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El estado del derecho en Tabasco en la época de la independencia
Dr. Agenor González Valencia

1. ANTECEDENTES:

 
1. GOBERNANTES EN TABASCO DE LA ÉPOCA DE FERNANDO VII

 
La Historia no envejece. Eternamente se encuentra su presencia, siempre fresca, siempre juvenil, en las páginas de los libros; cuando los tenemos en nuestras manos, toman la forma de una flor y al contacto con nuestro asombro, descubren su corola abriendo como brazos perfumados los vivos colores de años inmarcesibles, para entregarnos la esplendorosa presencia de un pasado convertido en presente histórico, haciéndonos  vivir imágenes que el recuerdo no quisiera olvidar.

Hoy, después de repasar las páginas-pétalos de esas flores inmarcesibles que son los libros, vengo ante ustedes a platicar, como estudiante permanente que soy,  apoyado en  información compilada, acerca del estado del Derecho en Tabasco, en el periodo de la Independencia de nuestro país respecto a España. Y digo, respecto a España, porque lamentablemente, si bien es cierto que nos independizamos de un imperio, hoy tristemente y, a pesar de todo, somos dependientes de otro imperio el cual sujeta las alas   del águila mexicana, impidiéndole soberbiamente, alzar el vuelo hacia un destino anhelado de libertad y de justo y ambicionado progreso al que tiene derecho, como cualquier país del mundo, realizando con dignidad  su proyecto de vida. 

El presbítero Manuel Gil y Sáenz,[1] en su Historia de Tabasco apunta que, en la época de Fernando VII, los asuntos políticos del trono español se complicaban. Es por ello que el pueblo, sobresaltado, manifestaba actitud hostil, por lo cual el rey Carlos IV consideró necesario el momento de abdicar a favor de su hijo Fernando VII,  reconocido soberano de España e Indias, y al que Tabasco obedeció hasta el 8 de septiembre de 1821, en que el pueblo proclamó la  Independencia. En ese espacio de trece años, - afirma Gil y Sáenz -[2], gobernaron por dicho monarca aquí, en la provincia, los siguientes mandatarios: Fr. Miguel de Castro y Araos, de la época anterior, hasta el año de 1810 en que se marchó para Yucatán; el licenciado Lorenzo Santa María  gobernó con el carácter de interino, hasta principios de 1811 en que entregó al propietario siguiente;  Andrés Girón,  gobernó desde 1811 hasta 1813, en que huyendo salió de esta provincia para Laguna del Carmen; Lorenzo Santa María gobernó por segunda vez, desde esa fecha hasta 1814;  Francisco de Heredia y Vergara, coronel del batallón de milicias de Mérida,  gobernó desde 1814 hasta mediado de julio de 1817 en que falleció en esta capital; y, por último Ángel de Toro, coronel y comandante general, gobernó hasta el 8 de septiembre de 1821.

Esta última época del período colonial fue escenario de grandes acontecimientos: se agravan las desavenencias de Carlos IV con su hijo Fernando VII, y Napoleón El Grande que pretendía influir sobre todos los tronos de Europa, con el pretexto de arreglar las diferencias habidas entre el padre y el hijo, a quienes hizo ir a Francia dejándoles cautivos en Bayona, imponiendo poco después en el trono de España a su hermano José Bonaparte.  

La indignación fue total en España, el pueblo protesta enérgicamente y toma las armas en contra del usurpador; celebra la paz con Inglaterra, e instala en Madrid una junta central para que gobernara durante la ausencia y cautividad del legítimo soberano[3]. Tan pronto como Tabasco se entera de los  infaustos sucesos de Bayona, a fines de julio de 1808 jura a Fernando VII, haciéndose esto después solemnemente, en cada cabecera de partido, reconociéndose así, a las autoridades legítimas de la madre patria . El doctor José Eduardo de Cárdenas y Romero en ese entonces encabeza al clero por impedimento del vicario in-cápite Sr. Quiroga. Jura a Fernando VII y predica en la solemne función de Iglesia que en obsequio a aquel  soberano hizo celebrar el ilustre Ayuntamiento de la Capital de la provincia. 

1.2 CÁRDENAS Y ROMERO A LAS CORTES GENERALES

En 1809 en Villahermosa se celebra la solemne instalación de su primer Ayuntamiento. En 1810, dicho Ayuntamiento elige al doctor Cárdenas y Romero  diputado a las Cortes Generales reunidas en la Isla de León, llamadas extraordinarias, y en 1811 emprende viaje para España en unión del diputado de Chiapas. Sale de Villa Hermosa una escolta de honor de caballería acompañando a los ilustres viajeros hasta una legua y media de dicha población. En 1812 Cárdenas y Romero, a nombre del pueblo tabasqueño firma la del partido (sic), reconociéndose a las autoridades legítimas de la Carta fundamental  en las Cortes Generales y extraordinarias de España, presentando sus célebres memorias.[4] 
 
 
1.3  1812 Y  LA CONSTITUCIÓN DE ESE AÑO

El año de1812 es rico en acontecimientos. Dividido por la Carta el antiguo poder en Ejecutivo, Legislativo, y Judicial. El primero cometido (sic) al rey, el segundo a las Cortes, y el último a las Audiencias, todo esto preparado con gérmenes (sic) que contenía dicha Carta fundamental, más tarde el golpe lo recibiría España con la emancipación de estos pueblos.[5]  

Al regresar Cárdenas y Romero a su hogar, y estando ya en su curato de Cunduacán, es llamado el 12 de diciembre de 1812 por el Cabildo de Villa Hermosa con vivas instancias. Sorteando mil dificultades que tuvo que vencer el citado presbítero  publica la Constitución de aquel año, siendo gobernador Andrés Girón, el que se fue dando un rodeo río arriba y luego de noche bajó rumbo a la Isla del Carmen casi en fuga no volviendo más a Tabasco.[6] 
 
EL ESTADO DEL DERECHO EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

1.4 TABASCO Y SUS CONSTITUCIONES

Francisco Peralta Burelo[7] observa que por sus títulos y decretos promulgados puede inferirse, sin objeción aparente, que Tabasco ha tenido, al cabo de su existencia como entidad confederada por el Pacto de la Unión, ocho, o al caso, nueve constituciones particulares: las del 5 de febrero de 1825; 16 de noviembre de 1831; 17 de agosto de 1850; 15 de febrero de 1914; y, 5 de febrero de 1919. Éstas, observadas en el marco de una primera visión general. La del  5 de abril de 1975 podría ser –o en su  caso es-, la décima Carta Política de Tabasco. “Así se desprende –nos dice- pues de la primera impresión que produce la lectura rápida de todos y cada uno de los textos que constituyen la colección histórica de  Constituciones tabasqueñas”.[8] 

1.5  PRIMERA DIPUTACIÓN PROVINCIAL

Se instala entonces la primera Diputación Provincial y se crean Cabildos o Ayuntamientos y funcionarios de elección popular; entre tanto, el Grito de Dolores resonaba por doquiera y la insurrección de Nueva-España que iba creciendo hasta hacerse imposible de sofocar, tomando poco a poco amplias dimensiones, en términos  que de Tabasco salen compañías de milicianos y pardos libres en auxilio, en unión de las de Yucatán, para Veracruz al mando del coronel Francisco de Heredia y Vergara, quien más tarde se hace cargo del gobierno.[9] 

