que ven
emerger, entre otros, los valores de
la sinceridad, la puntualidad, el respeto, la cortesía, la tolerancia
como su oponente y vencedor. Ese mínimo conflicto – ingrediente
fundamental del cuento – halla resolución. En “El hombre que se tragó la palabra
gracias (un cuento muy gordo)”, la
descortesía es tratada con el usual sentido de humor de Iturralde que nos
explica que la palabra ‘gracias’, nos
vuelve más grandes y que cuando decimos gracias nos hacemos más simpáticos,
más populares, nos hacemos querer más, pero si nos la tragamos, se queda
dentro de nosotros y nos causa un caso de ‘graciasitis retinitis’ muy
serio. Y, en “Cuando las horas se enfermaron”, las horas,
afectadas por la impuntualidad caen de los relojes y en “Susana y la mentira de largas
trenzas”, una mentira toma
forma de pera y se queda junto a su creadora mientras sus trenzas crecen
con rapidez inusitada. Si
es verdad que la literatura infantil debe abrirle la puerta al tierno
lector a la aceptación de realidades difíciles y dolorosas, el tema de
la muerte está inteligentemente tratado en el libro “Torbellino”. Los
puntales de la relación del niño, con su papá y su mamá, están
delicadamente valorados en las concisas historias de “El pirata
Barbaloca” y “El gran secreto”. En “El misterio de las bolitas de
colores”, Iturralde apela a la curiosidad primordial de los niños más
pequeños en la escatología para interesarles en la lectura, cuando un
conejo se vuelve detective en una historia irreverente y llena de picardía
donde se descubre que las “bolitas”,
son pequeños excrementos dejados por un ser misterioso en el jardín de
conejo. “Aventura
en los Llanganates” transporta
a sus lectores a una ciudad perdida en medio de misteriosas montañas
donde está oculto un tesoro, referencia clave del pasado aborigen
ecuatoriano, mientras que en “Junto
al cielo”, un mosaico de historias le permitirán ingresar al niño
quiteño al pasado de su ciudad, a los anécdotas de sus mayores, siempre
junto a personajes frescos y curiosos, donde el chiste aflora junto al
primer beso y el descubrimiento de las mariposas en la barriga.
Nada más difícil que hacer lo que esta escritora ha hecho sin
esfuerzo. Llegar a ese grado
de sencillez, de claridad y de vida en un relato, tirando lejos toda
pretensión literaria hacia la falsa elegancia o hacia el retorcimiento,
es algo increíblemente difícil y solamente se logra a través de una
capacidad completa de escritora. Son las palabras del escritor y crítico
literario ecuatoriano Alejandro Carrión al referirse a la obra de
Iturralde para los más pequeños. El
bloque multicultural y étnico desarrolla el trabajo más ambicioso y
dedicado de Edna Iturralde. En un siglo en el que las historias locales y
regionales se borran y las huellas de lo íntimo, de lo perteneciente a
determinados grupos étnicos, es asunto de pocos o de nadie, una voz que
teja historias imaginarias e ingeniosas pero basadas en una seria
investigación y que a través de las ficciones lo documente y proyecte,
es altamente trascendente. No hay nada más universal que la
multiculturalidad. La comprensión de lo desconocido, la tolerancia y la
aceptación a lo diverso, son los objetivos aún pendientes, derroteros
para la sociedad del siglo XXI. Abordado
desde conceptos claros sobre el mestizaje, la transculturación, el pasado
histórico del Ecuador –
entrelazado a veces con el de otros países iberoamericanos –
la construcción de historias inventadas respeta el trasfondo de
datos reales rescata líneas que se pierden en el mito o que se han
postergado en una visión “oficial” de los hechos, por ejemplo en la
novela “Caminantes del Sol”, dedicado a cierto gobierno del incario y
sus grandezas o “Entre cóndor y león”, la mezcla de dos culturas
diferentes. Respecto
a “Caminantes del Sol”, el distinguido historiador peruano Waldemar Espinoza Soriano comenta:
Esta narración, que es una
historia novelada, une y hermana a nuestros pueblos que comparten
profundas raíces indígenas. Y,
a propósito de “Entre cóndor y león”, el respetado antropólogo
ecuatoriano Segundo Moreno Yánez anota: Las
metamorfosis mestizas son innumerables e invitan a realizar nuevas
exploraciones a través de los tiempos pasados y de todos los continentes.
