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Pregunta indiscreta |
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Otra vez lo encontré llorando. La
mañana era tranquila. En el parque, solo, aislado en una banca,
sentado con la mirada perdida en tanto que su rostro derramaba
lágrimas, en silencio parecía una estatua. Preocupado por esa
figura, me le acerqué, me senté a su lado y llevado por
inexplicable presentimiento, posando mi mano derecha, suavemente
sobre su hombro izquierdo, le pregunté el motivo por el cual
lloraba. Ese hombre, de edad avanzada, volvió la mirada hacía mí
y sosteniendo la cabeza entre sus manos me respondió que la
soledad lo atormentaba; que para él eran interminables las
noches y los días, que escuchaba sin escuchar el ulular del
viento, el canto de los pájaros, las angustias del sol, de la
luna, de los luceros. Frente a él únicamente sombras… sombras…
sombras. Le pregunté de dónde era, que si era de aquí, que si
era extranjero. Me respondió que no tenía patria, que para él
solamente había una nación en el universo; que había caminado
mucho… mucho…mucho. Me dijo también que hablar de la esperanza
es un sueño; que hablar del amor es hablar de una flor con
múltiples aromas; que hablar es un privilegio humano que muchos
no saben valorar. Ante todo ello, como si fuera un nido de nubes
blancas su cabeza, el rostro con huellas de silencio y sus ojos
plenos de infinitud, le solté para mí la desesperada pregunta:
¿Quién es usted, entonces? y él, tomando mis manos entre las
suyas, con ternura inolvidable, me dijo casi en forma
imperceptible: ¡Yo… soy el tiempo! |
Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/
agenor15@hotmail.com
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