1.6 PARTIDOS Y ABOLICIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812

Cabe señalar que en Tabasco había ya dos partidos: el de la Corona y el de los independientes. Bajo este concepto, es de suponerse que los ánimos estaban caldeados.  Para mantener el orden hubo necesidad de arreglar cuatro brigadas de la Costa y una compañía de voluntarios españoles, fieles vecinos, al mando del capitán Juan de Molina ya que en 1811 existía otro cuerpo de infantería nombrado por Fernando VII.[10]

El 4 de mayo de 1814, Fernando VII salió de cautividad y abolió  por Decreto de ese día la Constitución que había menoscabado su poder y disuelve las Cortes. En Tabasco se  distinguieron algunos patriotas que habían dado el Grito de Independencia; el Sr. José M Jiménez encabezaba aquellos patriotas y por tal motivo el gobernador Heredia lo puso en calabozo.[11]  

2  ANTECEDES:

Muy pronto el rey de España se encuentra obligado por el Partido Constitucionalista a aceptar y jurar la Carta Fundamental de 1812, el 5 de marzo de 1820. Según una tradición primero cerraron (sic) aquí en la Plaza de Armas de Villa-Hermosa en un pilar la Constitución, y después la sacaron en triunfo.[12]

En esa época fueron alcaldes constitucionalistas D. Francisco Betancourt y Peralta y D. Juan Molina. 

2.1 1821 PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Los truenos y relámpagos rebeldes  alentaban a la población. Los acontecimientos se complicaban para el gobernador D. Ángel de Toro, quien  en vano intentaba sofocar a la opinión pública que a favor de la Independencia crecía, manifestándose abiertamente en todos los puntos de la provincia. En México las cosas habían tomado proporciones graves, sin embargo, careciendo Tabasco de imprenta, el espíritu público oprimido, aceptando gobernantes que muchas veces muy a su pesar recibía, únicamente representaba el papel de espectador en esa lucha de titanes, cuando aparecen como meteoro, por el camino real D. Juan N Fernández con 400 jarochos, trayendo la noticia del éxito feliz que había tenido en México la guerra de insurrección a través de los Tratados de Córdoba, que consumaban la victoria del Plan de Iguala gracias a D. Agustín de Iturbide. El Sr. Fernández, situado primero en Huimanguillo, y más tarde en Atasta, venciendo los obstáculos y dificultades opuestos por el Sr. de Toro, logra al fin arreglo pacifico y entra a Villa-Hermosa el 8 de septiembre de 1821, día en que se proclama la Independencia Mexicana y se jura el Plan de Iguala y Tratados de Córdoba, bajo las tres garantías de, Religión, Independencia y Unión; quedando así, a  partir de esa fecha el pueblo tabasqueño unido al mexicano; habiendo obedecido Tabasco a España durante 302 años seis meses. El Sr. Fernández se hace cargo de los mandos político y militar, y pone en libertad a los patriotas presos.[13]

D. Ángel de Toro deja el poder y sigue camino a Campeche. Fue el último gobernador del período Colonial. 

3  LA INDEPENDENCIA MEXICANA

3.1 PRIMERA ÉPOCA

Juramentado el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, el pueblo tabasqueño se incorpora al mexicano y sigue con éste todas las fases de la política general y experimenta en carne propia las conmociones que el país sufría.

Para su estudio, Gil y Sáenz[14] divide esta parte de nuestra historia de la manera siguiente:

1º- Desde la proclamación de la Independencia, hasta la abdicación de Iturbide.

2º- Desde la caída de Iturbide hasta la proclamación de la Constitución de este Estado en 1831.

3º- Desde aquella fecha hasta el año de 1840.

4º- Desde 1840 hasta 1850.

La primera época comienza desde la proclamación de la Independencia, hasta la abdicación de Iturbide. La segunda, desde la caída de Iturbide hasta la proclamación de la Constitución de este Estado en 1831. La tercera, desde aquella fecha hasta el año de 1840. La cuarta, desde 1840 hasta 1850.

Cabe resumir que en la primera época de la Independencia, el Plan de Iguala  duró hasta el año de 1823, en que el Congreso Mexicano declaró insubsistente dicho Plan, terminando con esto el Imperio, pero conservándose las tres garantías: Religión, Independencia y Unión.[15]

La forma de gobierno que se constituyó en México fue la monárquica, gobernando primero la regencia desde el 28 de septiembre de 1821, hasta el 24 de febrero de 1822; y después del emperador Iturbide que ocupó el trono diez meses, esto es a partir de su elección y advenimiento en mayo de 1822, hasta el 20 de marzo de 1823 en que abdicó.

En esa época, Gil y Sáenz[16] anota como sucesos más: notables la proclamación de la Independencia el 8 de septiembre de 1821; la incorporación de nuestro Estado a México, integrándose así a la nación mexicana. Tanto el Gobierno Provisional, como la Regencia y el Imperio, se proclaman y se jura a Iturbide por emperador. El Plan de Casa-Mata, que tiende a la abolición de una parte del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, lo que trae como consecuencia, la proposición de la caída del Imperio; la fundación del pueblo de San Francisco Estancia Vieja, y la proclamación y reconocimiento en Tabasco del sistema federal el 9 de abril de 1823.[17] 
 
4 SEGUNDA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA (LA REPÚBLICA)

Abdicado Iturbide y proclamada la República, los Estados secundaron el Plan de Casa-Mata. La Asamblea Nacional expide el acta constitutiva de la Federación  Mexicana. En esas circunstancias, Tabasco se apresta  y pone en actividad sus elementos para alcanzar los fines consignados en el acta federativa. Se advierte que aquí, en la provincia, había una diputación provincial, así como un ilustre Ayuntamiento compuesto de los Srs. Santiago Duque de Estrada, alcalde del primer voto; Manuel José Martí, alcalde del segundo voto; José Urbina de Gálvez; Juan Balier; Manuel Zapata; Marcelino Gil; José del Rosario Ortiz; Anselmo Beltrán; Esteban Fernández, síndico primero, José María Ruiz; Alejandro Morales y, Andrés Joaquín López.[18] 

4.1 GOBERNANTES DE TABASCO EN ESTA SEGUNDA ÉPOCA

En esta segunda época, desde 1823 a 1831 gobernaron el estado de Tabasco: D. José Antonio Rincón, desde la época pasada hasta el 14 de junio de 1824; D. Agustín Ruiz de la Peña, provisionalmente, desde el 8 de mayo de 1824, y después, constitucionalmente, hasta 1829 y 30.[19]

Gil y Sáenz señala entre los gobernantes, a D. Marcelino Margalli, desde 1828 poco tiempo, entrando enseguida el vice D. Santiago Duque de Estrada, hasta el 10 de septiembre del mismo año, en que se le concede licencia para ir a Campeche; enseguida D. Pedro José García, como primer vocal del Consejo, hasta el 8 de noviembre en que volvió el vice Estrada; después gobernó Ruiz de la Peña y luego se proclamó el Centralismo hasta el año de 1830. D. José Rovirosa gobierna desde el año de 1830 hasta 1832 en que muere siendo gobernador.[20]

4.2 REFORMA CONSTITUCIONAL

El 15 de noviembre de 1831 la VII Legislatura del Estado decreta la Constitución política reformando la de 1825, en atención a su artículo 221; y el 16 del mismo mes y año es sancionada y publicada por el Sr. Rovirosa. 

