Fernando Palenzuela: el fiel de la balanza |
Si
el influjo del surrealismo resulta fácil de evaluar en el arte y la poesía
latinoamericana, particularmente en países como Argentina, Chile y aun
Brasil -que cuenta en la actualidad con el mayor
teórico y artista continental de
impronta surrealista ortodoxa, el poeta Sergio
de Franceschi Lima- no ocurre lo
mismo en el contexto de la literatura y poesía cubana. Stefan
Baciu, el polígrafo rumano compilador de la primera Antología de Deseo
finalmente llamar la atención sobre un fenómeno poético de los más
interesantes, se trata del parasurrealismo cubano. En Cuba (…) el
surrealismo está hoy en día oficialmente prohibido, de modo que sólo
hay dos maneras de practicarlo: colocándolo en las gavetas, integrándose
al “exilio interior” o haciéndolo abiertamente en el destierro (Algunos
Poetas Parasurrealistas Latinoamericanos, (Revista
Eco, Bogotá, 1980 y
El Mundo Semanal. Medellín, 1981) Es evidente entonces que Baciu –pese a de las reservas abrigadas respecto a Baragaño –poeta surrealista excepcionalmente talentoso, pero que terminará plegándose al derrotero antidemocrático seguido por la revolución cubana, luego de transcurridos los primeros años de su arribo al poder- no era ajeno o pasaba por alto lo relevante de la poesía que en torno a la revista El Alacrán Azul (Miami, 1970-71), hacían tanto José A. Arcocha como Fernando Palenzuela, poetas en el exilio es cierto… pero por elegir al culto colectivista o comunista profesado al Gran Hermano o Líder Máximo, el ideario libertario del surrealismo consignado en documentos tan sustanciales como el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente (firmado por Breton, Trotski y Rivera). O El Deshonor de los Poetas de Benjamín Péret, donde se reivindica abiertamente una libertad total para el arte sin restricciones o prohibiciones religiosas, patrióticas, políticas o policivas.
Estos son, en resumen, los antecedentes que nos sirven de marco para acercarnos, a vuelo de pájaro, a la obra poética de Fernando Palenzuela, último de los poetas surrealistas cubanos vivo, quien, luego de residir por varios años en Europa, acabará radicándose, como otros coterráneos suyos, en Norteamérica (New York y Miami). Palenzuela
distingue de modo tajante entre poesía y literatura y ha
guardado por largo tiempo silencio, al estilo de Rimbaud o
Valery; pero no por eso su poesía publicada tardíamente
en dos únicos libros: Amuletos del Sueño y
Su escritura poética, búsqueda permanente de ese fiel de la balanza donde se equilibran la lucidez y la alucinación , el vacío y la desesperación, tiene a veces el trasfondo amargo y sombrío que caracteriza la obra de Baudelaire y Lautrèamont, pero al que nuestro poeta encuentra un sucedáneo en la paciencia o perseverancia, sin que dicha solución revista nunca una connotación depresiva o evasiva… quizás porque hay en ella la certeza rilkeana –influencia espiritual que rechazará Baragaño para adentrarse en los páramos de la militancia castrista - nos dice José A. Arcocha- de que el alba, finalmente, disipa las sombras y la luz la oscuridad reinante. Esta perspectiva o expectativa constituye sin duda una caída, un salto que se conjuga en futuro, dictamina el mexicano Enrique Lechuga en una lectura- collage que ha hecho recientemente de Palenzuela… A lo que agregaríamos nosotros que es también: un salto en el sol, porque desde siempre la única perspectiva o expectativa plenamente surrealista ha sido la esperanza, sumada, desde luego, a la libertad y el amor. |
Raúl Henao
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