Las tres caras del poder |
Todo
individuo que vive en sociedad participa -muchas veces sin saberlo-, de la
contagiosa actividad política. Los
medios de comunicación -prensa, radio y televisión- irrumpen
abusivamente en nuestros hogares; nos torpedean mañana, tarde y noche,
con noticias -en la mayoría de las ocasiones- que encubren realidades y
nos internan con sus comentarios, irresponsablemente, en los vericuetos
del quehacer de quienes han hecho del ejercicio político su modus vivendi
y su manera personal de obtener, en unos, lícito bienestar económico y,
en otros, hartura de sospechables riquezas exhibidas cínicamente a
sabiendas de impunidades y compromisos recíprocos. Hagamos
reflexión acerca de las caras que nos muestra, sin reserva alguna, la
mayoría de los políticos antes del poder, en el poder y después del
poder: Antes
del poder: Los
medios de comunicación se dan a la tarea de difundir nombres, apellidos,
antecedentes, intereses, ansias, promesas, bondades, sonrisas, acciones y
otras lindezas más de políticos que pagan la construcción de asombrosas
imágenes públicas. Pero así
como los medios construyen también suelen destruir justa o injustamente
el prestigio de quienes no se avienen a desorbitadas cotizaciones
publicitarias. El
político en precampaña o en plena campaña en la pretensión de un cargo
dentro del sistema, procura mostrar las más convincentes facetas de su
rostro. Es alegre, es
cordial, es bonachón, es paternal, es fraternal, ¡es un espléndido
actor! Saluda efusivamente a
todo aquél que encuentra en su camino; ofrece dádivas; hace
reconocimientos; reparte despensas, láminas, útiles escolares, y, sobre
todo, destila ternura, humildad y afán de sacrificio. En
el poder: Una
vez lograda la anhelada ascensión, bien posesionado, aspirando los aires
de triunfo y la vanidad de la gloria, se encierra a piedra y lodo en sus
reconfortables oficinas en las que indudablemente las tareas asignadas le
impiden el contacto con el público que inútilmente pretende ser
escuchado por aquél que rebosante de entusiasmo les abría los brazos en
las giras de campaña y juraba a voz en cuello partirse el alma por
satisfacer carencias y anhelos populares. Raro es el político que en ese mar tempestuoso de la
administración pública, conserva sin marearse, irreprochable conducta a
través de la cual los ideales se hacen realidad. Después
del poder: El
tiempo no perdona. Es raudo,
es veloz, inmisericorde y su estampa queda plasmada en la historia tanto
la oficial como la no oficial, la recogida por alabarderos de oficio y la
transmitida por tradición oral de boca en boca por generaciones ya que la
memoria es permanente en el alma de los pueblos. Fuera
del poder, cuando las puertas de los partidos se cierran y soplan otros
aires y aparecen otros grupos y surgen otros intereses y poco a poco la
soledad siembra de hastío la esperanza que se diluye en la angustia del
ya no ser, el político derrumbado de su pedestal, cual bandera en
derrota, transita por las calles, por los cafés, por los supermercados,
por las salas de espectáculos y, actor solitario, perdido el estilo,
presenta ante el público en vez de aquel rostro soberbio, la grotesca
caricatura de un bufón en una carpa vacía. ¡Dichoso el político que cumplido su deber sigue vivo, permanente en el corazón del sentimiento popular antes del poder, en el poder y después del poder! |
Dr. Agenor González Valencia
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