Urdimbre de falsedades. Rencor. Malestar por el mérito ajeno. La
calumnia es complejo y frustración.
Ocupación de desocupados. Festín del chisme. Narración de irrealidades,
es la manera más injusta de dilapidar el tiempo.
Ofensa sin nivel. Fermento del odio. Difama. Envenena el ambiente. Los
oidores del rey suelen amarla apasionadamente. Y hay quienes a la carta
la seleccionan vorazmente, como su platillo favorito.
Aparente sinceridad. Intención oculta. Fauces abiertas para engullirse a
la víctima, la calumnia se viste de gala rumbo al cadalso en el que
ejerce de verdugo como herencia espiritual de sus ancestros.
Calumniar es vicio. Bastardía. Indigencia interior. Inferioridad
manifiesta.
La calumnia no duerme. No reposa. No descansa. Es insistente.
Reiterativa. Penetrante. Es engaño. Falsedad. Cizaña. Áspid.
El calumniador es terrible por su lengua. Plumero de redacción emporca
cuartillas para ganar sin escrúpulos el pan para sus hijos y la miseria
del desprecio.
José Ingenieros la describe magistralmente en El Hombre Mediocre al
narrar la escena alegórica del famoso cuadro de Botticelli que la
representa. Nos dice:
“La calumnia invita a meditar con doloroso recogimiento; en toda la
Galería de los Oficios parecen resonar las palabras del artista – no lo
dudamos – quiso poner en labios de la verdad, para consuelo de la
víctima: en su encono está la medida de tu mérito.
“La inocencia yace en el centro del cuadro, acoquinada bajo el infame
gesto de la calumnia. La envidia la precede, el engaño y la hipocresía
la acompañan. Todas las pasiones viles y traidoras suman su esfuerzo
implacable para el triunfo del mal. El arrepentimiento mira de través
hacia el opuesto extremo, donde está como siempre sola y desnuda, la
verdad; contrastando con el salvaje ademán de sus enemigos, ella levanta
su índice al cielo en una tranquila apelación a la justicia divina. Y
mientras la víctima junta sus manos y las tiende hacia ella, en una
súplica infinita y conmovedora, el juez Midas presta sus vastas orejas a
la ignorancia y la sospecha”.
La calumnia es boomerang cuyo golpe retorna a sus orígenes. El
victimario es víctima que respira por la herida incurable de su alma
atormentada.
La calumnia es alimento de engorda en las zahurdas, coparticipante
identidad. Lavazas en las que fermentan los desperdicios humanos.
Arrepentimiento vano.
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