4.3   VILLA-HERMOSA A RANGO DE CIUDAD

Anotamos: el 27 de octubre de 1826, el Congreso Constitucional eleva al pueblo de Villa-Hermosa a rango de ciudad, denominándole San Juan Bautista de Tabasco, siendo presidente del Congreso, D. Narciso Santa María y secretarios, D. Juan Antonio de Sala y Oramas, y el Sr. MacDonell y, en ejercicio del Poder Ejecutivo, como vice-gobernador, D. Marcelino Margalli, y secretario D. Joaquín Burelo.[21] 

4.4   COMIENZO DE LA REPÚBLICA  Y GOBERNANTES DE TABASCO (1831 – 1840)

La segunda época de la Independencia, comienza con la República, que el 9 de abril de 1824 proclamaron  los tabasqueños, al declararse en México la terminación del Imperio, erigiendo (sic) a la Provincia en Estado Soberano.[22]

En esa época – apunta Gil y Sáenz - gobernaron al Estado, en el periodo que abarca de 1831 a 1840,  los mandatarios siguientes: D. José Rovirosa, que como ya anotamos, gobernó desde la época pasada hasta septiembre, fecha en que falleció. D. Manuel Bueltas como vice y luego electo gobernador, hasta 1834; y en las faltas del propietario, D. Antonio Conde García o D. Juan de Dios Salazar. D. Narciso Santa-María desde 1834 hasta principios de 1835. Después, D. Eduardo Correa, como vice-gobernador, hasta 1836. El general D. José Ignacio Gutiérrez, desde 1836 hasta noviembre de 1840. El general D. Juan Pablo Anaya, poco tiempo. Estuvo después D. Francisco de Sentmanat, D. Fernando Nicolás Maldonado y D. Francisco Díaz del Castillo, así como D. José Julián Dueñas, como primer vocal de la Junta Departamental hasta 1841.[23]

4.5 ÚLTIMO PERIODO DE LA SEGUNDA ÉPOCA DE LA  INDEPENDENCIA

Entramos al último periodo de la segunda época de la Independencia (1840 – 1850). En este espacio de tiempo gobernaron a Tabasco las siguientes personas: D. Pedro Requena, poco tiempo, ya que en seguida se hicieron las elecciones de gobernador. D. José Víctor Jiménez hasta 1841, como gobernador constitucional, siendo vice-gobernador D. Justo Santa Anna y sub-vice D. Francisco Díaz del Castillo. D. Francisco de Sentmanat, hasta el 11 de junio de 1843. D. José Julián Dueñas dos meses, desde el 12 de julio de aquel año hasta el primero de septiembre del mismo. El general D. Pedro de Ampudia, hasta 1845. D. José Víctor Jiménez, hasta la revolución de Martínez Pinillos, Bruno y Montero, año de 1846. El coronel D. Juan Bautista Traconis, desde el 14 de agosto del mismo año. D. Justo Santa Anna desde el 13 de febrero de 1847 hasta 1849, siendo vice-gobernador D. José Julián Dueñas y sub-vice D. Encarnación Prats. D. José Julián Dueñas desde febrero de 1849 hasta octubre de 1850, siendo vice-gobernador D. Gregorio Payró. D. Juan Manuel Torres, interino, nombrado por el Congreso del Estado desde el 14 de octubre de 1850 hasta el 30 de noviembre del mismo año. D. Gregorio Payrò desde el 30 de noviembre de 1850, que por su ausencia del mismo ocupó durante el resto del año el gobierno el vice  D.  Joaquín Cirilo de Lanz.[24]

Gil y Sáenz señala que cuando consumó el triunfo de la revolución Sentmanat, siendo nombrado gobernador interino D. Pedro Requena, auxiliado por un consejo provisional, se hicieron las elecciones, resultando electo gobernador D. José Víctor Jiménez y vice-gobernador D. Justo Santa Anna; aquel se encarga del gobierno, se elige el Congreso, y entonces el Sr. Sentmanat se retira a la vida privada, conservando siempre influencia en los negocios del estado.[25]

El tiempo sigue su curso. Entre el ayer y el hoy el hombre vive de recuerdos y de ensoñaciones. Es un tejido invisible. Lo que  se considera pasado, se hace presente y el mundo circula dentro de su propio círculo. Bernardo del Águila Figueroa, queridísimo maestro que lo fue en el Instituto Juárez, cuya cátedra era pan de centeno mojado en la ternura de profesor, llenaba de gozo nuestra alma de estudiante. En su estudio que repasa la geografía y la historia de Tabasco nos explica que durante el periodo comprendido entre la consumación de la Independencia y la invasión Francesa y el segundo Imperio, Tabasco, como parte integrante de un todo, pasa por las etapas de gestación dolorosa que ineluctablemente tuvo que a travesar el País; etapas en las que la integración nacional “se desarrolla angustiosamente en luchas internas y externas”.[26] D. Emilio Rabasa  – señala Del Águila Figueroa-, observa, en síntesis admirable, que “en los 25 años que corren de 1822 adelante, la nación mexicana tuvo siete congresos constituyentes que produjeron, como obra, una Acta Constitutiva, tres constituciones, dos golpes de Estado, varios cuartelazos en nombre de la soberanía popular, muchos planes revolucionarios, multitud de asonadas, e infinidad de protestas, peticiones, manifiestos, declaraciones y de cuanto el ingenio descontentadizo ha podido inventar para mover el desorden y encender los ánimos”,[27] Tabasco no podía sustraerse a aquel afluir  de los acontecimientos que se sucedían en la Nación entera en forma confusa, cruenta, desquiciante.[28]

El citado del Águila Figueroa apunta que, el primer gobernador de Tabasco independiente lo fue D. Juan Nepomuceno Fernández Mantecón, con el carácter de Jefe Superior político, de principios de septiembre de 1821 hasta marzo o abril de 1822[29], quien victima de intrigas es reducido a prisión en Cunduacán y despojado del mando es  conducido a México, sucediéndole en el cargo el Teniente Coronel D. Manuel M Leyton[30]
 
Exaltado al trono del Primer Imperio mexicano, D. Agustín de Iturbide, Tabasco se adhiere a ese gobierno y el Ayuntamiento de Villahermosa así como los jefes militares Manuel María Leyton y José Antonio Rincón, quienes envían parabienes al Emperador felicitándolo por haber “llegado a tal grado de excelsitud” y dándole cuenta cómo se desarrollaron las festividades en honor de tan magno acontecimiento.
[31]

En el país continúa la lucha revolucionaria republicana; Iturbide es derrocado y el coronel D. José Antonio Rincón -quien durante el efímero imperio de Iturbide gobernara a Tabasco como Jefe Superior Político-, entrega el mando a D. Pedro Pérez Medina el 3 de mayo de 1824;  el 8 del mismo mes y año se encarga del gobierno del estado D. Agustín Ruiz de la Peña con el carácter de Gobernador Provisional.

