Amigos protectores de Letras-Uruguay

 
 

La venganza  
Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/  
agenor15@hotmail.com

¿Qué te parece? Todo llega a su momento. Han pasado los años, ¿te acuerdas? Ahora estás frente a mí, de rodillas. El cañón de mi pistola pegado a tus sienes. ¿Lloras? También yo me angustié y derramé lágrimas por muchos años. Me vejabas, me humillabas a tu antojo. Tenía que soportarte. Ni modo, la necesidad obliga. Hoy, te miro a mis pies, rogando que no te mate. ¿Y qué te puedo decir, si tú me humillabas a diario? Se te olvidaba que yo, como tú, soy un ser humano, que tengo familia, necesidad de darle de comer a mi esposa y a mis hijos. A ti eso nunca te importó. Soberbio, petulante, vanidoso, insufrible, siempre me viste como cosa. Eras el patrón y yo tu esclavo. ¿Pero cómo la ves? Hoy las cosas han cambiado. Me acusaste injustamente. Bien sabes que jamás toqué un sólo centavo de tu negocio. Rendí para tu empresa lo mejor de mi vida. El tiempo nos hace a los hombres débiles. Me corriste sin importarte que no pudiera encontrar trabajo por mi edad. Estuve en la cárcel prisionero sin haber cometido delito alguno. Tú no sabes lo que sufrí y lo que sufrió mi familia. Aprendí muchas cosas. Entre otras, las de valorar la libertad, la amistad y el compañerismo. Aprendí también a leer, a escribir, a dialogar conmigo mismo y a estrechar manos que, alguna vez como yo ahora, se vieron forzadas a cometer un delito. A cometer un crimen. A odiar a los que están afuera. A arrepentirme de haber nacido. Sobre todo, a haberte tenido como mi patrón los mejores años de mi vida. Tuve que huir. Dejé sola a mi familia. Estuve a salto de mata, pensando… pensando… pensando. Cambié de nombre y la suerte me favoreció. Sin embargo, ya no pude convivir con los míos. Quedé huérfano de afectos. La tuberculosis se ensañó con mi familia. Hoy estoy sin nadie en la vida. Las soledades internas y externas me han producido heridas morales incurables.

Siempre me he preguntado: si existe Dios, ¿por qué no castiga a los poderosos? ¿Por qué se olvida de los humillados? No soporté. Cobijado por las sombras de la noche he llegado a tu casa. Estabas cómodamente durmiendo. Roncabas. Tus hijos en otra recámara, y tú, solo y viudo como yo. Te desperté de tus sueños. Asustado, viste la muerte dibujada en mi rostro. Te apunté a las sienes. Llorabas. Te arrodillaste pidiéndome perdón, lo que no pude darte. No resististe el asombro por mi sorpresiva presencia. No sabes cuántos momentos tristes pasaron por mi mente. Te vi derrotado, viejo, indefenso. Cerré los ojos, apreté el gatillo y dije… ¡pobre cabrón!
 

Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/ 
agenor15@hotmail.com 

En Letras-Uruguay 30/01/2012

Ir a índice de América

Ir a índice de González Valencia, Agenor

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio