La catarsis |
Mientras el fuego consumía los cuerpos figuras conocidas pululaban en torno de la hoguera gigantesca. ¡Ah, noche de inolvidable extravío!: danzaban los muñones y las pústulas confundíanse caricias y salivas sin forúnculo indigno para el ósculo sin ántrax que impidiera intemperancia. Lesa lascivia envolvía con sus redes lautos lechos o lábiles jergones y agónica lujuria compulsiva revivía a su vez tálamos letárgicos. No hubo lluvia que apagara aquel celo extraños incidentes acaecieron: los niños arrullaban a las fieras copulaba la turba entre los muertos inmersos en el lodo y la ceniza el soberano dormía con la esclava la plebe exigía un culo de aristócrata fornicó el padre impúdico a las hijas y aun la madre cedió al capricho odioso (el atroz episodio inexplicable que incitaron los númenes falaces fue seguido por arcadas de vómito un sueño lenitivo vino entonces: grata estancia en el vientre del olvido). |
Armando González Torres
Adelanto del libro “La Peste”
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