Mestre Ghigliazza – citado por  Del Águila-[32] manifiesta que en una de las originalidades de nuestra historia local, el partido popular acaudillado por Ruiz de la Peña se encontraba fuertemente aliado a los españoles ricos de la Provincia, a los mismos que, si no engañan las crónicas, habían hecho cruda guerra a algunos gobernantes de aquella, durante la última década del virreinato, porque no se plegaron a favorecer sus negocios mercantiles. El Partido que más adelante fue Centralista era al contrario, por convicción, o por interés político, enemigo de los peninsulares, o mejor dicho, de su incontrastable influjo en la administración pública tabasqueña. – Advierte Mestre-, la hostilidad de los iturbidistas al elemento español. Con estos datos y habida  cuenta del carácter rígido de la Ordenanza, y el honrado a carta cabal, Coronel José Antonio Rincón, resultaba imposible el despejado ejercicio de su mando militar. Vivía en el seno de una sociedad cuya mayoría le era hostil, y tenía por adversario a un gobierno hechura de aquella. En consecuencia, Rincón es depuesto de su cargo de Comandante General de Tabasco a través de una asonada el 14 de junio de 1824 y puesto en prisión, seguidamente es remitido a Cunduacán, más tarde a Teapa y posteriormente a Jalapa; nombrando el Gobierno, Comandante General, al Coronel D. Francisco Javier de Tejeda.  Rincón se había negado a prestar juramento de obediencia al H Congreso del Estado, colocándose en abierta pugna con el mismo Congreso y con el gobernador, según manifiesta Gil y Sáenz[33]. La prisión del Comandante General,  se debió –según versiones-  a una noticia falsa: el asesinato del Capitán José María Jiménez por orden de Rincón. D. José Víctor Jiménez, hijo del aludido Capitán, en sus “memorias”[34] manifiesta: “Sin estar mezclado en la conspiración formada en contra del Comandante General D. José Antonio Rincón tomé sin embargo parte principal en ella, impulsado por la falsa noticia de que había muerto mi padre en la prisión en que lo tenía el expresado jefe, poniéndome al frente de mi compañía y marchando a aprehender a éste”.

Bernardo Del Águila Figueroa[35] sostiene que el primer Gobernador constitucional de Tabasco lo fue D. Agustín Ruiz de la Peña, elegido de acuerdo con lo preceptuado por la constitución de 1825, en su Capítulo IV. 

4.6  CONVICCIÓN DOGMÁTICA Y CONVICCIÓN RACIONAL

La guerra de Independencia en nuestro país, no fue un proceso aislado, fue parte de un movimiento global en el que muchos países, inspirados por la Ilustración se liberaron de los gobiernos coloniales y, en algunos casos, de la autoridad real. Los fenómenos revolucionarios ocurridos entre los siglos XVIII y XIX llevan la marca de una nueva ideología  que animó el espíritu de regímenes y estructuras de gobierno característicos de la modernidad.[36]

Diferente a lo que suele creerse de las revoluciones que modificaron el mundo en el periodo de la Ilustración, incluyendo el caso de la guerra de Independencia en México, no siempre emergieron como levantamientos populares de masas oprimidas. Su origen estuvo, por lo general, en el estrato social de una burguesía culta, inspirada por las ideas de filósofos ilustrados. De esta forma, las luchas armadas y los enfrentamientos en el campo de batalla, dieron origen a una revolución del pensamiento, que tuvo consecuencias importantes en todos los ámbitos de la acción humana, transformando para siempre las ideas relacionadas con Dios, la razón, la naturaleza y el buen gobierno.[37]

A partir  de ese principio que cedió a la razón, a la reflexión, a la demostración, agitando sus alas en ansias de aprehender la realidad, el mundo hizo la diferencia entre convicción dogmática y convicción racional. Así la humanidad en su tránsito terrenal, guiada por las luces de la Ilustración busca con ansias de triunfo no sólo la salvación del alma, sino también  la conquista del conocimiento, la libertad y la felicidad. 

5 HIDALGO Y LA INDEPENDENCIA

5.1 LA REBELIÓN DE  YANGA

Antes de hablar del movimiento libertario de la Independencia, fijemos el recuerdo histórico en la rebelión de Yanga.

En el trayecto del régimen colonial se manifestaron intentos aislados de diversos grupos sociales que aspiraban a la mejoría de sus condiciones de vida y liberarse de la explotación a la que se hallaban uncidos. México no es un sólo México, somos muchos México, no hay una sola expresión idiomática, hay muchas ya que la riqueza de dialectos semejante a la de nuestros trajes típicos, es mucha y sirven de expresión, de transmisores de ideas, de conceptos, revelaciones y de unidad étnica en nuestras diversas manifestaciones de cultura. La vida de los indígenas en nuestro país fue y es precaria, indiferente al sentimiento  de quienes en su soberbia de poder o de rango oficial o empresarial, son insensibles a la angustia de la inmensa mayoría que por temor a la nada elevan plegarias de resignación y de divinas esperanzas.

Si la vida de nuestros indígenas es desesperante, la de los esclavos negros antes de la Independencia era superior en angustias, en miserias y en eslabones de una humillante cadena de sufrimientos. Yanga, esclavo negro, habría de convertirse en lejano precursor de nuestro grito libertario, desafiando a la autoridad virreinal. Sus raíces familiares procedían de la zona del Congo o Gabon,  narran las crónicas que al parecer era hijo de un rey que gobernaba la región del alto Nilo. Su nombre no lo registra la historia, sin embargo, lo apodaban “el Yanga” que, en su lengua materna significa “rey o príncipe”. Es llevado a Veracruz para tomar parte en labores de recolección de la caña de azúcar. Unido a otros esclavos decide huir de la hacienda de la Concepción donde vivían, y buscar la libertad de los negros. En torno al año de 1570 Yanga y sus compañeros se refugian en las montañas cercanas al Pico de Orizaba. Estos rebeldes carecían de lo indispensable para vivir y obtenían sus sustentos gracias a sus amigos, en las haciendas de la zona agrícola entre Córdoba y Orizaba o robando los cargamentos que se transportaban entre la ciudad de México y el Puerto de Veracruz. Llega el año de 1609, la rebelión provoca inquietud, incluso en la ciudad de México. Por tal motivo las autoridades virreinales decidieron ponerle fin. Desde la ciudad de Puebla parte una expedición encabezada por el Capitán Pedro González de Herrera. El 20 de Febrero recibe un mensaje de Yanga, en el que manifestaba haber huido con sus hombres para liberarse de los malos tratos que recibían. Tras años de trabajo, Yanga viejo y cansado, nombra nuevo jefe para sus 500 hombres, éste se llamaba Francisco de la Matosa y era originario de Angola. Lo llamaban Ñanga o “el hijo de Yanga”, hubo algunos combates en los cuales los militares triunfaban en todo, se narra que en una ocasión entraron al pequeño poblado donde habitaban los negros. Yanga y sus hombres lograron de nuevo esconderse en las montañas. Se prolongó la situación; los enviados del virrey decidieron celebrar un pacto con Yanga. Éste les ofreció la paz a cambio de un territorio libre de la esclavitud donde pudieran vivir él y los suyos. A cambio les prometía cumplir con todas sus obligaciones como ciudadanos: obedecer a la corona española, ayudar si había guerra con otro país y pagar impuestos. Después de considerar dichos ofrecimientos la corona española aceptó ese plan de paz y así se fundó una nueva población a la que se dio el nombre de San Lorenzo de los Negros, cerca de la ciudad de Córdoba. A partir de 1932 ya como un municipio de Veracruz, el pueblo se llama Yanga. Vuela el pensamiento. Llega hasta ese lugar, la luna ilumina el poblado. La gente descansa. A la mañana siguiente, los pájaros en libertad cantan su gozo; los hombres salen a la diaria tarea. No hay fijación en el color de la piel, hay fijación en las manos libres y en el corazón florecido de esperanzas, Yanga lleva en su nombre sonido de percusión y aliento de gloria.[38] 
 
6 RETRATO HABLADO DE HIDALGO

La lectura de la historia de la Independencia de México, da elementos a la imaginación para construir el retrato hablado de D. Miguel Hidalgo y Costilla. Así lo vemos: de estatura media, la tez blanca, avanzada calvicie, frente amplia, ojos azules, nariz perfilada, labios delgados, boca chica, erguido, sosteniendo en la diestra un estandarte que lleva la imagen morena de la virgen de Guadalupe a la que los historiadores oponen a la española  virgen de los Remedios. Se le mira con admiración y respeto arengando a la muchedumbre con voz enérgica y decisión. 

