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Cabellera por El ratón |
Vitoreado en el triunfo y apapachado en la derrota fue la irrepetible condición de Raúl Macías Guevara. En su carrera boxística como profesional –del 10 de noviembre de 1952, en Culiacán, Sinaloa, al 28 de febrero de 1959, en el Distrito Federal–, El ratón sorprendió al país entero cuando aquella noche, en la Arena México, anunció a sus 17 mil seguidores reunidos allí, el sorpresivo retiro de los cuadriláteros. Su récord deportivo era impecable: 43 peleas realizadas y 41 triunfos, 25 por la vía rápida. La popularidad rayaba en la idolatría como probablemente nadie en el box la volvió a conocer. Las causas de su retiro, entonces, fueron otras y él las explicó: “No fue una decisión repentina. Estoy triste porque han sido 14 años en el boxeo –siete en el amateur– pero me voy porque mi madrecita enferma me lo pedía. ¿Cómo iba a negarme a su súplica nacida de la angustia? Ella tiene diabetes que se recrudece cada vez que yo peleo”. Su ascendiente popular se puso de manifiesto desde la primera pelea que ofreció en la Arena Coliseo, imponiendo récord de asistencia en las funciones de los miércoles y antes de los 11 meses del arranque como profesional de los guantes se coronó campeón nacional de peso gallo y fue ubicado entre los 10 mejores de su división a escala global. Enseguida ganó el título de Norteamérica. Previa venta de 55 mil boletos en sólo dos días, aseguran algunos de los cronistas sobre el 26 de septiembre de 1955 en la Plaza de Toros México. Pero no explican dónde fueron colocados tantos asistentes. El cronista Antonio Andere lo describió con la grandilocuencia característica de aquel tiempo, de esta manera: “Más de 50 mil almas apretujadas en una Plaza México, que era por sí sola un espectáculo monstruoso, se deshicieron, se derritieron en entusiasmo y en locura por la portentosa exhibición que ofreció Ratón Macías y lo aclamaron como no han aclamado a nadie en México. A nadie, entiéndase bien”. Y de allí a la disputa victoriosa del cetro mundial gallo frente al tailandés Chamrern Songkitrat, el 9 de marzo de 1955, en San Francisco, California. El recibimiento fue de multitudes que lo vitorearon en el aeropuerto, igual que tres meses después, cuando fue noqueado por Billy Peacock, sus seguidores también lo festejaron. Adorado en la victoria y más que arropado en la derrota. Pero “la noche más triste del boxeo mexicano”, ésa se cuece muy aparte. El 6 de noviembre de 1957, Ratón Macías fue derrotado por Alphonse Halimi, en duelo de unificación del cetro mundial gallo, y el franco-argelino se impuso por decisión dividida, cuando el de Tepito ya tenía problemas con la báscula. Con todo y derrota, miles de fanáticos se congregaron en torno al avión y los bomberos los alejaron con chorros de agua. Dicen los que describieron el ambiente de aquella noche: “Las calles estaban desiertas y cualquiera hubiera jurado que la ciudad había sido desalojada ante una emergencia. En cantinas, restaurantes, cafés, cervecerías y en sus casas todo el pueblo se agolpaba alrededor de los aparatos” (de radio). La fronteriza Matamoros no fue la excepción. En la memoria quedó el registro de una triste y larga noche en aquella ciudad de no más de 50 mil habitantes. Y entre ellos Yolanda, quien sacrificó una hermosa cabellera rubia que invadía la cintura adolescente. –¿Por qué te cortaste el pelo? –Indagó el niño de apenas siete años. –Porque le prometí a la virgencita de Guadalupe mi cabellera a cambio de que ganara El ratón. Perdió y debo cumplirle. Murió el ídolo acompañado de multitudes. Y con su máxima a flor de labios: Todo se lo debo a mi manager y a la virgen de Guadalupe. Mientras que la seguidora es ahora bisabuela, vive en Houma, Luisiana, y permanece como fiel devota del símbolo nacional. |
Remembranzas, de Eduardo
Ibarra Aguirre
Primera edición digital: Octubre de 2012
© Eduardo Ibarra Aguirre
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Diseño de portada e interiores:
Héctor Quiñonez Hernández
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