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El niño Fakir
(Vivencia de niñez)

Agenor González Valencia

El niño viste sus mejores galas para ofrendarse por entero en su efímero espectáculo. Su inocente rostro desaparece bajo la grotesca máscara de maquillaje rutinario y burdo. Camisa y pantalón de satín en contraste colorido. Fajilla de seda al cinto. Zapatillas de doradas puntas y, en la cabeza, vistoso turbante en el que resalta galana pluma de pavo real.

El acto comienza: en medio de la rueda de curiosos, público ansioso de diversión callejera, el niño fakir coloca una tabla en la que asoman como batallón de guerra, las puntas alineadas, al mismo nivel, de clavos que claman claros horizontes de sollozos, gritos de dolor.

El niño fakir entra en trance: hipnotizado en la sombra del asombro, coloca displicente sus espaldas sobre el ejército de finísimos puñales y, parece gozar sueño de angustias y esperanzas. Un hombre, que toca rítmicamente pequeño tambor, invita a uno de los curiosos a que auxilie en el sorprendente acto. El invitado de honor, siguiendo las instrucciones de quien es ayudante del niño fakir, se para sobre el pecho y el abdomen de éste por espacio de segundos que se convierten en siglos que fluyen de la mirada del pequeño artista

El niño fakir se levanta y muestra en rededor, las espaldas con las señales de cientos de puntas que pese a la presión, no pudieron traspasar las magras carnes de la víctima.

Las monedas caen resonantes de triunfo en torno a la temible tabla de sacrificios.

El niño fakir sonríe. Otro parque, otro sitio lo espera.

Mañana será otro día.

Dr. Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/  
agenor15@hotmail.com  

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