6.1   ÁNIMO A LA INDEPENDENCIA

Los estudiosos de hechos pasados, sostienen que tanto la Independencia de Estados Unidos como la Revolución Francesa, así como la lumínica Ilustración  animaron la forja de la Independencia de  México. Mediante el documento conocido con el nombre de la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776, las trece colonias británicas estamparon con su firma su separación de Gran Bretaña  y si esta Independencia fue una lucha contra el colonialismo europeo, la Revolución Francesa lo fue contra el poder de una monarquía absoluta. 
 
6.2   EL GRITO DE  DOLORES

Uno de los episodios más significativos en la historia patria es el llamado que hiciera en el pueblo de Dolores, el cura Miguel Hidalgo y Costilla. Fue en la madrugada del día 16, no en la noche del día 15. La alteración en la fecha en que se le conmemora obedece de acuerdo con los historiadores a un capricho de Porfirio Díaz quien se supone ordenó el cambio para que el festejo coincidiera con el de su cumpleaños (15 de septiembre). Pedro García, quien presenció lo sucedido en Dolores sostiene que las palabras de Hidalgo fueron:

“Mis amigos y compatriotas no existen ya para nosotros ni el rey ni los tributos; esta gabela vergonzosa la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos. Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocéis su gran valor, me ayudaréis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos”.[39]

6.3   TEXTO DE LA PROCLAMACIÓN DE HIDALGO

Veamos la proclamación que dio a conocer Hidalgo en un texto en el que explica las razones del levantamiento:

Para la felicidad del reino  es necesario quitar el mando y el poder de las manos de los europeos; esto es todo el objeto de nuestra empresa, para la que estamos autorizados por la voz común de la nación y por los sentimientos que se abrigan en los corazones de todos los criollos (…) Esta legítima libertad no puede entrar en paralelo con la irrespetuosa (?) que se apropiaron los europeos cuando cometieron el atentado de apoderarse de la persona del excelentísimo Sr. Iturrigaray, y trastornar el gobierno a su antojo sin conocimiento nuestro mirándonos como estúpidos.

En vista, pues, del sagrado fuego que nos inflama y de la justicia de nuestra causa, alentaos, hijos de la patria, que ha llegado el día de la gloria y de la felicidad pública de esta America. ¡Levantaos, almas nobles de los americanos!, del profundo abatimiento en que habéis estado sepultadas, y desplegad todos los resortes de vuestra energía y vuestro valor, haciendo ver a todas las naciones las admirables cualidades que os adornan, y la cultura de que sois susceptibles. Si tenéis sentimiento de humanidad, si os horroriza el ver derramar la sangre de vuestros hermanos, y no queréis que se renueven a cada paso las espantosas escenas de Guanajuato, del Paso de Cruces, de San Jerónimo, Aculco, de la Barca, Zocualco y otras;  si deseáis la quietud pública, la seguridad de vuestras personas, familias y haciendas y la prosperidad de este reino: si apetecéis que estos movimientos no degeneren en una revolución que procuramos evitar todos los americanos, exponiéndonos en esta confusión a que venga un extranjero a dominarnos; en fin, si queréis ser felices, desertaos de las tropas de los europeos y venid con nosotros; dejad que se defiendan solos los ultramarinos y veréis esto acabado en un día sin perjuicio de ellos ni vuestro, y sin que perezca nadie; pues  nuestro animo es sólo despojarlos del mando.[40]

6.4 LA MALDICIÓN DE HIDALGO[41]

El alzamiento convocado por Hidalgo es y ha sido para los sectores más reaccionarios no sólo de la sociedad novohispana, sino también de la presente, una forma de desafío hasta al Dios mismo. El obispo de Michoacán, (entre 1810 y 1815),  Manuel Abad y Queipo quien excomulgó a los insurgentes, preparó el siguiente Decreto para el caso específico de Miguel Hidalgo. Este texto muestra de qué manera parte de la alta sociedad se sentía vulnerada –y aún se sigue sintiendo-, en lo más hondo  de sus nobles y soberbios principios por el levantamiento ocurrido en Dolores. Y así describió:

Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires  y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios: sea condenado Miguel Hidalgo, excura del pueblo de Dolores.

Lo excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la Iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser  atormentado eternamente por indecibles sufrimientos, justamente con Dathán y Habirán y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ningunos de tus caminos! Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamás.

Que el Hijo que sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan.

Que sean San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo lo maldigan. Y que el resto de sus discípulos  y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa compañía de los mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios Omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen (…) que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, meando o cagando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza, en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus  molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros, en sus brazos (…) que sea maldito en todo las junturas y articulaciones, desde arriba de su cabeza hasta la planta de sus pies; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven se levanten en contra de él.

Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!.[42] 

6. 5. FUSILAMIENTO DE HIDALGO

Hidalgo compareció ante la “santísima” Inquisición después de ser apresado (21 de marzo de 1811).  Varios de sus compañeros civiles de insurrección fueron fusilados antes que él.[43]

La condición sacerdotal de Miguel Hidalgo y Costilla hizo necesario para poder enviarlo al paredón, que primero se le retiraran los hábitos clericales. Martínez García[44] sostiene que esto lo hizo con mucho gusto la Inquisición que lo excomulgó y que lo puso en manos de la justicia civil, la que a su vez estaba supeditada a las autoridades eclesiásticas. Previa excomunión Hidalgo fue enviado a las mazmorras de las que era sacado únicamente para que compareciese antes sus jueces eclesiásticos, mismos que le sometieron a jornadas infamantes.

Antes de su fusilamiento (a las siete de la mañana del 30 de julio de 1811) le fue leída la pena de excomunión, algunas fuentes afirman que fue emitida por el propio papa Pío VII, y uno de cuyos fragmentos se expresan: “Lo excomulgamos, lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios Omnipotente para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Dathán y Avirán (sic)… Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de sus majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra el, lo maldigan y lo condenen. ¡Así sea! Amén”.[45]

Posteriormente a la ejecución su cuerpo fue exhibido en la plaza pública; por la tarde cercenaron la cabeza del cuerpo, la pusieron en una caja con sal y la enviaron para que fuera colgada, junto con las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en la   alhóndiga de  Granaditas, en Guanajuato.[46]  

Sus inquisidores obligaron al padre Hidalgo a estampar su firma en una retractación de  sus errores. Y ésa es la base que hoy sustentan Gustavo Watson y Hugo Valdemar para asegurar que el reo murió reconciliado con la Iglesia. Se oculta que la abjuración le fue arrancada mediante torturas y anatemas.[47] 
 
7   RETRATO HABLADO DE MORELOS

Era moreno, de estatura media, complexión regular, frente despejada, ojos oscuros, nariz perfilada, labios gruesos, boca mediana, barbilampiño, siendo característico en él,  la cabeza protegida por un paliacate anudado hacia atrás. 