La hábil pluma de Edna Iturralde cuenta la historia imaginada de Eugenia,
hija del conquistador español Diego de Sandoval y de la coya, princesa
Ninacuro Yupanqui, hermana del inca Atahualpa, quien viaja a España en
busca de sus raíces ibéricas para luego retornar al Nuevo Mundo. ¿Por
qué no seguir los pasos de la intrépida Eugenia y así profundizar en
nuestro mestizaje? Sobre la misma obra,
Pilar Cernuda, conocida periodista y crítica literaria española,
dice: Si los niños españoles de Galicia, Madrid, País Vasco, Andalucía,
Aragón y Cataluña tuvieran a su alcance libros como los que escribe
Edna, sabrían mucho más de su historia, mucho más de la historia de los
pueblos de España. Y probablemente, o más bien con toda seguridad, esos
niños no se dejarían llevar por las patrañas que quieren inculcarles en
sus pequeñas cabezas algunos
políticos que quieren
utilizar la historia, y a los niños, a su conveniencia. La
imaginación de la autora armoniza perfectamente con el horizonte cultural
elegido porque sus personajes, sólidos y convincentes, pequeños héroes
y heroínas de hazañas excepcionales, se mueven dentro de
ambientes construidos con fidelidad social, histórica y étnica.
Edna Iturralde descubre los velos de la identidad desconocida o
olvidada para volverla universal, situada desde esta parte de América y
compartida por quienes nos reconocemos como hispanos, indios, negros,
montubios y ciudadanos del mundo. Quienes somos, de donde venimos, y a
donde vamos, son las preguntas que la autora responde en sus libros, con
las voces de valientes guerreras y curiosos y sabios viajeros que viven
las más intrépidas aventuras hacia el interior de su propio corazón: el
corazón del pueblo negro, del pueblo indígena, de las etnias de la
amazonía, del campesino de la costa y, en “Miteé y el cantar de las
ballenas” – próximo libro a publicarse – el pescador de la orilla
del mar, heredero de culturas milenarias. En
el libro “Verde fue mi selva”
Iturralde saca su material de las realidades étnicas y culturales de los
grupos de la Amazonía Ecuatoriana. Con una mirada desde adentro de las
culturas achuar, shuar, huaorani, secoya, siona, cofán, quechua, brotan
historias de armonía con la naturaleza, de libertad, de un nuevo concepto
de felicidad, el de ser “dueños
de una selva”. Lamentablemente, otra realidad se cruza con la feliz
constatación de los niños achuar, la de ver manchados y contaminados de
petróleo los ríos, los lagos y los verdes campos, pero que al final
quedan sostenidos por algo a lo que también se le atribuye ese color, por
la esperanza, que es un parámetro importante a lo largo de toda la obra
de Iturralde. Entonces, el
libro no tiene solamente una cara positiva en aras de entregarle al lector
infantil una mirada optimista de la realidad, si no que también incorpora
crítica a ciertos hechos humanos. Vale destacar que este libro fue el
ganador en el año 2002 del Premio Internacional Skipping Stones de los
Estados Unidos, otorgado a libros con temas multiculturales y étnicos.
El jurado lo calificó como: un
libro que construye puentes de comunicación y comprensión, promoviendo
la mejor relación entre los seres humanos y la importancia del medio
ambiente. Y, nuevamente, Pilar Cernuda, comenta sobre este libro durante
su presentación en España: Edna
Iturralde escribe con maestría cuentos maravillosos, imaginativos.
Conocemos la selva, sus animales y su vegetación exuberante, pero
también las experiencias vitales de quienes viven en ella.
