|
Entre los buitres de los sueños.
Entre los buitres angelicales monstruosamente acicalados,
surge el fuego, hecho por el tedio de los volcanes interiores.
Quizás por eso en la noche de todos los silencios
y de la gruta estrellada,
los papeles y los ojos se mezclan en habladurías,
cuando los pájaros azules del ventrílocuo,
van volviendo a la botella
que se tapa con un corcho de nubes.
Nubes de mentira con laderas que vuelcan su frío,
el frío de los árticos, el frío de los infiernos,
el calor de los cielos se cierne sobre nosotros,
el cielo de los cielos baja hasta los infiernos.
El infierno sube, baja. El infierno es de frío.
El cielo de caluroso invierno.
Es entonces cuando los vasos inigualables de la perdición
se encuentran en todas las esquinas para apoyarse
sobre los torrentes del papel.
El momento en que los pájaros buscan, para emigrar,
para huir hacia los hermosos espacios blancos.
Mientras, desde el vientre meta-atmosférico
parten tres carros de ilusiones
que batallan con los infiernos ascendentes
y los cielos esenciales.
|