7.1   MORELOS Y LOS SENTIMIENTOS DE LA NACIÓN[48]

Con la ejecución  de sus iniciales líderes, la rebelión por la independencia nacional sufrió un resentido revés, ya que convertido en irrefrenable movimiento popular el esfuerzo libertario no se detuvo, su continuador fue un ejemplar caudillo, un sacerdote católico imbuido del razonamiento de la Ilustración, heredero ideológico y moral del benemérito Hidalgo. Este hombre al que todos hemos conocido e identificado por el paliacate cubriendo su cabeza, fue José María Morelos y Pavón. Como aquél, ofrendó su vida para la construcción de un nuevo país, que a pesar del tiempo transcurrido, de aquellas luchas que muchos en el presente aún pretenden destruir. Traigamos a la reflexión y a la nostalgia el texto de Los Sentimientos de la Nación escrito por Morelos:

Que la América es libre e independiente de España y de todo otra Nación, Gobierno o Monarquía y que así se sancione dando al mundo las razones. Que la religión católica sea la única sin tolerancia de otra.

Que todos sus ministros se sustenten los diezmos y primicias, y el pueblo no tenga que pagar más obvenciones que las de su devoción y ofrenda.

Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la Iglesia, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó.

Que la Soberanía dimana del pueblo, el que quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de  representantes en  las provincias en igualdad.

Que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.

Que funcionaran cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos.

La dotación de los vocales será una congrua*[49] suficiente y no superflua, y no pasará por ahora de 8,000 mil pesos.

Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de sospecha.

Que los Estados mudan costumbres y la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal y echando de nuestro suelo al enemigo español.

Que las Leyes que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto (…)

Que para dictar una ley se haga junta de sabios, para que proceda con más acierto y exonere de algunos cargos.

Que la esclavitud se proscriba y lo mismo la distinción de castas, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud. Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen al reino por más amigas que sean.

Que a cada uno se le guarden sus propiedades y respeten su casa como en un asilo sagrado.

Que no se admita la tortura.

Que se establezca por Ley Constitucional la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la Patrona de nuestra Libertad, María Santísima de Guadalupe.

Que las tropas extranjeras o de otro reino no pisen nuestro suelo (…)

Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian y se señalen a cada individuo un cinco por ciento de semillas y de más efectos o otra carga igual a la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros (…)

Que se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó (…) recordando siempre el mérito de grande héroe, el Sr. Dn Miguel Hidalgo y su compañero Don. Ignacio Allende 

Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813 José Ma. Morelos (Rúbrica). 

8   HIDALGO Y MORELOS

Felipe de J Monroy González[50] Según el periódico Desde la fe manifiesta que, finalmente la Iglesia Católica, dictaminó que los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos no murieron excomulgados como se presume en la historia oficial.

Dicha información fue difundida por el P. Gustavo Watson Marrón director del Archivo Histórico del Arzobispado de México y de la basílica de Guadalupe, quien fuera comisionado por el cardenal Norberto Rivera Carrera para investigar y resolver un fallo a propósito de la situación canónica de los Padres de la Patria.

El dictamen asegura que las excomuniones a los insurgentes no fueron procesadas por el levantamiento independentista ni por sus ideas políticas y sociales; “en realidad fue por haber atentado en contra de civiles y contra religiosos –y sus bienes- durante las campañas militares”.[51]

De acuerdo con nuestro estudio histórico- afirma Monroy González-, ocho días después del inicio de la lucha de Independencia (24 de septiembre de 1810) el obispo electo de Michoacán Manuel Abad y Queipo promulgó el edicto que declaraba que Hidalgo había incurrido en excomunión por “haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamácuaro y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya aprisionándolos y manteniéndolos arrestados”. El mismo Hidalgo confesó su participación de agresiones contra españoles y criollos en dos campañas militares.

Por semejantes razones al cura José María Morelos y Pavón se le ordenó  la excomunión el 22 de julio de 1814. 

8.1   EXCOMUNIÓN IRREGULAR

No obstante – agrega Monroy González-,[52] en principio el dictamen reconoce que pudo haber varias irregularidades de forma y fondo en los juicios realizados durante la lucha armada en contra de los insurgentes. Todavía queda entredicho el acto del entonces obispo electo de Michoacán, ya que canónicamente carecía de autoridad para excomulgar al cura Hidalgo toda vez que su nombramiento no había sido ratificado por Roma. Las decisiones de la monarquía –que había nombrado Abad y Queipo como obispo de Michoacán- quedaban sujetas a la aprobación pontificia, por lo que hay argumento de peso para afirmar que la excomunión pudiera ser declarada como “nula”.

Además, el P. Watson desestimó la veracidad de la “leyenda” de que ambos sacerdotes se les haya rapado la cabeza y las manos durante el juicio de degradación, pues consideró que dicho acto había caído en desuso para el siglo XIX. 

8.2 SACRAMENTO Y PIEDAD

Para Hidalgo y Morelos –asienta Monroy González-[53] como hijos de la Iglesia fueron los sacramentos y la piedad lo que les mantuvo en comunión con ella. El Padre de la Patria recibió auxilio religioso y se confesó antes de ser ejecutado; en tanto que, el Siervo de la Nación mantuvo su fidelidad, pues los documentos hablan de testigos que le vieron rezar durante su traslado a San Cristóbal Ecatepec y por visitar devotamente la Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe antes de su ejecución. En el trazado histórico documental que según Monroy González  será enviado a la LXI Legislatura el P. Watson certificó que, Hidalgo y Morelos, como hijos de la Iglesia fueron sepultados en camposanto y que, incluso, años más tarde sus restos fueron depositados en el recinto más importante de nuestro país  la  Catedral Metropolitana de México. 

8.3 PLENAMENTE RECONCILIADOS

Ya en el pasado –prosigue Monroy González-[54] esta verdad de que tanto Hidalgo como Morelos murieron en el seno de la Iglesia fue respetada por los Arzobispos de México. Mons. Luis María Martínez, instruyó una investigación en la que se resuelve: “Habiendo muerto confesado y absuelto, con esa muerte cristiana cesaron todos los efectos de la excomunión y esperamos con la misericordia infinita de Dios nuestro Señor que salvará su alma” el cardenal Miguel Darío Miranda colocó la bandera de México en el Altar Mayor de la Catedral y oró por los héroes de la patria el 6 de septiembre de 1956.

Años más tarde, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada celebró una Misa en honor de los caudillos el 12 de septiembre 1985 en la Parroquia de Dolores, Hidalgo, en el marco de la conmemoración del 175 aniversario del inicio de la Independencia.

Por último, apunta Monroy González que, para la celebración del Bicentenario de la Independencia, también se prevé que el cardenal Norberto Rivera Carrera oficie una Solemne Misa en honor de los insurgentes. 

