América Latina
se escapa
del horror y de la inocencia
pintándole sonrisas
a las lágrimas yertas,
a descarnados pómulos,
a la indiferencia.
Repetida madre de los pies descalzos
lecho de los moribundos,
desván de la incertidumbre.
Anhelo que cicatricen
tus heridas ulceradas
para que el canto de tus montańas
quiebre las cadenas,
para que los océanos designen
nuestra última morada.
Para que tu vientre,
ya infértil,
perciba la esperanza.