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La voluntad decide el destino |
1.
El bien Para
definir lo que es el Bien observamos
como problema fundamental el semántico, o sea un problema de vocabulario
y significaciones. Por un lado, observamos la existencia de varios términos
y varias significaciones afines, entre las que señalamos: ‘el Bien’,
‘la bondad’, ‘lo bueno’. Ferrater Mora[1]
igualmente advierte que por otro lado tenemos el término ‘bueno’ el
cual es un adjetivo usado en expresiones tales como ‘x es bueno’ y
pueden definirse como ‘x tiene la bondad’, ‘x posee la propiedad de
ser algo bueno’ o ‘x participa del Bien’. Atendiendo
al vocabulario y a las definiciones aplicadas ‘al Bien’ es de concluir
que tanto los sustantivos ‘Bien’, ‘Bondad’, ‘Bueno (lo)’ así
como el adjetivo ‘Bueno’, únicamente pueden definirse de manera
puramente verbal y, por consiguiente, dichas definiciones se muestran como
círculos viciosos. En consecuencia, la sola atención al vocabulario no
es suficiente para elevar la reflexión al análisis filosófico. Sin
embargo, -advierte Ferrater Mora-,[2]
ello no es enteramente cierto ya que la interdefinibilidad verbal de tales
términos nos enseña que es conveniente examinarlos conjuntamente, y que
el término ‘Bien’ puede ser considerado como abreviatura para
designar cualquiera de los aspectos bajo los cuales han sido estudiadas
las cuestiones de lo bueno o del ser bueno. Nicola
Abbagnano,[3]
define al ‘Bien’, en
general, “como todo lo que posee” valor, precio, dignidad, mérito,
bajo cualquier título que lo posea. Para
dicho autor la expresión ‘Bien’,
es en efecto la palabra tradicional con la que indicamos lo que en
lenguaje moderno denominamos valor. Nos
aclara que con la palabra valor calificamos
a todo objeto de preferencia o de elección. Desde la antigüedad la
palabra ha sido usada para indicar la utilidad o el precio de los bienes
materiales y la dignidad o el mérito de las personas, pero este uso
–asienta-, no tiene significado filosófico alguno porque no ha dado
origen a problemas de esta naturaleza.[4] Es
importante señalar que el uso del término ‘valor’, comienza sólo
cuando es generalizado dicho significado para indicar cualquier objeto de
preferencia o de elección, lo cual se observa por primera vez en la
escuela de los estoicos, quienes introdujeron el término en el dominio de
la ética y significaron con el término ‘valor’, a los objetos de las
selecciones morales. Así lo hicieron para comprender el bien en sentido
subjetivo. Por lo mismo –señala Abbagnano- podían considerar los
bienes y sus relaciones jerárquicas como objetos de preferencia o de
elección. Entendieron por ‘valor’ en general, “toda contribución a
una vida con forme a la razón”, (Dióg. L., VII, 105) o, como dice
Cicerón, “lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección (selectione
dignum)” (De Fin., III, 6, 20).[5] A
través de la intuición volitiva el hombre aspira a la conquista del bien
como algo valioso. Algo que es armonía. Tranquilidad del espíritu.
Felicidad. Elevación de corazones. La
antitesis del ‘Bien’, como todos sabemos, es ‘el Mal’. Hagamos
acerca del mal
breves reflexiones:
2.
El
mal Si
estudiamos ‘el Mal’ desde el punto de vista semántico, veremos que en
la oración gramatical ‘el Mal’ lo podemos reducir al adjetivo
‘malo’ y presentar el problema bajo forma de expresiones como ‘x es
detestable’, ‘x es desagradable’, ‘x es punible’, etc., o
inclusive –señala Ferrater Mora-,[6] El
termino ‘el Mal’ es objeto de estudio de la psicología, de la
sociología, de la política, de la historia y de la reflexión filosófica. Entre
las teorías filosóficas que reflexionan acerca de ‘el Mal’, Ferrater
Mora[8]
señala aquella en la cual se afirma que ‘el Mal’ es el último grado
del ser. Esta pobreza ontológica del mal se muestra adscribiendo a éste
todos los valores negativos (o estimados como negativos) imaginables:
ilimitación, indeterminación, dependencia, pasividad, temporalidad,
inestabilidad, materialidad, etc., etc.[9] Para
Nicola Abbagnano,[10]‘el
Mal’ tiene una variedad de significados tan extensa como el término
‘Bien’ del que es correlativo. Para la filosofía esta variedad se
puede reducir a dos interpretaciones fundamentales:1) la interpretación
metafísica según la cual es: a) el no-ser, o b) una dualidad en el ser;
2) la noción subjetivista según la cual el mal es el objeto de un
apetito o de un juicio negativo. 1)
La metafísica lo considera como el no-ser frente al ser que es el
bien, o en considerarlo como dualidad del ser, como distancia o contraste
interno del ser mismo.
2)
La concepción del mal como no-ser aparece en los estoicos y es
formulada claramente por el neoplatonismo. Desde este punto de vista se
considera que la existencia de los males condiciona la de los bienes y de
tal manera, por ejemplo, que no habría justicia si no hubieran ofensas,
no existiría actividad si no hubiera desidia, no habría verdad si no
hubiera mentira, etc. Los estoicos –apunta Abbagnano- consideraban que
los males no son verdaderamente tales, por cuanto son necesarios al orden
y a la economía del universo (Aulo Gellio, Noct. Att.,VII, I)[11] En
la escala zoológica el hombre cobra rango superior por su capacidad de
pensar y por su capacidad de sentir y de reflexionar sobre los orígenes
tanto de sus pensamientos como de sus sentimientos y de su propio ser. Su
libre albedrío hace que voluntariamente tome decisiones. En el curso de
su vida tiene la libertad de encaminar sus pasos hacia el Bien o hacia el
mal. La vida es bella si nuestra conducta se ilumina con acciones que
satisfacen a nuestro espíritu y con hechos que dejan constancia de
nuestro ser allí por donde hemos pasado. El
Mal daña a quien intencionalmente provoca daños a terceros.
Es insana alegría. Es la parte oscura del alma. Es la parte
negativa del poder. Es el no-ser que se aparta del ser. Es mácula
permanente. Es afán de un perdón que nunca llega. Desesperanza. Eterna
agonía. El
bien es apetito de ser. Entre el bien y el mal, la voluntad decide el
destino.
[1] Ferrater Mora observa que común a todas estas expresiones es el hecho de que se trata de sustantivos los cuales designan el ser bueno. [2] Loc. Cit [3] Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, “Bien”, Fondo de Cultura Económica, Sexta reimpresión, México, 1987, pp. 130 – 131. [4] Ibidem, “valor”, p. 1173. |
Dr. Agenor González Valencia
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