8.4  INVISIBILIZAR LA EXCOMUNIÓN DE HIDALGO

A este respecto,  es bueno traer a colación, el artículo de Carlos Martínez García[55], Invisibilizar la excomunión de Hidalgo,  en el cual manifiesta que la excomunión fue el último tramo de un largo y cruento proceso estigmatizador. La jerarquía eclesiástica novohispana trató con especial saña al sublevado Miguel Hidalgo y Costilla. En los momentos actuales, similar a lo acontecido hace dos años, la cúpula eclesiástica demanda que la historia sea confeccionada a su gusto, ya que, según el liderazgo clerical, Hidalgo y Morelos murieron reconciliados con la Iglesia que los excomulgó.[56]

Dicho autor recuerda que en el 2007 la Cámara de Diputados crea una comisión inútil y absurda. La integraron para solicitar que la Iglesia Católica levantara la pena de excomunión al padre Miguel Hidalgo y Costilla. Dicha solicitud en el supuesto caso de no ser ese el propósito, se prestó para lavar la cara a la institución que echó mano de todos sus poderes para declarar hereje a quien inició el movimiento de Independencia de México.[57]

En aquellos tiempos y con rapidez inusitada, -sostiene Martínez García-[58] Norberto Rivera Carrera,  arzobispo primado de México, dio instrucciones para que de inmediato se forjara una Comisión Histórica de la Arquidiócesis de México para revisar los expedientes excomulgatorios que pesaron contra los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón, entre otros que se enrolaron en la lucha independentista.

Es en ese entonces –nos dice-,[59] que el 18 de octubre de 2007 con inesperada celeridad, dicha Comisión presentó sus conclusiones. Gustavo Watson (responsable de los archivos históricos de la Basílica de Guadalupe y de la Arquidiócesis) sentenció: “No se conocía muy bien el dictamen del caso, o no hubo difusión muy grande, pero ahora es el tiempo (ojo: nada más se tardaron dos siglos para saber cuándo era el momento oportuno,  CMG) de sacar todas estas cosas que ya han sido publicadas. Que Hidalgo sí fue excomulgado, pero se le levantó esa excomunión en el momento mismo que se confesó y se arrepintió, y eso lo podemos afirmar porque nosotros tenemos el dictamen”.[60]

Si Hidalgo se arrepintió –observa Martínez García-[61] desde la óptica excomulgatoria, la descalificación que de sus ideales y lucha independentistas hizo la Iglesia Católica fue correcta. Porque el arrepentido, -lógica clerical dixsit-, fue Hidalgo, no la casta sacerdotal que le impuso el castigo. Esto  significa que todas y cada una de las acusaciones vertidas con saña en contra de él siguen vigentes.

No está por demás añadir que Miguel Hidalgo padeció tanto un proceso militar como uno inquisitorial. Lo acusaron de enemigo del régimen político y fue juzgado como hereje por la Iglesia católica romana.[62]

El citado autor[63] añade que, a los malabares interpretativos de Gustavo Watson, se recuerda que el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, quien hace pocos días solicitase que en los libros de texto se diga que el Padre de la Patria murió en el seno de la Iglesia católica, nada más hay que poner enfrente la abundante documentación que demuestra la persecución que desató la jauría católica de la época contra el insurrecto mayor, Miguel Hidalgo y Costilla.

Efectivamente, el conglomerado político/religioso de la Nueva España violentó  toda su maquinaria para dar una condena ejemplar al cura que en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 valiente y patrióticamente convocara al levantamiento del pueblo.[64]

Pocas semanas después del llamado popular que hiciera Hidalgo, la “santísima” Inquisición cita al cura rebelde para que comparezca ante ella. En un edicto, que fue mandado fijar en las iglesias, se le considera depravado, desviado doctrinalmente, fornicario, soberbio, libertino, infiel, hipócrita, inicuo, enemigo de Dios, monstruo, apóstata, padrote (“hicisteis pacto con vuestra manceba de que os buscase mujeres para fornicar, y que para lo mismo le buscaríais a ella hombres”) y, ¡horror!, luterano: “adoptáis la doctrina de Lutero en orden a la divina Eucaristía, y confesión auricular, negando la autenticidad de la Epístola de San Pablo a los de Corinto y asegurando que la doctrina del Evangelio de este sacramento está mal entendida, en cuanto a que creemos la existencia de Jesucristo en él”. Esto es, según sus juzgadores Hidalgo no creía en la transustanciación, no compartía que en la comunión estuviese realmente la sangre y el cuerpo de Cristo.[65]

Hidalgo compareció ante la “santísima” Inquisición después de ser apresado (21 de marzo de 1811).  Varios de sus compañeros civiles de insurrección fueron fusilados antes que él.[66]

La condición sacerdotal de Miguel Hidalgo y Costilla hizo necesario para poder enviarlo al paredón, que primero se le retiraran los hábitos clericales.[67] Martínez García sostiene que esto lo hizo con mucho gusto la Inquisición que lo excomulgó y que lo puso en manos de la justicia civil, la que a su vez estaba supeditada a las autoridades eclesiásticas. Previa excomunión, Hidalgo fue enviado a las mazmorras, de las que era sacado únicamente para que compareciese antes sus jueces eclesiásticos, mismos que le sometieron a jornadas infamantes.[68]

Antes de su fusilamiento (a las siete de la mañana del 30 de julio de 1811) le fue leída la pena de excomunión, algunas fuentes afirman que fue emitida por el propio papa Pío VII, y uno de cuyos fragmentos se expresan: “Lo excomulgamos, lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios Omnipotente para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Dathán y Avirán (sic)… Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de sus majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra el, lo maldigan y lo condenen. ¡Así sea! “Amén”.[69]

Posteriormente a la ejecución su cuerpo fue exhibido en la plaza pública; por la tarde cercenaron la cabeza del cuerpo, la pusieron en una caja con sal y la enviaron para que fuera colgada, junto con las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en la   alhóndiga de  Granaditas, en Guanajuato.[70]

Sus inquisidores obligaron al padre Hidalgo a estampar su firma en una retractación de  sus errores. Y ésa es la base que hoy sustentan Gustavo Watson y Hugo Valdemar para asegurar que el reo murió reconciliado con la Iglesia. Se oculta que la abjuración le fue arrancada mediante torturas y anatemas.[71] 

9 ¿PATRIA O MATRIA?

Desde niño los mentores nos enseñaron que México es nuestra patria. Sin embargo, la palabra patria en vez de evocar la figura de nuestra madre, rememora la imagen de nuestro padre. Así, en vez de decir, “nuestra patria, debiéramos manifestar con todo el vigor del sentimiento, nuestra matria”. Sí, nuestra matria es origen de vida, manto sagrado que cobija luceros, tierra en que germina la fértil semilla del honrado trabajo. Canto de Luz en el trino de las aves. Nubes de ensueños infantiles y barcos de ilusiones. Nuestra matria es el regazo de la madre que acuna a sus hijos por igual y que sonríe y que llora y que se angustia y que se indigna y que reclama y que increpa y que solloza o desborda de alegría, en el terrible drama de la vida, compartiendo emociones con toda su inmensa prole. La matria es el sonido del cincel en horas de fatiga, es el trazo del arado renaciendo alientos de esperanza. Es el silbato de las fábricas llamando a sus obreros. Es la humilde campana de la humilde Iglesia llamando a misa a sus humildes feligreses.

La patria, nuestra matria, es  inquietud sonriente en la mirada de un niño. El beso enamorado de los adolescentes. Es una lágrima inscribiendo un epitafio. Es la pluma del historiador narrando hazañas gloriosas. Es el pincel creador de colores y de formas. Es el mármol esculpido  en ritmo vital y fantasías. Es la música inmortal de esferas celestes. Es la arquitectura de Dios transparente en azules lejanías.

