Amar a la mujer amada
responde al sencillo atrevimiento
de incursionar en los terrenos anónimos de la creación
es arrebujarse en la delicia
de sentir otro cuerpo carente de fijezas
y reacomodar entre dos un mundo desmembrado para todos
amar a la mujer amada
vendría a ser sinónimo de búsqueda y despegue
como sucumbir al antojo más extraño
y desvariar ante el aplomo y su homilía
pero a pesar de las nubes sobre el cielo de la prudencia
y de la ortiga usurpadora que nace de la duda
amar como se debe a la mujer amada
trae consigo la vendimia
el premio a la insistencia
y el terreno llano y fértil
donde suele posarse la llave maestra de la felicidad. |