La mano del obrero que sirve en la diaria tarea en la fábrica, en los talleres, en las empresas. La mano del campesino que siembra esperanzas y dones. La mano del artista, creador de belleza, de esperanza, de amor y de recuerdos. La mano del verdugo que consuma el sacrificio humano. La mano del traidor que oculta el arma asesina. La mano del artesano que hace realidad imágenes y utensilios. La mano del ilusionista. La mano del obsceno. La mano del suicida convertida en angustia, soledad, dolor y ausencia. La mano del escriba en cuya honestidad se deposita la fe pública. La mano del juez que sentencia, absuelve o condena. La mano de la madre que acaricia, que sonríe, que llora y que acuna. La mano del padre que bendice su honrada labor. La mano que ora, que perdona y que se arrepiente. La mano del amigo que estrecha corazones. La mano de ternura, de fraternidad, de anhelo y ensoñaciones. La mano que delata, que acusa y que lastima. La mano del
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