¡Ay!, pero la patria… la matria… también es dolor. También es tragedia. También es ansia. También es cólera, furia, tañido y clamor popular. La patria-matria también es hambre. La patria-matria también es olvido. La patria-matria también es ausencia. La patria-matria también es calvario, crucifixión de Cristo de rodilla clamando perdón a los pobres por tanta injusticia e indiferencia de siglos. La patria, nuestra patria, ¡nuestra matria!, eres tú, soy yo, nuestros hermanos, nuestros vecinos, nuestros obreros, nuestros campesinos, nuestros compatriotas, nuestros conmatriotas, conscientes que en dar está la honrosa satisfacción de recibir. Es el himno nacional. Es nuestra Bandera, nuestros hermanos de raza.

Es juventud. Es alegría. Es el pasado, el presente y el futuro. Es el amor que abre sus corolas de triunfo esparciendo perfume de vida sin distinción de clases sociales.

La Patria, nuestra Matria, es Villahermosa. La Patria, nuestra Matria, es Tabasco. La Patria es…nuestra Matria es México. Es la unión de corazones que sin egoísmo abrimos la limpia ventana del espíritu, llenando de alegría alboradas de luz y noches de diáfanas estrellas.  

BIBLIOGRAFÍA 

Aguirre Gil Soledad, México Independiente, El despertar de una Nación, Editorial Televisa, México 20 de  Junio del 2009. 

Del Águila Figueroa, Bernardo, Tabasco, (En la geografía i en la historia), Consejo Editorial del Gobierno de Tabasco, México, 1980 

Gil y Sáenz Manuel, Historia de Tabasco, Dirección de Difusión Cultural, Villahermosa, Tabasco, México 

Martínez García Carlos, “Invisibilizar la excomunión de Miguel Hidalgo”, La Jornada, opinión. Miércoles 9 de septiembre de 2009, Política 

Mestre Ghigliazza, Manuel, Apuntes para una Relación Cronológica de los Gobernantes de Tabasco. 

Mestre Ghigliazza, Manuel, Documentos y Datos para la Historia de Tabasco, T. I. Prólogo, p. XLXLI.  

Monroy Gonzáles Felipe de J, “Hidalgo y Morelos no murieron excomulgados”.   Desde la fe, periódico de formación e información católica, número 654, del 6 al 12 de septiembre del 2009, divulgado por Organización Editorial Mexicana. México, 12 de septiembre del 2009.  

Peralta Burelo, Francisco, Tabasco y sus constituciones, tomo I, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Centro de Investigación de la División de Ciencias Sociales  y Humanidades, México, 1989. 

Rabasa, Emilio, La Organización Política de México: La Constitución y la Dictadura, Editorial America, Madrid. Lip. 1. Cap. I. p. 1 

Santamaría, Francisco J, Bibliografía general de Tabasco, Gobierno Constitucional del Estado de Tabasco, 1946, T. III.  

Teja Zabre, Guía de la historia de México, Bib. Enc. Pop. Sec. De Ed. Púb., Vol. 2 3ª parte, I, p. 43.  

Notas:

[1] Gil y Sáenz Manuel, Historia de Tabasco, Dirección de Difusión Cultural, Villahermosa, Tabasco, México, p.p. 130-135

[2] Loc. cit.

[3] Ibid. p. 131

[4] Ibidem. p.p. 131 - 132

[5] Loc. cit.

[6] Loc.cit.

[7] Peralta Burelo, Francisco, Tabasco y sus constituciones, tomo I, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Centro de Investigación de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, México, 1989, p.9.

[8] Loc. cit.

[9] Vid Gil y Sáenz, Manuel, o.c p.p 132 - 133

[10] Loc. cit.

[11] Loc. cit.

[12] Loc. cit.

[13] Gil y Sáenz, Ibidem, p.p 134 - 135

[14] Ibidem, p. 176

[15] Ibid. p.180

[16] Loc. cit.

[17] Loc. cit.

[18] Ibidem p. 181

[19] Ibid. p. 181 - 182

[20] Loc. cit.

[21] Ibid. p. 192

[22] Ibidem p. 194

[23] Ibid. p.196

[24] Ibid. p.p. 206 - 207

[25] Cfr Ibid. p.p. 207 - 208

[26] A. Teja Zabre, Guía de la historia de México, Bib. Enc. Pop. Sec. De Ed. Púb., Vol. 2 3ª parte, I, p. 43. Apud Bernardo del Águila Figueroa, Tabasco, (En la geografía i en la historia), Consejo Editorial del Gobierno de Tabasco, México, 1980, p. 133

[27] Rabasa, Emilio, La Organización Política de México: La Constitución y la Dictadura, Editorial América, Madrid, Lip. 1. Cap. I. p. 1 Apud Bernardo del Águila Figueroa, O. C. 133

[28] Del Águila Bernardo, Figueroa, loc. cit

[29] Dr. Mestre Ghigliazza, Manuel, Apuntes para una Relación Cronológica de los Gobernantes de Tabasco, p. 1. Apud del Águila Figueroa, Bernardo, O.C p. 132
[30] Ibidem p. 133

[31] Cfr Ibid p.p 133 - 134

[32] Mestre Ghigliazza, Manuel, Documentos y Datos para la Historia de Tabasco, Tom. I. Prologo, p. XLXLI. Apud Bernardo Del Águila Figueroa O.C p 134
[33]
O. C. Parte, lec. Y p. cits. Apud Del Águila Figueroa Bernardo Opus cit. p. 134

[34] Publicadas por el Lic. F. J Santamaría: Bibliografía general de Tabasco, Gobierno Constitucional del Estado de Tabasco 1946, Tom. III. Apud Del Águila Figueroa Bernardo, O.C p. 134

[35] Ibidem. p. 135

[36] Aguirre Gil, Soledad, México Independiente, El despertar de una Nación, Editorial Televisa, México 20 de Junio del 2009, p. 27

[37] Cfr. Ibid. p. 28

[38] Vid: México Independiente, p. 22

[39] México Independiente p. 77

[40] Cfr México Independiente p.78

[41] Ibidem. p. 81

[42] Ibidem. p. 81

[43] Martínez García, Carlos, “Invisibilizar la excomunión de Miguel Hidalgo”,La Jornada/Opinión/Política/México/9 de septiembre del 2009/ p.26

[44] Loc. cit.

[45] Loc. cit.

[46] Loc. cit.

[47] Loc. cit.

[48] México Independiente p.92

[49] Congrua. Renta que debe tener el que se ha de ordenar in sacris

[50] Monroy González Felipe de J, “Hidalgo y Morelos no murieron excomulgados”, desde la fe, periódico de formación e información católica, número 654 del 6 al 12 de septiembre del 2009 divulgado por organización editorial mexicana, México 12 de septiembre del 2009. p. 03

[51] Loc. cit

[52] Monroy González, Felipe de J, Ibid.

[53] Loc. cit.

[54] Loc. cit.

[55] Martínez García Carlos, “Invisibilizar la excomunión de Miguel Hidalgo” La Jornada/Opinión/Política p.26/México/ 9 de septiembre de 2009. 
[56] Loc. cit

[57] Loc. cit

[58] Loc. cit

[59] Loc. cit

[60] Loc. cit

[61] Loc. cit

[62] Loc. cit

[63] Loc. cit

[64] Loc. cit

[65] Loc. cit

[66] Loc. cit

[67] Loc. cit

[68] Loc. cit

[69] Loc. cit

[70] Loc. cit

[71] Loc. cit

Dr. Agenor González Valencia
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