La historia de distintas etnias, distintos pueblos y distintos
escenarios. Edna Iturralde, a través de ellos va construyendo cuentos
hermosísimos en las que la trama sirve de excusa para explicar aquello
que casi nadie tiene tiempo a explicar a los críos: el origen de las
cosas, por qué tenemos miedo de ciertos animales, qué de bueno aportan
los brujos, que la selva de la Amazonía es un tesoro para nuestro
planeta… “Y
su corazón escapó para convertirse en pájaro”, es un seguimiento a la presencia africana en América.
Los cuentos eslabonan una visión histórica sobre la tragedia de
la cacería de seres humanos para reducirlos a la esclavitud, el traslado,
la venta, el proceso de transculturación sufrido, la vigencia de sus
mitos, siempre en medio de anécdotas con hermosos personajes de todo
tipo, en los que se combina el dolor y la tenacidad de la sobrevivencia.
Los afrodescendientes han estado presentes en hechos trascendentales como
la independencia latinoamericana de España y convertidos en cimarrones
constituyeron una heroicidad popular y anónima. La importancia de este
libro de Edna Iturralde cruza las fronteras del Ecuador porque el fenómeno
esclavizador fue muy semejante en todos los países de nuestro continente.
Así, Iturralde conecta el pasado con el presente desde África y Europa
hasta el suelo americano. “Y
su corazón escapó para convertirse en pájaro”, narra quizá la más
dolorosa de las travesías en la esclavitud y en la opresión, que sin
embargo la autora transforma en esperanza gracias a la compañía del espíritu
de los ancestros y de los animales, es decir de los más grandes afectos
de la naturaleza, madre y guía de todos los seres.
Ésta es una constante en su obra, la presencia de fuerzas
protectoras, muy arraigadas en la tradición popular, que guían y apoyan
los grandes desafíos personales. Buena síntesis del decurrir del avatar
africano es el cuento “El camino”, donde una maestra que viaja a enseñar
a un pueblito de la provincia de Esmeraldas es cifra perfecta del respeto
a las tradiciones y de la indispensable modernidad. Este libro ganó el
premio Nacional de Literatura Infantil del Ecuador, 2001 y en el año 2003
fue seleccionado por la Secretaría de Educación Pública de México para
ser incluido dentro del Programa Nacional de Lectura y, de igual manera,
en el 2005 con el libro Verde fue mi
selva. La
fértil imaginación de Edna Iturralde le permite sobrepasar los límites
normales de espacio y tiempo para entrar con profundidad y sencillez
en los temas más variados. Así, en la novela “J.R. Machete”,
nos lleva junto a un niño de la costa en una aventura llena de
emoción y misterio de una época de cambio, no solo en el Ecuador, sino
en la región: la revolución liberal. La historiadora ecuatoriana Jenny
Estrada, comenta: Este libro rescata
elementos de identidad cultural y revaloriza hechos históricos
trascendentes, deja un profundo mensaje de esperanza y permite vislumbrar
el camino correcto para acercar a las niñas y los niños al conocimiento
de nuestra historia. J.R.
Machete, está llamado a figurar entre los clásicos de su género en
Ecuador y en cualquier país de habla hispana. Aunque
existe un buen equilibrio de género en su obra, la autora revela una
cierta preferencia por el
personaje femenino, puesto a andar a partir de valores actuales sin
alterar un ápice la verosimilitud; eso es, precisamente, la
excepcionalidad de su obra. Kispi
Sisa, educada para convertirse en Virgen del Sol; Eugenia de Sandoval y
Yupanqui, mestiza de primera generación, Ninfa Carriel, la abuela rebelde
en la época de la revolución liberal, Juana Sebastiana la valiente
“cimarrona”, son fuertes, activas, tienen iniciativas y persiguen
metas. Estos personajes femeninos, niñas, jóvenes, adultas y ancianas
– vital manera de Iturralde de tratar al género entrelazándolo con la
edad – se distinguen por ser emprendedoras, perseverantes, valientes que
se miden de igual a igual con los hombres en épocas que las mujeres
estaban educadas para servir a los hombres. Si
la literatura tiene un enorme poder educativo, Edna Iturralde le saca
partido con creces con su tercer bloque literario, que consiste de sus
obras de dimensión social. Pone en manos de sus jóvenes lectores los
problemas que se ven con ojos congelados, sin reparar en ellos. La dimensión
social está presente en casi toda la obra de Iturralde, sin embargo hay
dos libros que merecen reconocerse en este apartado. En,“Un
día más y otras historias”, dedicado a los animales en
peligro de extinción, hay seres tan hermosos y desvalidos de nuestro
terrible mundo actual como el mono chorongo, el delfín rosado, el tucán
andino, el jaguar y muchos más que son la clave fabulística para sentir
amor y solidaridad por criaturas que desempeñan un papel tan clave en el
balance ecológico de la vida. Pero Edna Iturralde va más allá aún. En
el cuento“La canción de la montaña”,
Iturralde hermana a
una niñita con síndrome de Down y a un oso andino huérfano. Al poner a
esa niña como personaje en realidad rescata a dos seres excepcionales y
sensibiliza a los lectores para que puedan “ver”con naturalidad a
estos niños y niñas. De
igual manera, en el libro Las islas donde nace la Luna, la heroína es una
niña “con el corazón de pajarito”.
Además en esta obra, Iturralde hace un paralelo entre los niños y
niñas desplazados por las guerras, con los animales que llegaron
desplazados por las corrientes marinas y los vientos, a las Islas Galápagos,
y cómo aprender a sobrevivir. En
el libro “Lágrimas de ángeles”,
está escrito con el auténtico lenguaje literario al que nos tiene
acostumbrados, aquel que no pierde de vista el poder de entretenimiento,
de identificación y ensoñación, aunque desarrolla un problema tan
preocupante como el de los niños
abandonados en las calles. En esta novela juvenil,
se enlazan conmovedoras historias con denuncias directas. Hay
personajes cálidos y bien estructurados, intriga policíaca, sueños de
mejoramiento, diálogos claros y naturales al servicio de un microcosmos
literario de ciclo completo. En palabras de Cecilia Ansaldo Briones,
reconocida crítica literaria ecuatoriana: Frente
a la presencia de Edna y su literatura se puede apreciar un fenómeno de
interés, receptividad y precisión editorial, escrito con impecable
estilo y a buen ritmo. Ella,
tan aguda para encontrar el filón problemático de la realidad que le dé
material para sus ficciones, en esta ocasión pone la mira en dos
problemas cercanísimos del contexto ecuatoriano: la inmigración en busca
de oportunidades de trabajo y la erranza callejera infantil.
En,
Cuando callaron las armas, tema internacional que trata de los horrores de
las guerras y cómo se ven involucrados en ellos los niños y niñas;
obligados a convertirse en soldados, esta escritora demuestra que el mundo
no tiene fronteras literarias. Es
así que acerca a sus jóvenes lectores a Sudán, Afganistán, Irak,
Liberia, Colombia y otros países, donde hay conflictos bélicos
pendientes, que la vida cotidiana no
deja la menor mella. En resumidas cuentas, Edna Iturralde ha realizado una significante, variada y profunda contribución a la literatura infantil y juvenil Iberoamericana. Ha escrito con gran éxito para toda la gama de la niñez, desde los más pequeños hasta los preadolescentes, debido a su gran habilidad de ver el mundo por sus ojos y reflejar esta visión en sus libros. En su obra literaria infantil y juvenil hay aporte humano y literario. Sus novelas y cuentos son contribuciones a la formación de lectores para el futuro, de seres humanos con calidad y sensibilidad, de ciudadanos y ciudadanas comprometidos con su entorno. En tiempos en que la elección de las lecturas es el paso fundamental para mantener la vigencia y el interés por esta actividad central del intelecto humano, sus narraciones consiguen que las niñas, niños y jóvenes nutran su imaginación, alientan la tolerancia y trabajan por la apertura de toda clase de fronteras. Su obra ratifica así que la literatura infantil y juvenil no es una hermana menor de la literatura en general, sino una expresión autónoma, tan creativa y desafiante como cualquier otra y en cuyo ejercicio Edna Iturralde se desempeña con la soltura del oficio. |
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