Acerca de la Poesía y los Poetas

por Vicente Huidobro

Una obra de arte es una nueva realidad cósmica que el artista agrega a la Naturaleza, y que ella debe tener, como los astros una atmósfera propia y una fuerza centrípeta y otra centrífuga. Fuerzas que le dan equilibrio perfecto y la arrojan fuera del centro productor.

La poesía ha de ser creada por el poeta, con toda la fuerza de sus sentidos más despiertos que nunca. El poeta tiene un papel activo y no pasivo en la composición y el engranaje de su poema.

Un poema debe ser algo inhabitual, pero hecho a base de cosas que manejamos constantemente, de cosas que están cerca de nuestro pecho. El poeta es un motor de alta frecuencia espiritual, es quien da vida a lo que no la tiene; cada palabra, cada frase adquiere en su garganta una vida propia y nueva, y va a anidarse palpitante de calor en el alma del lector. Ser poeta consiste en tener una dosis tal de particular humanidad, que pueda conferírsele a todo lo que pase a través del organismo cierta electricidad atómica profunda, cierto calor nunca dado por otros a esas mismas palabras, cierto calor que hace cambiar dimensión y color a las palabras.

La primera condición del poeta es crear, la segunda crear, y la tercera, crear.

Un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.

Los poemas creados adquieren proporciones cosmogónicas; os dan a cada instante el verdadero sublime, este sublime del que los textos nos presentan ejemplos tan convincentes. Y no se trata del sublime excitante y grandioso, sino de un sublime sin pretensión, sin terror, que no desea agobiar ni aplastar al lector: un sublime de bolsillo.

Encuentro que los verdaderos poetas, contra cierta opinión emitida ya varias veces, jamás aburren. Al menos, a otro poeta.

La poesía de los locos no me interesa como poesía, pues no estoy loco; tampoco la música de los ángeles me interesa algo más, ya que no soy ángel.

Soy un hombre, simplemente, un poeta, y lo que me interesa es la poesía de los poetas. Yo también proclamo el inconsciente, pero el inconsciente de los hombres conscientes.

Tal como las leyes de la química deben ser establecidas por un químico, y las de la astronomía o de la fisiología han de ser trazadas por un astrónomo o un fisiólogo, las leyes de la poesía nunca serán justas si no son elaboradas por poetas.

Los filósofos o los médicos que hablan de poesía se arriesgan a no comprender nada y a enredarlo todo. Hablan desde fuera de algo en que es preciso estar metido para poder profundizarlo.

Esto es lo que nos prueban los ejemplos citados por las personas de fuera cuando hablan de poesía.

Nada de caminos verdaderos y una poesía escéptica de sí misma.

¿Entonces? Hay que buscar siempre.

Sobre todo, es preciso cantar o simplemente hablar sin equívoco obligatorio, sino con algunas olas disciplinadas.

Y el gran peligro del poema es lo poético.

No agreguéis poesía a lo que ya la tiene sin necesidad de vosotros. La miel sobre la miel da asco.

Poned los zapatos al claro de luna y después hablaremos de ello.

El azar conviene cuando los dados dan cinco ases o al menos cuatro reinas. Pero salvo estos casos debemos excluirlo.

Nada de poemas tirados a la suerte; sobre la mesa del poeta no hay un tapete verde.

Y si el mejor poema puede hacerse en la garganta, es porque la garganta es el justo medio entre el corazón y el cerebro.

Haced poesía, pero no alrededor de las cosas. Inventadla.

Poco importa que la criatura sea niña o niño, abogado, ingeniero o biólogo, con tal que sea. El poema, tal como aquí se muestra, no es realista sino humano.

No es realista, pero se hace realidad.

Un poema es un poema, tal como una naranja es una naranja y no una manzana.

¿No podéis dar un hombre, todo un hombre, un hombre entero?

El mundo está harto de vuestras voces de canario monocorde.

Tenéis lengua de príncipes y es preciso tener lengua de hombre.

El mundo os vuelve las espaldas, poetas, porque vuestra lengua es demasiado diminuta, demasiado pegada a vuestro yo mezquino y más refinada que vuestros confites. Habéis perdido el sentido de la unidad, habéis olvidado el verbo creador.

El verbo cósmico, el verbo en el cual flotan los mundos. Porque al principio era el verbo y al fin será también el verbo.

Una voz grande y calma, fuerte y sin vanidad. La voz de una nueva civilización naciente, la voz de un mundo de hombres y no de clases. Una voz de poeta que pertenece a la humanidad y no a cierto clan. Como especialista, tu primera especialidad, poeta, es ser humano, integralmente humano. No se trata de negar tu oficio, pero tu oficio es oficio de hombre y no de flor.

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fragmentos tomados de los manifiestos: “La creación pura"; "Manifiesto de manifiestos"; ”Ei creacionismo"; "Yo encuentro ... “La poesía de los locos"; "Necesidad de una estética poética compuesta por los poetas"; "Manifiesto tal vez" y “Total".

 

por Vicente Huidobro
 

Publicado, originalmente, en:  El Barrilete Nº 3 octubre de 1963

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/barrilete-no-3/

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas

Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte

 

Ver, además:

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