De la palabra poema de Daniel Gutman “Aún es de día, muévase pues el hombre.
Llegará la noche y ya nadie
podrá actuar. ” |
Incluso sabiendo que el metal fundido contiene en sí todas las formas: alas de vasija, corazón helado en la promesa, animales y divinidades, olas de un mar que descubre su mecánica inferior de rueda y rayo, imagen que sobrevive en el espejo de la quietud de la conciencia como un matiz de verde, aislado en la policroma espesura,
albergando la luz, guía los
pasos del día. el día marcha hacia la noche conducido por signos alterables, un zarpazo en que se encuentran hambre y presa, un estrépito de liberación de semillas en la caída de la fruta, el chapotear de una bandada de árboles en la fiesta de la lluvia,
imitación del mutismo de un bosque de pájaros
silenciosos en la nieve. pues sombras hay que necesitan redes de instantáneo efecto, palas y picos, hoces y papeles, afilados roces concursantes, incluso sabiendo que el metal fundido contiene en sí todas las formas, el instrumento o matriz para dar a sombra una palabra.
Ingenuo es considerar que la cartografía, privada de mutaciones fantásticas, es la correspondencia amorosa entre el hombre y la Tierra,
relación de conocimiento y entrega en el abrazo.
un sistema
interno de lectura de sí mismo,
ríos
de lava en lechos de llanura, blanca aurora al margen de los siglos. su tragedia a la escala en que la cadena se toma obligatoria... y es necesario construir un mapa de ese mapa y luego otro de este último,
las ondas danzando en lo posible,
en
la intuición inefable de observar el este y coincidir con el salto del
sol.
Meses de treinta días, meses de treinta y uno, otros de veintiocho,
cada
tanto uno de veintinueve. dos agujas que tejen su convivencia sin nombrarse,
porque la esencia del
Todo y de las Partes no es... cada tanto veintinueve.
En el borde imaginario de los ciclos infinitos de la vida, ambulando por cementerios de fósforo y sílice, cautiverios de piedra, las palabras limitan la vida a lo escaso que perciben de ella.
¡Lenguajes de frutas! Una palabra de fresa que sonroje los labios, una expresión de piña madura para dientes de marfil, cerezas para dedos de nácar, uvas para sueños de embriaguez.
¡Lenguajes de riesgos! Una oración que mate, que destruya y resucite, que vibre y recomponga. Peligros para huesos de hielo, para articulaciones de metal, incluso para agitados reposos.
¡Lenguajes animales! Que la palabra tigre expanda nuestros músculos,
asociación de luciérnaga en la noche caliente de los trópicos.
Oh. Palabras para desatar el amor. para destruirte al saberte con nombre que no dice lo caliente de tu sangre,
lo frío de tu cerebro que sabe que nada significa |
poema de
Daniel Gutman
Publicado, originalmente, en: Revista Último Reino Año IV Nº 8 / 9, Abril-septiembre de 1982
Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/ultimo-reino-no-8-9/
Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,
que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.
Ver, además:
Daniel Gutman en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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