En una España convulsionada, poco
antes del comienzo de la Guerra Civil, en una panadería de pueblo,
doña María Candelaria recibe la visita de sus protegidos, Federico
García Lorca, el ya famoso poeta granadino, y Miguel Hernández, el
todavía ignoto poeta de Orihuela. A medio camino entre madre y
mediadora, la panadera intenta que Federico ayude a Miguel y que
ambos entablen una amistad sin recelos. También procurará aunque sin
éxito, claro, que uno marche al exilio y que el otro no se una a las
milicias republicanas. Entre canciones y poemas, La panadera de los
poetas, obra de María de las Mercedes Hernando, con la actuación de
Virginia Lago, Francisco González Gil y Jorge Seleme, puede verse en
el teatro La comedia de Rodríguez Peña al 1000, bajo la dirección de
Mariana Giovine, hija de la actriz protagonista.
Doce años mayor que Hernández, es
sabido que Lorca estaba disgustado por la insistencia con que el
joven poeta le solicitaba su ayuda para que sus textos ingresaran al
círculo de los aclamados por la crítica. En la obra, doña
Candelaria sale en permanente defensa del poeta pastor de cabras y,
aunque aparecen cuestiones que ambos dirimieron en un agrio
intercambio epistolar, sus diferencias se dispersan ante el hecho de
que los dos aman la cultura del pueblo y defienden su libertad. La
obra habla de estos temas desde un entramado de situaciones ligadas
al sueño y la fantasía, y para apoyar este cariz no realista la
directora apostó a la música en vivo, interpretada por Marcelo
Alvarez y los propios actores, también a cargo de una selección de
canciones. La obra fue escrita, según cuentan Lago y Giovine en la
entrevista con PáginaI12, pensando en la actriz: “Pero tiene mucho
de la familia de pasteleros de la que proviene la propia autora, de
los que defienden sus recetas para no divulgarlas nunca, como hace
la propia María Candelaria”, apunta Lago.
–¿En qué medida esta obra
habla también del presente?
M.G.: –La panadera…
nos muestra a dos poetas jóvenes asesinados por un régimen
autoritario. Creo que esa manera de actuar de algunos, que eligen
acallar aquello que no quieren oír, es algo que se sigue repitiendo.
V. L.: –Creo que
desde siempre existió esa forma de violencia. Y desde el teatro es
necesario hablar sobre estas cosas. Yo siempre digo que deberíamos
abrazarnos más, apostar por la vida, porque lo que quieren los
pueblos es vivir en paz. No violentarnos sino cambiar ideas.
–En la obra, el personaje de
Miguel Hernández lamenta haberse distanciado con Ramón Sijé por
pensar políticamente diferente, algo que realmente sucedió…
M.G.: –Lo sufre y se
arrepiente. Y cuando el amigo muere, en su Elegía aparece la esencia
de su relación, la gran amistad y el cariño que se tenían más allá
de lo que pensaban. |