En una de
las tantas visitas de trabajo a la capital de Durango, el activista
político recibió a boca de jarro una sorprendente y a la vez grata y más
que riesgosa invitación.
-Camarada, el compañero Lucio te quiere saludar y conversar contigo.
La tierra grande de José, Silvestre, Fermín y Rosaura Revueltas era
territorio más que medianamente conocido por el joven comunista que
había sido portador del apoyo solidario al segundo movimiento por el
rescate del Cerro del Mercado.
Mientras el fuereño se subsumía en los estrechos lineamientos de la
dirección del movimiento universitario y popular que atribuía todos los
males del atraso de la entidad a que no se le ponía valor agregado a los
minerales que se extraían de las entrañas duranguenses y al gobernador
Víctor Páez Urquidi como arquitecto del desastre, contaba con la abierta
admiración de los líderes y el aplauso entusiasta de los miles de
asistentes a las diarias concentraciones.
La efervescencia estudiantil y popular arrastró al activismo febril,
pero marginal, al pequeño grupo de comunistas que encabezaba el profesor
José de la Luz Flores, hombre bueno y generoso, pero solemne hasta la
desmesura.
Como secretario general, Flores presidía las reuniones del comité
estatal y la costumbre consistía en que al final, resumía la discusión e
intentaba presentar las conclusiones para ser votadas como materia de
trabajo a realizar.
Cubierto el ritual, en alguna ocasión el activista proveniente del
Distrito Federal planteó brevemente un aspecto de algún asunto que
olvidó y que no contradecía en lo más mínimo lo ya acordado.
Al profesor sólo se le ocurrió objetar, voz engolada de por medio:
-Camarada. ¡Me obliga usted a hacer otra intervención de conclusiones!
En otra ocasión, el activista proveniente del DF, expresó en privado al
profesor y al tenaz Efrén García -fallecido el 22 de diciembre de 1973-
su extrañeza por una omisión cometida por la dirigencia comunista al dar
a conocer públicamente una orientación política. La respuesta, de
antología, quedó registrada en el cajón de los recuerdos:
-Son asuntos de alta política, camarada.
De tal suerte que si al buen profesor y amigo Flores le hubieran
presentado la invitación a conversar con Lucio Cabañas, seguramente
hubiese sugerido la realización de un congreso extraordinario de los
comunistas de Durango, previa consulta con el Secretariado del Comité
Central.
El joven, halagado por la invitación del paradigma del Partido de los
Pobres, respetado por todas las izquierdas del momento, no dudó un
segundo en la respuesta que dio.
-Dígale al compañero Lucio que me daría mucho gusto conocerlo y platicar
con él. Pero que por encima de todo está su seguridad. ¡Que se cuide y
se retire de Durango tan pronto le sea posible.
Y el portador de la invitación escuchó azorado:
-De ti, compañero, espero absoluta discreción sobre la presencia del
padre de tu sobrino. No tienes derecho a poner en riesgo su integridad
sólo por el gusto de que los visita.
Menos de tres lustros después, el invitado a conversar con Cabañas fue
encañonado, encerrado en un pequeño cuarto del baño del Centro de
Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, mientras el director de
éste, Arnoldo Martínez Verdugo, era secuestrado por los presuntos
sucesores de Lucio:
-Si sales, hijo de tu chingada madre, te matamos.
No cabe duda. La estatura ética y moral no se hereda ni con los genes ni
con la sangre.
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