Hoy
Guillermo Ibáñez

El cielo se abrió a mis ojos
y nací a este momento,
el momento con fe de sangre
y he visto derramarme.

Desde la primera letra
en posición de punto
que se hace siglo,
del invento de alegrías,
de puentes hacia el llanto,
de transformación de esquemas,
siento el mismo cansancio 
en mis pies viejos.

Del reflejo introvertido
de la perfecta rutina.

Del caos de la luz 
y del invierno,
del silencio, la guerra y la arruga.

Nací mi muerte con la extrañeza 
del tarado y tal como antes
me estoy llamando.

El cielo se cerró en mis párpados 
y recién entonces, pensando
me sentí esperado.

Ya no había negación en el silencio
ni oscuridad en la luz del día.

Tanto tiempo transcurrí, soñaba.

Pesado minuto caído de la nada y 
ya vuelto.

Ayer observé detenidamente 
mi terraza en el espejo del agua 
y la sabía con el deseo de ahogarse.

Ayer estuve recordando;
nadie tiene azotea,
sólo algo así como una sonrisa,
dientes de brillante, ojos de vidrio
y lengua de gigante.

Manos de nene, pies de tambor,
dedos de sentencia,

Hoy amanecí temblando: 
el miedo era mi llanto.

Guillermo Ibáñez
Árbol de la memoria 

Del libro "Introspección" (1970)

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